Lima, 26 de diciembre de 1824.
Al Señor General de División don Andrés de Santa Cruz.
Mí querido general:
Doy a Ud. las gracias por la carta con que me ha honrado felicitándome por la inmortal victoria de Ayacucho. A la verdad, si la hubiera mandado en el campo no hubiera tenido más gozo. La suerte del Perú, de la América y la mía, me tenían pendiente de este suceso, cuyo resultado es y será el primero en el orden de nuestras ventajas.
Ud. me habla de consolidar el gobierno del Perú: yo he correspondido a esta idea de Ud. cumpliendo con mis ofertas y llamando a los diputados del pueblo a componer bien este gobierno. Yo soy un forastero que no conozco a nadie, y un forastero que se ha visto siempre con mucha desconfianza, como vecino, como militar y como ambicioso. Nada de lo que yo haga tendrá jamás el aplauso nacional. Mil otras consideraciones me han dictado esta medida: yo creo que Ud. se acordará de nuestras conversaciones.
Así, querido general, deseo que Ud. se detenga en Huamanga a arreglar todo lo relativo a los hospitales, las maestranzas, las subsistencias y a la seguridad de las comunicaciones. En fin, Ud. hará todo lo que crea conveniente para que no falten ni víveres ni guarnición a los hospitales. Luego que esté hecho esto véngase Ud. con su estado mayor para arreglarlo todo aquí.
Mando para el ejército mucho dinero, y alguna ropa y medicinas para Huamanga. Dé Ud. disposición para que pase todo a su destino: se entiende, que las medicinas son para Huamanga, la plata y ropa para el cuartel general.
Lima ha resucitado y hay sus fiestecitas: la miseria no permite grandes fiestas. Conociendo yo esto, no les he indicado una palabra; porque el que está miserable no puede hacer más que vivir.
Adiós, mi querido general, soy de Ud. afectísimo de corazón.
[BOLÍVAR]
* De un impreso moderno: Bolívar, Simón, Obras Completas, Tomo II, p. 65, tomado a su vez del original.