BOGOTÁ, 16 DE SEPTIEMBRE DE 1828.
AL SEÑOR GENERAL JOSÉ A. PÁEZ.
Mi querido general:
He recibido con mucho placer las dos apreciables cartas de Vd. con fecha del 7 y 8 de agosto. En una de éstas se sirve Vd. hacerme algunas reflexiones largas e importantes sobre el estado actual del país y las reformas que parecen han de contribuir más efectivamente a su bienestar; las que me han proporcionado bastante satisfacción, tanto por saber la opinión de Vd. sobre este particular, como porque acuerda enteramente con mi modo de pensar; pero será siempre conveniente, a pesar de todo, oír la opinión pública sobre los puntos que ya se sabe he mandado a consultar, pues, en el caso contrario, a Vd. le echarían la culpa de que el gobierno no fuera bien informado de las necesidades de los ciudadanos.
Por mi parte, pienso mejorar la suerte de esa agricultura, disminuyendo los derechos internos y suprimiendo, si es posible, los de extracción, mas para esto tendremos que aumentar a los efectos extranjeros los derechos, pues es imposible hacerlo de otro modo en el actual estado de las cosas, en que los agricultores piden que les disminuyan las cargas y los prestamistas de Londres cobran sus intereses, que suben a dos millones y medio de pesos, sin contar cinco millones decaídos, que también nos cobran, y sin contar igualmente los inmensos gastos que estamos haciendo para ponernos en estado de defensa contra el Perú y la España; y. lo que es peor todavía, desorganizada la república, sin rentas y sin opinión. Aseguro a Vd. francamente que esta situación me desespera y llega a darme la idea de no poder mejorar la suerte de la república de ninguna manera; por esto, pues, necesitamos ahora más que nunca de la mayor economía posible en los gastos públicos y mejorar la administración de las rentas internas cuanto sea dable. Desearía, por otra parte, que Vd. me mandara todos los meses un apunte de los gastos militares, para saber si podemos hacer alguna reforma conveniente de gastos inútiles en esta parte; y aun Vd. mismo debería ejecutar esta reforma tan pronto como sea posible. Examine Vd. bien las cuentas y verá que más se gasta en oficiales que en soldados, y no podrá Vd. negar que este es un perjuicio muy grande al estado y al ejército.
Si, mi querido general, hagamos ahorros, pues perecemos de otra manera, con tantos acreedores y tantas necesidades como nos rodean. Me es muy sensible lo que Vd. me dice del Dr. Peña, cuyos males lo mortifican en los momentos en que la patria necesita más de sus servicios. El es buen amigo nuestro y muy capaz de ayudarnos en cuanto quiera, porque tiene instrucción y talento. Dígale Vd. de mi parte que se mejore como lo deseo con toda sinceridad. Recomiendo a Vd. mucho al señor Mendoza y a su familia. El señor Ayala dice que no ha recibido el despacho de general y yo no sé que responderle. El es un tonto en lo que piensa, pero es hombre de bien en el fondo y no es capaz de hacer daño a nadie, y aunque nunca hemos sido amigos, siempre lo he juzgado así. Es antiguo coronel y ha servido en cuanto lo han mandado, además nunca desacreditará al gobierno por su conducta. Soy de Vd. afmo. amigo.
BOLÍVAR.
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