Bogotá, 24 de agosto de 1828.
SEÑOR DR. JOSÉ ÁNGEL ÁLAMO.
Mi querido Álamo:
Tengo a la vista las muy apreciables cartas de Vd. del 6, 12 y 20 de julio, que he leído con todo el interés que ellas contienen, y que me han dado informes muy interesantes ciertamente y que aprovecharé a su tiempo.
Con respecto a lo que Vd. me dice sobre la policía, había ya mandado que el general Arismendi volviese a tomarla a su cargo, persuadido de que él serviría este destino como nadie; y también con el objeto de libertar a Vd. de este enfado y entorpecimiento de sus negocios.
En estos tres días se publicará el decreto por el cual reasumo yo las facultades que me ha concedido el pueblo; y, al mismo tiempo, se convocará un congreso nacional para el año 30, para que el pueblo no crea, o más bien la demagogia, que se le quiere gobernar sin congreso. Durante estos dos años haremos mucho.
Sabrá Vd. que al fin se ha concluido el contrato de venta de las minas de Aroa y mi apoderado en Londres me pide los títulos de propiedad. Yo escribo a Antonia para que los mande, y que, al mismo tiempo, concluya con la familia del vizcaíno la transacción que teníamos pendiente, pagándole los tres mil pesos que habíamos convenido, aunque sean de las letras que están en poder de Vd., o de ella, pues que entonces me es más fácil pagar a Vd. librándole contra el fondo de Inglaterra.
Yo espero, mi querido Álamo, que Vd. se interesará en este asunto cuanto le sea posible, a fin de que esos señores reciban sus títulos y la propiedad de la mina sin ningún reato. Véase, por Dios, con María Antonia, aunque le cueste, y empéñela en que se concluya la transacción con la vizcaína. Si hubiese inconvenientes, véase con el general Páez, para que interese sus respetos y su empeño para con esa gente, que nada gana con molestarse inútilmente.
Déme Vd. esta prueba de amistad y créame su afmo.
BOLÍVAR.
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