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DOCUMENTO 1749. DEL ORIGINAL O.C.B CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL JOSÉ ANTONIO PÁEZ. FECHADA EN BOGOTÁ EL 29 DE JULIO DE 1828. INFORMANDO QUE VENEZUELA SE DECLARO Y AHORA ESPERA EL RESULTADO DE OCAÑA; PARTICIPA QUE ANSÍA MEJORAR Y ALIVIAR LA SUERTE DE UN PAÍS TAN MISERABLE, Y QUE SUSPENDIÓ LA GUERRA DEL SUR Y PROPUSO UNA TREGUA A CAUSA DE LA EXPEDICIÓN ESPAÑOLA.

Bogotá, 29 de julio de 1828.

AL EXMO. SEÑOR GENERAL J. A. PÁEZ.

Mi Querido General:

He recibido la apreciable carta de Vd. del 24 de junio en que me dice que Venezuela está abiertamente declarada y que sólo espera el resultado final de Ocaña, por lo que ya juzgo consumado el acto de que se dio ejemplo aquí y se ha continuado por todas partes sin excepción de una sala aldea, y aun aumentándose el entusiasmo en las últimas actas como ha sucedido en las de Antioquia, Río Hacha y el Sur, donde se han pronunciado discursos y puesto cosas estupendas.

Tendré mucho gusto en que venga el secretario de Vd. a comunicarme, de parte de Vd., lo que tenga por conveniente, pues verbalmente se explica y se entiende todo mejor. Repito de nuevo que deseo con ansia mejorar la suerte del pueblo de Venezuela para que el pueblo esté más sumisamente gustoso con el gobierno y le cueste a Vd. menos trabajo dirigir su marcha. Además, el pueblo está tan miserable, que es preciso aliviarlo a todo trance, lo que dependerá de las medidas que Vd. proponga de acuerdo con sus habitantes.

Mucha pena me causa repetir a Vd. que las noticias de la expedición se confirman más y más cada día, pues desde Londres nos escriben oficialmente que no hay duda de la expedición, y tanto los papeles extranjeros como los comerciantes, confirman esta detestable noticia. Mejore Vd., pues, el ejército de línea cuanto sea compatible con nuestros recursos; y será muy conveniente que los escuadrones de milicia se alisten lo mejor posible, pues no tenemos caballería de línea, pues Vd. tendrá que auxiliarnos con caballería si vinieren hacia esta parte, pues no hay modo de formarla en este país, y como he dicho antes, el centro de nuestras costas puede ser preferido para esta maldita expedición.

He sabido también con sentimiento que no se le ha participado a Vd., como era debido, las órdenes sobre dinero que he dado a Barinas. El caso fue éste: yo marchaba para Cartagena y no había con que contentar aquella tropa, que perecía, y tampoco sabía si habría una guerra civil que tendría yo que sostener a toda costa. Luego ocurrió que las tropas de Maracaibo morían de hambre y Lara tuvo que hacerlas mantener por el vecindario; yo las mandé dispersar imprudentemente no teniendo que mandarles, y muy pronto me arrepentí y revoqué mi orden, pero llegó tarde, aunque mandé a Ibarrita volando y el mismo

Ibarrita llevó mis órdenes para Barinas para que socorriesen a Maracaibo, porque no había otro recurso que tomar. Al mismo tiempo supe las miserias de Cumaná y que Venezuela no podía hacer más por aquel departamento; mandé también volando que Guayana [1]] auxiliase a Cumaná, porque no hay duda de que cada una de esas provincias debe auxiliar a la otra, para que puedan existir las costas defendidas, y yo le suplico a Vd. que no deje de hacerlo en cuanto sea posible y mucho más en las circunstancias actuales. Maracaibo está arruinado y Cumaná lo mismo, y los mayores peligros amenazan a esas dos provincias. Vd. vería por mi decreto cuando salí de aquí, que iba a mandar inmediatamente los departamentos de Venezuela, además si el gobierno tuviera que dirigirse a Vd. sólo para el gobierno de esos departamentos en cada uno de sus ramos, necesitaría Vd. de un secretario de estado con conocimientos universales para despachar tolas las materias, y seria necesario, además, tener mucho tiempo, el que no sobra a Vd., para atender a la defensa del país. Además sería necesario haber variado el régimen de los departamentos. En lo que no hay la menor duda es en que se le ha faltado a Vd. si no se le participaba lo que se mandaba ejecutar, y es regular que el general Soublette excuse y explique a Vd. esta omisión, pues yo verdaderamente no sé ni tenía noticia de ella, porque no hay la menor duda de que eso era de cajón, como dicen. Por otra parte Vd. no debe sentirse conmigo si alguna vez me dirijo directamente a los súbditos, pues hay casos en que no se puede perder tiempo, y el gobierno tiene que entenderse directamente con el que está más cerca, y Vd. mismo habrá hecho esto mismo no pudiéndolo evitar por las circunstancias, mucho más cuando está uno de prisa y poco acostumbrado a las etiquetas.

En fin, mi querido general, Vd. no haga caso de esto, puesto que no hay falta de mi parte y todavía tengo menos idea de faltar a su autoridad y disminuir sus facultades.

Diré a Vd. que he tenido que mandar suspender la guerra del Sur, por medio de un armisticio a causa de estos malditos españoles, para lo cual he mandado a O’Leary hasta Lima a concluir un tratado preliminar que pueda servir para la paz, o a lo menos para darnos espera. También sabrá Vd. que Bolivia se preparaba para la defensa y que la guerra continuaba por aquella parte sin mucho riesgo de la nuestra. El general Sucre se viene indefectiblemente y ya estará en Colombia: todo por moderación y porque no digan que él hace la guerra por ambición. El ejército boliviano lo manda Urdininea, hombre muy valeroso y de talento y se cree que la presidencia se la darán también a él. Tenga Vd. la bondad de hacerle muchos cumplimientos de mi parte al señor Peña, a su secretario y reciba Vd. el corazón de su amigo de corazón.

Bolívar.

P. D.— Acabo de saber con infinita pena que Mendoza está muy malo. En este caso que Briceño se encargue de la intendencia como ya se ha dicho.

Notas

[1] [En el original dice Cumaná.

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