Bogotá, 29 de julio de 1828.
SEÑOR GENERAL DIEGO IBARRA.
Mi querido Diego:
En este momento mismo recibo tu carta de junio o julio en que me das noticias que nos son muy interesantes y su mayor parte agradable, sobre todo por lo que respecta al general Páez y a la amistad que me profesa; la mía es sincera como tú la conoces, y no hay razón en el mundo para que desconfié de ella. En fin, no hablemos más de esto.
Te supongo ya instruido de todo lo que ha sucedido después de la disolución de la gran convención y el pronunciamiento de esta capital, que ha sido imitado en toda la Nueva Granada con el mayor entusiasmo como ha sucedido en Antioquia, Río Hacha y Maracaibo, y no aguardo sino que Venezuela toda y el Sur hayan manifestado sus votos, para decir a la república que me encargo de sus destinos y obrar en conformidad.
La causa de Padilla se sigue sin interrupción y como todos hemos pensado, Santander se halla comprometido en ella, más todavía no se le ha arrestado, por no convenir en este momento.
No tengas cuidado por la primacía; yo no te privaré de ella, siempre lo eres y lo serás.
Dale memorias a tu querida Mercedes, al Marqués, y tú créeme tu afectísimo amigo.
BOLÍVAR.
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