Bogotá, 7 de julio de 1828.
SEÑOR GENERAL DIEGO IBARRA.
Mi Querido Diego:
Tengo a la vista tus cartas del mes pasado, que he leído con mucho gusto, atendiendo a que todo lo que me dices no es de tan mal agüero, sobre todo ahora que me encuentro en una posición que no deja de ser ventajosa, por hallarme revestido de una autoridad suprema que me dará los medios de atender a todo sin obstáculo. Así, aguardo con impaciencia saber el resultado de Venezuela luego que hayan sabido las ocurrencias, de esta capital; hasta entonces no podré decir a la nación que me encargo y respondo de sus destinos.
Ayer hemos recibido la noticia de la invasión que ha hecho el pérfido general Gamarra sobre Bolivia y se hallaba ya en Oruro; se añade que el general La Mar venía al Sur nuestro a dirigir las operaciones Esto me ha obligado a dar la proclama que incluyo y a tomar medidas muy enérgicas, a fin de repeler, y aun invadir si es precisa; ya no podemos tolerar los insultos y agravios que nos irroga el Perú todos los días, sin mengua del honor nacional.
Yo debo permanecer aquí algún tiempo para arreglar los negocios de esta república, que se halla muy desordenada y muy corrompida. Así, te encargo que trabajes con mucho empeño en mantener la disciplina entre las tropas y la moral sobre todo.
Escríbele al Marqués y saluda a tu querida Mercedes, creyéndome tu afectísimo amigo.
BOLÍVAR.
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