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DOCUMENTO 1708. DEL ORIGINAL, O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL JOSÉ A. PÁEZ. FECHADA EN BUCARAMANGA EL 5 DE JUNIO DE 1828, DANDO NOTICIAS DE LAS PARTIDAS QUE DESTRUYEN A VENEZUELA Y DE LOS ÚLTIMOS SUCESOS DE LA GRAN CONVENCIÓN DE OCAÑA; PIDE SE TOMEN MEDIDAS PARA CONSERVAR EL ORDEN EN EL DEPARTAMENTOS Y SE CONVOQUE UNA JUNTA COMPUESTA POR EL INTENDENTE, EMPLEADOS DE HACIENDA, EL MINISTRO DEL TRIBUNAL DE JUSTICIA, LOS HACENDADOS, COMERCIANTES Y EL ASESOR DUARTE.

Bucaramanga, 5 de junio de 1828

A S. E. EL GENERAL JOSÉ A. PÁEZ.

Mi Querido General:

Hemos recibido ayer un correo de Caracas y Valencia, pero sin traer una sola carta para mí de Vd. En el resto de la correspondencia se dice que todo marchaba bien y que no había novedades.

El general Silva me ha mandado noticias de Guayana, tomadas por declaraciones juradas, en que consta que la provincia de Cumaná está perfectamente asolada por las partidas, las que degüellan y saquean a todos los que encuentran. También añade que todos los generales del Oriente son enemigos míos y de Vd., y que persiguen a los que nos proclaman. En fin, Vd. sabrá lo que hay por allá. De todos modos es preciso tomar medidas para que esos desórdenes no sigan. Por esta causa quise yo ir al Oriente a arreglar los desórdenes del Orinoco y Maturín. y si no lo hice, fue por darle gusto a Vd., pues yo poco caso hubiera hecho de la gran convención, porque sabía muy bien que ninguna influencia tendría sobre mis enemigos, que eran los más, no habiendo venido a ella cerca de cuarenta de los amigos. Yo tengo más cuidado por Venezuela que por toda La república junta.

Sé que la aduana de Guayana está en muy buen estado. Dé Vd. órdenes que manden diez mil duros todos los meses a Cumaná; aL general Salom que los mande buscar, pero con todas las precauciones posibles para que no se los roben.

He escrito a Vd. ya, por medio de Ibarra, diciéndole que no hay que esperar nada de la gran convención, porque el partido de Santander ha tomado la preponderancia decididamente, queriendo destruir al gobierno con una constitución detestable. Por lo tanto, una tercera parte de sus miembros piensa abandonarla, para que se disuelva y quede reducida toda ella a una tercera de la totalidad de los miembros, que son ciento doce o catorce. Por supuesto, no habrá reforma de constitución y tendremos que esperar para otro período esta reforma. Yo propuse a mis amigos tres diferentes expedientes, con la mira de contrapesar la influencia de Santander y de poner en los mayores embarazos a nuestros contrarios; pero nada han logrado. El primero fue insistir en mi renuncia, y no quisieron tratar de ella los contrarios; el segundo fue que dividieran la república en tres o cuatro estados: tampoco se pudo conseguir, porque todos se opusieron diciendo que no tenían facultades para eso y otras mil razones; y últimamente, propusieron mis amigos que me llamaran: cuarenta votos se opusieron, y perdieron. Ahora ya habrán propuesto un nuevo proyecto de constitución, que tampoco admitirán. Entonces piensan proponer un gobierno provisorio, que tampoco admitirán; y sólo esperan esto para dejar la gran convención. Sobre esto también les he hecho observaciones; pero tampoco harán caso de ellas. Por último, yo me voy para Bogotá dentro de tres días, contando con que Vd. mantendrá a Venezuela en el mejor estado en esta nueva crisis.

También cuento con que el pueblo será constante y fiel a los votos que han pronunciado solemnemente. El Sur ha hecho otro tanto y la Nueva Granada está decidida a dar todos sus votos por mi permanencia en el mando. Así me lo escriben todos mis amigos y particularmente mis amigos [1]] de donde me llaman con instancia. Ya Cartagena ha hecho manifestación a la misma gran convención con respecto a mí, y Bogotá está pronta a dar las mayores pruebas, lo mismo que Popayán, Tunja y el Socorro. Solamente las ciudades de Pamplona y Mérida se portan con mucha indiferencia porque sus magistrados son enemigos míos. El de Pamplona ya lo he quitado, pero no sé que hacer con el señor Piñango, pues luego se quejarán de que es pardo.

Yo creo que los pueblos de Venezuela no tienen ya más nada que hacer, sino permanecer fieles a sus protestas y esperar los resultados. Todo lo demás sería superabundancia de acción y motivos para algunos bochinches. Decidiéndose los departamentos de Popayán, Bogotá y Tunja, ya yo estoy suficientemente autorizado para salvar la patria, y convocaremos el congreso, o la gran convención para cuando se juzgue conveniente. Sobre esto yo consultaré a mi consejo de gobierno, que en el día está muy bien compuesto, pues los antiguos ministros de Santander son sus mayores enemigos. También Bogotá ha cambiado mucho, pues antes todo el partido era por Santander; pero ya lo han empezado a conocer y hay infinitos que se han desengañado.

Me escribe mi hermana que hay muchísima miseria en Venezuela y que aquéllo va a perecer por la falta de recursos para la existencia. Yo quiero saber cuáles son las causas, y qué remedios se pueden aplicar: para esto convoque Vd. una junta compuesta del intendente, de dos o tres empleados de hacienda, de un ministro del tribunal de justicia, de cuatro hacendados y de dos comerciantes y el asesor Duarte que es hombre instruido. Si Revenga está en Caracas, debe ser también convocado; y que esta junta me proponga las mejoras para esos departamentos: pero consultando siempre los medios de subsistir la tropa y el gobierno, pues sin esto se acabará el estado y vendrán los enemigos, que harán mayores daños y destruirán la libertad para siempre.

No me ocurre otra cosa y mande Vd. a su amigo que lo ama de corazón

BOLÍVAR.

P. D. He pensado mucho sobre lo que debemos hacer en el día y he resuelto dejar que las cosas permanezcan en el estado actual, hasta ver que se haga ejecutar de acuerdo con la opinión pública y con verda­deros intereses nacionales.

Soy de Vd. otra vez.

Notas

[1] [Así está.

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