Bucaramanga, 5 de junio de 1828.
AL SEÑOR GENERAL BARTOLOMÉ SALOM.
Mi Querido General:
Ayer recibimos el correo de Venezuela y no he tenido el gusto de recibir ninguna carta de Vd., pero se dice que todo marchaba bien.
Silva me escribe de Guayana, que, por declaraciones juradas tomadas allí, consta que la provincia de Cumaná está enteramente asolada por las partidas, que degüellan y saquean a todo el que encuentran. También se asegura que todos los generales del Oriente son enemigos míos y del general Páez y que persiguen a nuestros amigos. Vd., que debe estar allá, tratará que todo esto se acabe y haya orden, paz y unión. Como uno de los medios más eficaces para obtener estas ventajas, son los recursos, he dispuesto que de Guayana se le remitan a Vd. diez mil pesos mensuales, pues en aquella aduana hay sobrantes con que poder hacer esta remesa. Vd. debe tomar sus disposiciones a fin de que este dinero venga con seguridad, libre de los corsarios del mar y las partidas de tierra. Y mande Vd. por él, que será lo mejor y más acertado. Con este recurso y los arbitrios con que Vd. ha debido comenzar su nuevo mando, se puede mejorar ese infeliz departamento.
Mis ideas con respecto a la gran convención se han realizado, y ya está visto que nada hay que esperar de ella, porque el partido de Santander ha tomado la preponderancia queriendo destruir al gobierno con una constitución detestable. Así es que una tercera parte de sus miembros piensa abandonarla para que se disuelva y quede reducida a una tercera de la totalidad de sus miembros, que son por todo ciento y pico. Desde luego, la constitución no será reformada sino en otro período. Mis amigos a instancias mías propusieron mi renuncia como uno de los medios de poner a nuestros contrarios en los mayores embarazos; pero nada se logró, porque no la quisieron tomar en consideración. Por último propusieron dividir la república en dos o tres grandes departamentos; tampoco se pudo conseguir, porque todos se opusieron diciendo que no tenían facultades para eso, y, por fin, propusieron mis amigos que me llamaran, y cuarenta votos se opusieron. En estos días habrán propuesto un nuevo proyecto de constitución que tampoco admitirán.
Todas estas cosas y la persuasión de que aquel cuerpo no hará nada de bueno, me han determinado a marchar a Bogotá dentro de tres días contando con que el general Páez mantendrá a Venezuela y que los amigos como Vd. cooperarán con él, durante esta nueva crisis, a que ese país se mantenga en el mejor estado. En el Sur sucederá lo mismo, pues que se ha declarado de un modo Irrevocable por mi permanencia en el mando. Cartagena ha hecho otro tanto y lo mismo los departamentos de Cauca y Boyacá a excepción de Pamplona.
Vds. pues, deben mantenerse tranquilos ocupándose únicamente de conservar y mejorar sus departamentos: una vez que Venezuela se ha manifestado de un modo tan solemne por las representaciones de sus pueblos, será un mal aumentar la acción de elementos que, habiendo ya producido el bien que debía esperarse, causarían ahora trastornos.
Ansío por saber la llegada de Vd. a Cumaná y el efecto que haya producido allí su destino. No deje Vd. de escribirme y créame su afmo. de corazón.
BOLÍVAR.
P. D—Dígame Vd. quien puede ser útil en Cumaná para relevarlo a Vd. y procure ganar a Bermúdez, que no sé porque odia, pues yo no pude evitar lo que sucedió y nunca pudo Imaginarse que yo prefiriera a Marino; también debía saber como estaba todo el pala cuando yo ful a Venezuela. [1]
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