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DOCUMENTO 1697. DEL BORRADOR, O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL JÓSE ANTONIO PÁEZ, FECHADA EN BUCARAMANGA EL 2 DE JUNIO DE 1828, INFORMANDO EL ESTADO DE LAS COSAS DE LA GRAN CONVENCIÓN DE OCAÑA, EN LO REFERENTE AL PROYECTO DE CONSTITUCIÓN Y LA PROPUESTA DE DIVIDIR A COLOMBIA EN 3 O 4 ESTADOS; PIDE SE DEFIENDA Y SALVE AL PAÍS DE LA HORROROSA TORMENTA QUE SE AVECINA

Bucaramanga, 2 de junio de 1828.

(SEÑOR GENERAL J. A. PÁEZ, ETC. ETC.)

Mi Querido General:

Mando a Vd. a Andrés Ibarra con órdenes para que no se disperse, como se había ordenado antes, el batallón de Granaderos en los diferentes puntos que se habían indicado. Como esta medida es tan imprudente, la he mandado revocar, y prefiero, desde luego, que tres compañías de Granaderos vengan a Cúcuta, con un buen oficial a su cabeza, por el puerto de San Carlos del Zulia que es el camino más corto para llegar a Bailadores y después a San José. En aquel acantonamiento recibirán los auxilios necesarios sin que les falte nada. Por el puerto de los Cachos pueden venir los equipajes y las municiones correspondientes a cuarenta cartuchos cada uno y sus piedras de chispa, todo más que menos.

Ibarra informará a Vd. del estado de las cosas por acá y por Ocaña. Las derrotas de los amigos los tienen desesperados y están empeñados en retirarse, antes de firmar una constitución que arruine a Colombia. Yo les he escrito que vean bien lo que hacen, y que si se precipitan a un paso tan decisivo podemos correr mil peligros sin objeto. En fin, veremos lo que hacen. Las últimas cartas que he recibido son muy terminantes y resueltas. Van a proponer un proyecto de constitución muy liberal, pero temen que no lo admitirán porque los de Santander se niegan a todo y diez o doce venezonalos los apoyan. Además, hay un partido indiferente que frecuentemente se pone de parte de los insolentes y facciosos: sólo los diputados de Cartagena, del Sur y la mitad de Venezuela son adictos al gobierno. Por junto son veintiséis enteramente decididos a abandonar el campo en la semana que viene y disolver con esto la gran convención, si ésta no conviene en una constitución regular siquiera, o en un gobierno provisorio para consultar antes la voluntad de los pueblos y, por último, pedir que la constitución se someta a la aprobación popular para que la acepte, la modifique o la rechace. Si ninguno de estos partidos quieren admitir esos obstinados santanderistas, los buenos diputados rehusan consagrar sus maldades, aunque éste es un escándalo que nos pondrá en grandes compromisos, y nos hará perder mucho en la opinión de los extranjeros. Yo había propuesto a mis amigos una resolución que conciliara todos los intereses de las diferentes secciones de Colombia, que era dividirla en tres o cuatro estados y que se ligaran para la defensa común, pero nadie se ha atrevido a apoyar este expediente, y todo el mundo me ha acusado de que quiero abandonar la patria y aun perderla, sacrificando mi gloria y los más sagrados intereses de Colombia. Me mandaron de Ocaña a O’Leary para que me convenciera; yo he tenido que ceder, porque mi deber es salvar la república en peligro tan inminente, pues nunca ha sido mi intención ni sacrificarla ni perder mi gloria: mi única mira fue combinar intereses opuestos y partidos encarnizados.

Yo espero por momentos una horrorosa tormenta, y, por lo mismo, debemos prepararnos a conjurarla, tomando todas las medidas de precaución para que el desorden no nos arrastre a los crímenes de una sanguinaria anarquía. Por tanto, pues, tome Vd. sus providencias precautelativas contra los enemigos externos e internos, que se precipitarán a los mayores excesos en esta crisis horrorosa. Para cuando llegue Ibarra a Maracaibo ya se habrá decidido la suerte de Colombia en bien o en mal, y siendo Vd., como es, el encargado de la defensa de ese país, debe hacer todo lo necesario para salvarlo. Yo continuaré ejerciendo las facultades extraordinarias y Vd. hará otro tanto conforme a las circunstancias.

Dígale Vd. al general Lara que tenga esta carta por suya, que no le escribo porque no sé si estará todavía en esa o habrá marchado a relevar al general Carreño, que no quiere estar más en Barinas y que me ha rogado hasta por Dios que lo saque de allí. Por consiguiente, esta carta es igualmente dirigida al general Carreño para que obre del mismo modo sea en Barinas o en Maracaibo, siguiendo las circunstancias o el orden de las cosas.

La compañía que estaba en Barinas y que se ha mandado ir a Guayana, no debe hacer este movimiento por la misma razón que no van los Granaderos a relevarla; mientras tanto soy de los tres generales Lara, Carreño y Briceño muy amigo y servidor.

BOLÍVAR.

P. D.—Se me olvidaba decir a Vd. que es indispensable oír la opinión pública para saber que es lo que desea para que se adopte un gobierno provisorio que prepare la adopción de un nuevo gobierno legal. Yo no me mezclo en indicar ni una palabra. Insistí en que la gran convención se convocara para que la voluntad nacional se cumpliera, pero esto no ha tenido lugar y, por lo mismo, es mi deber ponerla en estado de que muestre sus deseos libremente y que cada uno pida lo que quiera, sea lo que fuere, con tal que no se avancen a obrar arbitrariamente. Encarezco a Vd. que cualesquiera que sea el partido que el pueblo adopte, sea con mucho orden y conforme a las leyes.

Esta carta original tiene varias enmendaturas y probablemente quedó en el archivo, sección conservada por O’Leary, como borrador de la siguiente, perteneciente a la colección de Aristides Rojas, proveniente ésta del archivo de Páez, como ya va expresado.

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