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DOCUMENTO 1882. CARTA DE BOLÍVAR A PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ FECHADA EN SAN FÉLIX EL 19 DE JUNIO DE 1817, EN LA QUE LE RECONVIENE POR SUS TEMORES. COMO ANEXO A LA CARTA AUTÉNTICA SE REPRODUCE EL TEXTO DE LA MISMA ADULTERADO POR JOSÉ DOMINGO DÍAZ .*

San Félix, junio 19 de 1817

Ciudadano Pedro Briceño Méndez.

Upata.

Mi querido Briceño:

He recibido con mucho gusto la apreciable carta [1]] de Vmd. del 16. Pero le aseguro a Vmd. con franqueza que no creí jamás que fuese Vmd. tan tímido como parece por su carta. Me dice Vmd. que le ahorre si puedo el sacrificio de hablarme con franqueza. No es, ciertamente, porque Vmd. me tema a mí, porque con bastante libertad me dice Vmd. su opinión: luego es por otro cualesquier temor que yo no sé imaginar. Vamos, querido Briceño, tenga Vmd. más confianza en su situación; no se desespere Vmd. por tan poca cosa. Vmd. sin duda se ha imaginado que estamos en una situación como la de Cartagena, Güiria o Carúpano [2]], donde las circunstancias me fueron desfavorables, y donde el espíritu de partido triun­fó de la justicia y de la patria. Si hasta ahora he sido moderado por prudencia, no lo he sido por debilidad; no crea Vmd. que las intrigas sean tan grandes que nos puedan destruir. Jamás he tenido una situación más feliz, a pesar de quien diga lo que quiera. A mi voz obedecen tres mil hombres, que harán lo que mande, defenderán la inocencia, y no permitirán facciones. Créame Vmd., Briceño: Vmd. no debe temer nada; Vmd. no está ni en Constantinopla, ni en Haití [3]]: aquí no hay tiranos ni anarquía, mientras yo respire con la espada en la mano. Si hasta ahora he sufrido algunos desórdenes no los tema Vmd. más, que voy a corregirlos, y respire Vmd. con libertad; hable Vmd. con la misma; obre Vmd. con firmeza y no tema Vmd. más que lo que yo temo a mi querido Briceño.

Adiós amigo.

BOLIVAR.

* Del original. Archivo del Libertador, vol. 44, fol. 17-18. La firma y rúbrica del Libertador son autógrafas; el texto de la carta es de letra de José Gabriel Pérez. En el sobrescrito, de la misma letra, consta: "Ciudadano Pedro Briceño Méndez. Upata. El General Bolívar". Este es otro de los documentos del Libertador que José Domingo Díaz insertó, luego de adulterar y desfigurar su contenido, en la “Gaceta de Caracas”, n° 184, de 22 de abril de 1817. Después del texto auténtico, la Comisión Editora ha decidido reproducir también el texto apócrifo, por las razones expuestas en la nota principal del doc. n° 1879. Véase, sobre las cartas apócrifas en general, lo expresado en la nota principal del doc. n° 1878.

Notas

[1] [Esta carta del Coronel Pedro Briceño Méndez para el Libertador, fechada en Upata el 16 de junio de 1817, corre inserta en la obra editada por el Dr. Vicente Lecuna, “Simón Bolívar, Obras Completas”, tomo I, pp. 238-240. Dice así:

"Upata, 16 de junio de 1817 "A S.E. el jefe supremo, &.

"Mi general:

"Voy a dar a Vd. cuenta del encargo que se sirvió hacerme en su apreciable del 13.

"Según estoy informado por el general Piar no se ha tratado de erección de nuevo gobierno, o a lo menos no ha llegado a su noticia. Lo que se intenta no es crear, es reformar el que hay, y hablando en términos propios, ayudar a Vd. en el gobierno. Es verdad que este pensamiento tal vez no habría tenido lugar sin la farsa de Cariaco; pero también es verdad que no tiene nada de semejante a aquélla. Aquí no se pretende la menor cosa contra Vd., su autoridad se respeta, y queda existente. Toda la pretensión es dar a Vd. un senado o consejo para que tenga algo de democrática o representativa nuestra forma de gobierno, y para que haya quien trabaje en lo civil y político mientras Vd. se ocupa en las atenciones de la guerra.

"Esto es todo lo que he podido saber en el asunto; pero se me asegura, que aunque tiene un gran partido este proyecto, nunca fue el objeto de los que lo concibieron llevarlo a efecto tumultuariamente, sino pro­ponérselo a Vd. y que se ejecutara con legitimidad. No sé si me engañan. Creo que no, porque no hay un motivo.

"Yo no me atreveré a decir a Vd. mi opinión. Siendo yo un ente puramente pasivo debo pasar por todo y callar, además de que no me creo capaz de formarla en un negocio de tanta importancia. Conozco, sin embargo que, aunque no deja de tener sus inconvenientes, tiene también sus ventajas respecto de Vd. y respecto a la república.

"En el primer sentido, porque habrá un cuerpo que parta con Vd. la responsabilidad, y en quien podrá Vd. descansar. En el segundo porque estarán mejor servidos muchos ramos del gobierno que es imposible puedan administrarse por un hombre solo, tan cargado siempre de atenciones como Vd., principalmente en nuestro actual estado de desorden y desor­ganización. "Mirando el proyecto del modo que se lo he presentado, me parece que no choca en nada con su autoridad, y puede, por el contrario, producir tal vez el efecto que se busca.

"Prescindiendo del objeto de dar al gobierno una forma republicana, se proponen también sus autores otro no menos interesante. ¡Oh, si se lograra, cuánto deberíamos al que lo concibió! Este fin es ver si se consigue evitar los celos, temores y desconfianzas que desgraciadamente se han sembrado entre los generales y especialmente contra Vd. Dicen que el general Mariño, no temiendo ya el absoluto poder de Vd., entrará de buena fe en su deber, cosa que no es de esperar de otra manera. Que los demás jefes, las tropas y los pueblos se aquietarán, y fundarán espe­ranzas de ser libres al ver un cuerpo que representa sus derechos y que garantiza en cierto modo la libertad. No me toca decidir si, en efecto, debamos prometernos todo esto; pero tengo para mí que de la unión, enlace y relaciones que se den a las facultades del senado con la autoridad del jefe supremo dependerá lo que deba esperarse.

"Por querer instruir a Vd. detenidamente de todo, me he excedido. Vd. me dispensará, y conocerá en esto mi celo, no obstante los chismes en que no habrán dejado de envolverme.

"Había jurado enmudecer para no exponerme a otra crítica que la de egoísta o tonto; pero, la carta de Vd. me ha obligado a quebrantar mi juramento por esta vez. Si es posible excusarme igual sacrificio, lo estimaría como un favor muy distinguido.

"El general Piar asegura a Vd. su amistad, y le protesta que si ha asentido el proyecto ha sido porque juzga que esta ligera innovación, lejos de alterar sus derechos, realza el brillo de la magistratura suprema que Vd. ejerce. El no aspira sino a la unión y concordia general entre los jefes, y a la libertad de la patria que desaparecerá al desvanecerse aquélla. El es amigo de Vd. a pesar de los esfuerzos que se han hecho y se hacen para...

"P. Briceño Méndez".

Hasta aquí el texto de la carta original del Coronel Briceño Méndez para el Libertador. Como se habrá observado, dicha carta está trunca: falta la parte final. Es notable el hecho de que al publicarla el Dr. José Domingo Díaz en la “Gaceta de Caracas”, n° 184, de 22 de abril de 1818 (luego de haber manipulado y adulterado el texto original) se detuvo también en el mismo lugar del texto, y anotó lo siguiente: "Ignoramos qué cosa continuaba refiriendo Briceño, porque falta el resto de la carta y no se ha podido encontrar". O sea que la carta del Coronel Briceño llegó ya trunca a manos de José Domingo Díaz, lo cual no tiene nada de raro si se considera que estos documentos de la Secretaría del Libertador cayeron en poder de los realistas a raíz de las derrotas su­fridas por el Ejército republicano en el Semen y otras acciones, según lo expresa el Dr. Lecuna en su estudio “Cartas Adulteradas” (ver nota principal del doc. n° 1878). Lo dicho demuestra que la carta apócrifa publicada por el Dr. Díaz en la “Gaceta de Caracas” n° 184 dándola como fechada en Upata a 15 de junio de 1817, está basada en un documento auténtico de Briceño Méndez que éste suscribió en Upata, no el 15, sino el 16 de junio de aquel año, documento al cual el Dr. Díaz le hizo varias interpolaciones, supresiones, cambios, etc., adulte­rándolo. Para los efectos de consulta y cotejo, se inserta a continuación el texto apócrifo que publicó el médico y periodista realista en la Gaceta citada:

CARTA APÓCRIFA.

"Upata, junio 15 de 1817 "Mi general:

"Voy a dar a Vd. cuenta del encargo que se sirve hacerme en su apreciable del 13.

"Según estoy informado por el general Piar no se ha tratado de erección de nuevo gobierno, o, a lo menos, no ha llegado a su noticia. Lo que se intenta no es crear, es reformar el que hay; y hablando en términos propios, ayudar a Vd. en el gobierno. Es verdad que este pensamiento tal vez no habría tenido lugar sin la farsa de Cariaco; pero también es verdad que no tiene nada de semejante a aquélla. No se pretende aquí la menor cosa contra Vd.: su autoridad se respeta y queda existente. Toda la pretensión es dar a Vd. un senado o consejo para que tenga algo de democrática o representativa nuestra forma de gobierno; medida más importante a Vd. que a nadie; pues, si los que han concebido el proyecto, lo han hecho pensando coartar su suprema autoridad, Vd., que tiene la fuerza, obrará sin límites, mientras que ellos con su insignificante proyecto tienen adormecidos los pueblos. Piar dice que es indispensable que haya quien trabaje en lo civil y político, mientras Vd. se ocupa en las atenciones de la guerra.

"Esto es todo lo que he podido saber en el asunto; pero se me asegura que aunque tiene un gran partido este proyecto, nunca fue el objeto de los que lo concibieron llevarlo a efecto tumultuariamente, sino proponer­lo a Vd. antes de su ejecución. No sé si me engañan, pero creo que no, porque no hay un motivo.

"Yo no me atreveré a decir a Vd. mi opinión. Siendo yo un ente puramente pasivo, debo pasar por todo y callar, además que no me creo capaz de formarla en un negocio de tanta importancia. Conozco, sin embargo, que aunque no deja de tener sus inconvenientes, las ventajas son de parte de Vd., porque bien conocerá Vd. cuanto le importa que mientras esté ocupado en la conquista de toda Venezuela y la Nueva Gra­nada, y su persona tan lejos, haya un simulacro de gobierno, que, en­cantado con su forma, sofoque los partidos que pudieran suscitarse contra Vd., cierto de que después la gloria de las conquistas, la fuerza y la opinión harían desaparecer esta farsa. Vd. me entiende, y debe recordar cuanto hemos hablado en el asunto. El proyecto como se presenta en nada choca con la autoridad de Vd. y debe producir los efectos que indico. Más claro, mi general, el proyecto parece contra Vd., pero es para Vd., y contra los que lo han concebido y desean realizarlo.

"Por querer instruir a Vd. detenidamente de todo me he excedido. Vd. me dispensará y conocerá en esto mi celo por Vd., no obstante los chismes en que no habrán dejado de envolverme. Había jurado enmudecer para no exponerme a otra crítica que la de egoísta o tonto; pero la carta de Vd. me ha obligado a quebrantar mi juramento por esta vez. Si es posible excusarme igual sacrificio, lo estimaré como un favor muy distinguido.

"El general Piar asegura a Vd. su amistad y le protesta, que si ha asentido al proyecto, ha sido porque juzga que esta ligera innovación, lejos de alterar, realzará el brillo de la magistratura suprema que Vd. ejerce. El no aspira sino a la unión y concordia general entre los jefes, como tan interesante a la común conservación. El es amigo de Vd., a pesar de los esfuerzos que se han hecho y hacen para..."

[2] [Se refiere Bolívar, a tres ocasiones en las cuales su autoridad fue desconocida por sus propios compañeros de armas u otros jefes republicanos. En Carúpano, en setiembre de 1814; en Cartagena, en mayo de 1815; en Güiria, en agosto de 1816. En esas tres oportunidades el Libertador tuvo que separarse del mando del Ejército.

[3] [Las referencias a Constantinopla y a Haití podrían interpretarse del modo siguiente: Constantinopla, capital del Imperio Otomano, era sinónimo de "gobierno tiránico" desde que en su obra Del espíritu de las Leyes el Barón de Monstesquieu (de quien fue Bolívar gran lector) había popularizado este concepto. Obsérvese que el Libertador escribe a continua­ción: "...aquí no hay tiranos..." Lo relativo a Haití es más complejo, pero es indudable que, en el caso presente, a la ecuación "Constantinopla Tiranía" correspondía en la mente de Bolívar la ecuación: "Haití Anarquía"; por esto agrega, después de "...aquí no hay tiranos": "ni anarquía..." Ahora bien: el concepto "anarquía", en relación con Haití, podía tener dos significados. Por un lado, tal vez pensaba Bolívar en la desordenada situación que prevaleció entre los emigrados de Costa Firme asilados en Haití, durante los primeros meses de 1816, y a la cual tuvo que enfren­tarse el Libertador para organizar la expedición de Los Cayos. Pero también podría haber pensado en los orígenes y el desarrollo del proceso independentista haitiano, que tuvo características de guerra social —es­clavos contra hacendados— con un acusado tinte racial— negros y mu­latos contra blancos— al mismo tiempo que constituía una lucha por la independencia —haitianos contra franceses—; todo lo cual tuvo por consecuencia una profunda transformación de la sociedad haitiana y el desbordamiento del elemento popular, que rompió en ciertos momentos todos los diques. Queden señalados estos aspectos como simples hipótesis sometidas a la consideración del lector, a propósito de la mención por el Libertador de "Constantinopla" y de "Haití".

CARTA APÓCRIFA

San Félix, junio 19 de 1817 Mi querido Briceño:

He recibido con mucho gusto la apreciable carta de Vd. del 16; pero le aseguro a Vd. con franqueza que no creí jamás que fuese Vd. tan tímido como parece por su carta. Me dice Vd. que le ahorre el sacrificio de hablarme con franqueza. No es, ciertamente, porque Vd. me tema a mí, porque con bastante libertad me habla Vd. cuanto quiere, y como debe hacerse entre personas que nada deben reservarse: luego es por otro cual­quiera temor que no sé imaginar. Vamos, querido Briceño, tenga Vd. más confianza en su situación v no se desespere Vd. por tan poca cosa. Vd., sin duda se ha imaginado que estamos en una situación como la de Cartagena. Carúpano o Guiria, en donde las circunstancias nos fueron tan desfavorables, y donde el espíritu de partido, triunfó de nosotros. Vamos, no tema Vd. una repetición de estos sucesos, que si hasta ahora he sido moderado, no lo seré en lo sucesivo. No crea Vd. que las intrigas sean tan grandes que nos puedan destruir. Jamás he tenido una situación tan feliz, aunque digan lo que quieran. El poder supremo está en mi mano, y no se tratará de quitárseme impunemente. ¡Pobre del que lo intentare! Dos mil hombres me obedecen y están dispuestos a ejecutar cuanto les mande. Deben obedecerme los ambiciosos y los intrigantes, y me obedecerán. Piar no será temible dentro de poco ni inquietará nuestra tranquilidad.

Créame Vd. Briceño: Vd. no tiene que temer nada. Vd. no crea que está en Constantinopla ni en Haití: otros lo estarán según su conducta, afectos y proyectos.

Vd. está a mi lado y en mi estimación: esto basta. No hay aquí, ni habrá más voz que la mía, mientras yo respire con la espada en la mano. Si hasta ahora he sufrido algo, no lo tema Vd. más, pues nada sufriré: contemplaré sólo lo que deba contemplar, y mientras lo deba.

Respire Vd. con libertad; hable Vd. con franqueza; obre Vd. con firmeza y actividad en lo acordado; y no tema Vd. más que lo que yo temo a mi querido Briceño.

Adiós, amigo.

BOLÍVAR.

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