Ciudadano Secretario de la guerra del Gobierno general.
Los esfuerzos de Cartagena por destruir mi ejército van a producir la total ruina de la Provincia, que al fin ha venido a tomar parte en esta guerra de un modo escandaloso, horrible y destructor de ella misma. Los pueblos, que a mi entrada me recibieron con alegría y tranquilidad, han sido trastornados, y están hoy confundidos en una anarquía y disolución espantosa.
E1 Gobierno de Cartagena, no pudiendo obrar mi exterminio con las murallas de su ciudad, ha adoptado el medio más torpe, más infame, y el más perjudicial para conseguirlo: ha introducido papeles alarmantes y seductivos [1]; ha enviado armas y municiones; y ha destinado oficiales españoles [2] que internándose en el país, y obligando a los pueblos a tomar las armas, han convertido la Provincia en guarida de bandidos. Apenas hay lugar que no esté en insurrección; las poblaciones han sido abandonadas, y sus habitantes, refugiados a los montes, roban y matan a cuantos transitan. Este es el verdadero estado de la Provincia de Cartagena. Yo había previsto este caso, y creyendo que para evitarlo era más conveniente la suavidad y dulzura, que el rigor y la fuerza, seguí constantemente una conducta la más benigna y condescendiente: me abstuve de introducirme en los negocios civiles y políticos; dejé la administración de justicia en las mismas manos en que la hallé; no gravé a ningún vecino en nada; y ni aun los obligué a que me trajesen víveres; éstos se compran por comisionados del ejército en los pueblos que son abundantes, no por su justo valor, sino por el que cada propietario exige; y hasta para el transporte y remonta del ejército se han pagado los fletes de las cabalgaduras. La correspondencia ha sido rebelarse todos; interceptar mis comunicaciones; matar a los oficiales y soldados que se separan un paso de las fuerzas; atacar y sorprender a éstas cuando son débiles; y privarme, en fin, de todos los recursos.
En tal extremidad ¿qué otro partido me queda que el de hacer la guerra del mismo modo que se me hace a mí? Muy sensible, muy doloroso me es asolar este Estado. Así lo he significado a Cartagena, proponiendo retirarme si me ofrecían amistad. Se me ha negado ésta; no quieren que me retire; yo, pues, me veo forzado a defenderme, y crea V.S. que no [3] perdonaré medio para lograrlo. Los pueblos serán arrasados, si se obstinan, y el Gobierno de Cartagena solo será responsable de estos horrores. Yo los he procurado evitar de todos modos; él se empeña y desea verlos ejecutar; he sufrido hasta ahora, he disimulado, he callado, y casi he consentido en estos crímenes por no ensangrentar más la contienda; pero si ellos no perdonan mi sangre y la de mis soldados ¿estaré yo obligado a respetar la suya? Decida V.S. si mi bondad por más tiempo podrá causar [4] otra cosa que la ruina del ejército; y si es mi deber contener y castigar a tan infames y crueles enemigos. Yo, sin embargo, no he tomado aún una medida severa; pero si Cartagena insiste en negarme la paz, amistad y tregua que le he pedido, no podré ahorrar ninguna.
Dios guarde a V.S. muchos años.
Cuartel General de la Popa, abril 14 de 1815.—5°
SIMÓN BOLÍVAR.
* Del original. Archivo del Libertador, Vol. 22, folios 165-166. La firma y rúbrica de Bolívar son autógrafas. El cuerpo del documento está escrito de puño y letra de Pedro Briceño Méndez.