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DOCUMENTO 1785 COMUNICACIÓN DE BOLÍVAR AL GENERAL SANTIAGO MARIÑO FECHADA EN BARCELONA EL 17 DE ENERO DE 1817 CON AMPLIO INFORME SOBRE LA SITUACIÓN DE LA CAMPAÑA Y EN PARTICULAR DE LA DERROTA DE UNARE Y SUS CON­SECUENCIAS .*

Barcelona, 17 de enero de 1817.

Al General Mariño.

Tengo el honor de participar a V.E. las operaciones que han tenido lugar desde el 31 de diciembre pasado en que llegué aquí, hasta el presente.

Es inexplicable la satisfacción que recibí al entrar en este Cuartel General, en medio del júbilo más cordial de parte de los Generales, tropas y ciudadanos de esta ciudad. En ella he encontrado la Guardia de Honor de S.E. el General Arismendi, compuesta de 300 margariteños y 700 barceloneses de todas armas, pero muchos no tenían fusiles, cuya falta reparé con los que traje. Las cercanías de Clarines se hallaban infestadas por partidas de bandidos que habían derrotado las tropas de esta ciudad enviadas a castigarlos. Posteriormente, hallándome ya aquí, expulsaron de Margarita [1] al Comandante López que mandaba más de 100 hombres y quemaron el pueblo. La se­dición se había extendido a muchos otros lugares circunveci­nos; era, pues, indispensable contener un mal funestísimo, y dar a los pueblos amigos y a los enemigos una idea ventajosa de nuestra fuerza, castigando a los rebeldes y protegiendo a los sumisos.

S.E. el General Arismendi y los señores Generales Monagas y Freytes fueron consultados por mí y aprobaron los movi­mientos que me propuse ejecutar. Toda la guarnición dispo­nible montaba a 700 hombres que bajo las órdenes inmediatas del General Arismendi marcharon conmigo. Este Jefe dividió esta pequeña División en cuatro trozos y con mi aprobación tomó el mando de la vanguardia el Coronel Hernández [2], que en esta última campaña se había distinguido altamente, y ha­bía combatido en aquellos propios lugares con el valor y la actividad que lo distinguen. Además, el Coronel Hernández conocía perfectamente el terreno y era el único Jefe que lo conocía. Por consiguiente nos propuso el plan de ataque que adoptamos contra los bandidos acantonados en el lugar de los conucos de Clarines, el cual debía ser atacado por retaguar­dia y flancos [3], envistiendo [4] sólo aparentemente por el frente. La situación de los enemigos era formidable. Fortificados en medio de un bosque impenetrable por donde no podían pasar ni aun partidas de guerrilla, sino desfilando por un sendero practicado al frente de sus trincheras, guarnecidas de artillería y fusilería. El Coronel Hernández, cegado por su propio valor y por un arrojo inconsiderado, condujo nuestra vanguardia, que era seguida del centro, hasta el pie de los parapetos del cantón en la formación de columna maciza sin tirar un tiro de fusil. A la cabeza de esta columna marchaba una pieza de artillería, que no hizo muchos tiros sin desmontarse. El ene­migo no empezó su fuego sino cuando pudo aprovecharlo de un modo horrible. Luego que observé la temeridad de este ataque mandé flanquear con guerrillas al enemigo; pero en vano, porque nada se podía efectuar, si no era escalar de frente la trinchera enemiga. La metralla y la fusilería [5] hacían tales estragos en nuestra columna que ésta empezó a vacilar y al fin se desordenó. Muchas veces intentamos a la bayoneta to­mar el puesto. Yo mismo puse pie en tierra y conduje esta columna al asalto. El General Arismendi y todo el Estado Ma­yor hicieron otro tanto. Nada pudo conseguirse, a pesar de nuestra resolución. La confusión se introdujo de un modo es­pantoso, habiendo penetrado la caballería enemiga en medio de nuestra columna. Todos los Jefes estaban a la cabeza de ella y si todos no perecieron, fue por un prodigio del cielo y del valor de tan bravos oficiales. El Coronel Hernández quedó en el campo. El Coronel Mesa [6] perdió su caballo de un lanzazo, al lado del General Arismendi que escapó por milagro. El Ayu­dante general Ruiz [7] perdió peleando su caballo; en una pa­labra, los oficiales pelearon como soldados y sin embargo no lograron salvar sus tropas de una completa derrota. El río de Unare ahogó muchos; perdimos muchas armas y toda nuestra pérdida, inclusive los dispersos, pasa de 150 ó 200 hombres.

Tan grande como ha sido esta fatalidad, su resultado en nada nos ha perjudicado; pues por el contrario, este infortu­nio nos ha producido grandes ventajas.

S.E. el General Arismendi marchó luego a los Llanos a reu­nir las divisiones de la Nueva Granada y del General Piar que ya estarán en marcha hacia el Chaparro; pues sólo esperaban mis órdenes para ejecutarlas. El General Zaraza con sus tropas se halla en el Chaparro. El General Monagas con su División obra de nuevo contra los bandidos de Clarines. El General Freites se halla levantando un nuevo cuerpo de tropas para formar una reserva, y esta plaza se halla ya perfectamente fortificada, amunicionada [8] y guarnecida por más de 1.000 hombres de todas armas. Un nuevo impulso parece anima a estos habitantes después de este desgraciado suceso.

Dios, &.

Barcelona.

[BOLÍVAR.]

* Del copiador. Archivo del Libertador, vol. 23, fol. 70 v° 71. Escrito de puño y letra de Pedro Briceño Méndez. Para las características del libro copiador, véase la nota principal del doc. n° 1740.

Notas

[1] El pueblo de la Margarita (Anzoátegui), citado anteriormente. El oficial López que se menciona a continuación en el texto podría ser Cipriano López.

[2] El Coronel Tomás Hernández. Véase la nota 1 del Doc. n° 1346 en el vol. IX.

[3] Testado: "presentando".

[4] En el copiador dice "envistiendo". Puede interpretarse como "em­bistiendo" o "invistiendo".

[5] Testado: "operaban tan activamente".

[6] Ricardo Mesa. Véase la nota 1 del doc. n° 1489 en el vol. IX.

[7] Posiblemente Pablo Ruíz Méndez, citado en la nota 8 del doc. n° 1472 en el vol. IX.

[8] Testado: "abastecida".

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