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DOCUMENTO 1237. COMUNICACIÓN DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR DIRIGIDA AL SECRETA­RIO DE LA GUERRA DEL GOBIERNO GENERAL, FECHADA EN EL CUARTEL GENERAL DE MOMPOX A 27 DE FEBRERO DE 1815, EN ANGUSTIOSA APELACIÓN A SU AUTORIDAD PARA RESOL­VER EL PROBLEMA DE CARTAGENA.*

Ciudadano Secretario de la guerra del Gobierno general.

Al fin he recibido la misión que el Gobierno de Cartagena dirige cerca del Soberano Congreso; y cuando yo esperaba, como el iris de paz, al enviado que suponía autorizado para transar conmigo las diferencias y acordar la cooperación que tanto [1] he solicitado de su comitente, hallo que sus facultades son ningunas, y lo que es más, descubro un fondo de mala fe, que me hace temer un rompimiento casi inevitable.

Las miras únicas de aquel Gobierno son paralizar mis operacio­nes, entreteniéndome mientras la plaza de Cartagena se provee de víveres y hace algunas reclutas. El ve que de este modo mis tropas perecen de fiebre, los fondos del ejército se consumen, el soldado nuevo se cansa de sufrir y deserta; la opinión pública, que tenía fundadas sus esperanzas en mí para terminar la guerra de Santa Marta, decae al verme en inacción; y el partido, en fin, de Carta­gena prevalece. Yo temo mucho este resultado, porque estoy pal­pando las causas que lo han de producir, y no siento aplicar el remedio para impedirlo. Otras veces he insinuado a VS. lo que juzgo conveniente para atajar males de tal tamaño; pero repetiré que si el Gobierno general no viene a cortar por sí mismo la dis­cordia, es indispensable emplear la fuerza, aunque quizás sin fruto. Yo he aplicado [2] toda la prudencia y moderación posible, y nada he conseguido, ni creo que consiga más el comisionado del Gobierno general. Sin embargo, para dar la última prueba de mi amor a la paz, he enviado ayer para Cartagena a mi Secretario ciudadano Rafael Revenga, con las instrucciones y poderes necesarios para que trate con el Gobierno, a fin de que se me presten los auxilios y se pongan de acuerdo conmigo para arreglar mis operaciones. Aguar­do impaciente la respuesta.

Si Cartagena se hace sorda a la voz del deber, nuestro ejército se destruye indefectiblemente, porque nuestras operaciones serán muy lánguidas a causa de que nos faltan municiones, armas y hasta hom­bres (porque la fiebre nos quita por lo menos la mitad del ejérci­to). También la escasez de dinero contribuirá a nuestra ruina, pues apenas tendremos para el mes que viene, porque los gastos hechos en los Batallones de Tunja y Mompox, han consumido mucha parte del que traje en el ejército; estaban desnudos y ha sido pre­ciso vestirlos; se les debía todo su haber, y los he satisfecho. En una palabra, si por amistad no logramos reducir a Cartagena, nuestra pérdida es casi inevitable; los enemigos nos tomarán la espalda cuando nosotros nos internemos hacia la plaza, y seremos envueltos por todas partes; y si nos quedamos en la inacción nos destruimos más seguramente, porque todo, todo, todo tiende directamente a la disolución. El caso es extremo, y no hallando otro medio de evitarlo ha ido mi Secretario con facultades de someterse a todo, de ofrecer mi amistad y obediencia a todo el mundo, para sacar un partido y evitar la guerra. Si la tenemos, no hay duda, todo es perdido.

Mi comisionado lleva cartas de recomendaciones para cuantas personas tienen poder e influencia en Cartagena. El es amigo del Comandante de la plaza Mariano Montilla [3], que es el autor de nuestras calamidades actuales y que será siempre el autor de todas las destrucciones, porque él es, permítaseme la expresión, un disol­vente universal. Castillo [4], Cortés [5] y su partido entero son muy in­feriores en intriga y malignidad al Comandante Montilla. Su pro­pio hermano Tomás [6] no ha entrado en sus proyectos y está sirvien­do con nosotros; observe V.S. por esto cuan escandalosa será la conducta del ciudadano Montilla [7].

Se me quiere atribuir despotismo en Venezuela, siendo yo Dic­tador y en medio de la anarquía; parece, pues, consecuente que la conducta de mis detractores debía ser regular, y no violenta y ar­bitraria, mucho menos, no siendo más que subalternos; pues atien­da V.S. a estos hechos. Los Piñeres [8], Cordón [9], Ángulo [10] y varios oficiales de Venezuela son arrojados sin forma de proceso, desti­tuidos y difamados. Otros oficiales de Cartagena misma, han sido vilipendiosamente tratados por Castillo y Cortés. El primero arran­có la charretera a un oficial por haber vendado a un parlamentario suyo, y lo ultraja en medio de la plaza pública de Cartagena, delan­te de las tropas; y Cortés mete en el cepo a un oficial, y atrepella con su caballo a otro. El Secretario de Castillo, Capitán Galindo [11], es enviado a Bocachica [12], porque en conversación con el Gobernador Gual [13], desaprobó la colección de firmas que se estaba ha­ciendo para pedir a Castillo de General. Castillo viola el correo y abre la correspondencia; dice altamente que no hay más Constitu­ción que su autoridad; desobedece al Gobierno general, y emplea todas las artes perversas para destruir mi ejército; ¡un ejército de hermanos, de héroes, de víctimas, de libertadores, digno en fin, de arcos y laureles! ¡Ah! esta suerte es bien injusta; pero el Gobierno puede evitarla.

Dios guarde a V.S. muchos años.

Cuartel General de Mompox, febrero 27 de 1815.-5°.

SIMÓN BOLÍVAR

[Nota al margen: Santa fé, 18 de marzo de 1815. Que se aprueban las medidas que indica, y que se aguarda el resultado de la misión de Revenga y Marimón. (Hay tres rúbricas). Rodríguez. (Rúbrica), fho. en id.

* Del original. Archivo del Libertador, Vol. 22, folios 96-97. La firma y rúbrica de Bolívar son autógrafas. El cuerpo del documento es de letra de Pedro Briceño Méndez. La nota marginal es de amanuense no identifi­cado; la firma y rúbricas son autógrafas.

Notas

[1] Se escribió "tantos" y se tachó la s final.

[2] Se escribió primero "empleado" pero luego con otra tinta se corrigió encima "aplicado".

[3] Mariano Montilla. Véase la nota principal del Doc. N° 101, en la Correspondencia Personal.

[4] El Brigadier Manuel del Castillo y Rada.

[5] Manuel Cortés Campomanes.

[6] Sobre Tomás Montilla véase la nota 10 del Doc. N° 97 en la Correspondencia Personal, y la nota principal del Doc. N° 712, en la Correspondencia Oficial.

[7] Se refiere en este caso a Mariano, no a Tomás.

[8] Sobre los hermanos Gutiérrez de Piñeres (o Piñérez), véase la nota 4 del Doc. N° 1.202.

[9] Se refiere al sacerdote colombiano José Cordón, quien era miem­bro del Cuerpo legislativo de Cartagena durante los acontecimientos de fines de 1814 y comienzos de 1815. Junto con otros fue expulsado de Car­tagena al entrar a la plaza las fuerzas del Brigadier Castillo. Pasó luego a Haití, donde vivía aún hacia 1818. Tradujo del francés al castellano la obra de Marmontel, “Historia de la Destrucción de los Incas”.

[10] Antonio Ángulo, uno de los caudillos del pueblo de Cartagena que impulsaron la proclamación de la Independencia absoluta. Fue miembro de la Convención Constituyente de 1812 y más tarde de la Legislatura del mismo Estado.

[11] Capitán Galindo. Entre los varios oficiales de ese apellido no he­mos podido precisar de cuál se trata.

[12] Uno de los fuertes de la plaza de Cartagena, que servía de prisión.

[13] Pedro Gual.

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