Trujillo, 30 de marzo de 1824.
[Señora María Antonia Bolívar]
Mi querida Antonia: He recibido en estos días unas cuantas tuyas en que me hablas del estado de tus cosas y de las mías. También he celebrado infinito de que me hables de Lino [1], que amo más que nunca, por sus desgracias. Siento infinito que las circunstancias no me permitan servirle como merece. Díceselo así, con el mayor esclarecimiento, y que no lo olvidaré jamás.
El negocio de Aroa [2] es ciertamente de la mayor importancia para nosotros; por consiguiente, te mando el poder especial para que puedas contratar el arrendamiento de dichas minas y posesiones, con la cláusula expresa que ha de ser aprobado por mí este contrato antes de llevarse a efecto. Yo escribí a Peñalver antes, y escríbele tú ahora, instruyéndole de todo y pidiéndole noticias sobre este asunto, y sobre Aroa. Procura también imponerte de lo que sepan de Chirgua [3], para cobrar los arrendamientos, y que no se pierdan como hasta ahora.
Anacleto [4] tiene mi poder general y puede servir en todo caso para legalizar el contrato, si lo exigiere el arrendador.
Celebro mucho el buen estado de tu familia y las noticias que me das de Juanica [5], a la que dirás muchas cosas por su silencio; pues nada sé de ella.
Procura ver al tío Feliciano [6], a ver si quiere pagar lo que debe en Chirgua, y mándalo a apurar por Anacleto con la justicia: esto es, si él se resiste a pagar y ser justo.
Mira con mucho cuidado el arrendamiento de Aroa, que es de la mayor gravedad: que intervenga un abogado en la contrata. Dale las gracias al Dr. Paúl [7] por su defensa.
Dale muchas, muchas memorias a Anacleto y a todos tus hijos. Soy tuyo de corazón.
BOLÍVAR.
* Archivo del Libertador, vol. 171, folio 281. De una copia de época posterior, al parecer de letra de Juan B. Pérez y Soto. Sobre la destinataria, véanse las notas a los Docs. Nos. 74, 96 y 118.