CARTAGENA, 18 DE JULIO DE 1827
SR. CRISTÓBAL MENDOZA
Mi Querido Amigo:
Recién llegado a esta ciudad participé a Vd Las noticias que había encontrado en ella; la buena disposición de sus habitantes y mi resolución de marchar a la capital. Ayer ha llegado el correo de Bogotá, y hoy mismo despacho esta carta con el objeto de informarle del estado de los negocios de allí y las noticias del Sur. En Bogotá continúan no como antes, sino peor y cada vez con más descaro. Ya no queda duda de que el objeto de Santander es envolver a Colombia en ruinas para que Venezuela y yo perezcamos en medio de ellas; allí no se da un paso que no tenga este objeto; el que no es enemigo mío y de Vd., lo es de la patria; se le persigue y se le insulta; se halagan las facciones ¿el Sur y hasta se aplauden las agresiones cometidas por el Perú contra la integridad de la república, pues es cosa sabida por documentos y declaraciones de Bustamante que su comisión era agregar el Sur al perú. La gran convención, que era considerada como el complemento de las esperanzas del pueblo, se ha echado en olvido, y, para decirlo de una vez, se quiere someter a Venezuela y a Colombia toda a la inicua administración de robo y rapiña que ha reinado en ese Bogotá. Para lograr estas pérfidas miras se me presenta al pueblo como un tirano, un ambicioso; se anulan los decretos que he dado en bien de Venezuela, y, últimamente, se quiere apagar mi gloria para que luzca la iniquidad. Interesado como debo estar en la suerte futura de Venezuela y en la conservación de Colombia, si es posible, debo oponerme y me opondré a la marcha tortuosa que ha tomado la facción. Así estoy ya pronto a marchar a Ocaña con un cuerpo de tropas que comenzarán a salir mañana mismo, pues que sólo de este modo podré restituir a Colombia la tranquilidad que antes gozaba y oponerme a las miras inicuas del Perú. De este modo me opondré también a la ruina de Venezuela que, sin duda, es el más fuerte conato de mis enemigos. Mas, para lograr esto, debo contar con la cooperación de las personas que, como Vd., deben interesarse en su bienestar, y por lo cual espero que Vd. procurará que las órdenes que doy al general Páez no se entorpezcan; al contrario, cuento con que Vd. las promoverá con su autoridad y el celo que le distingue. Tenga Vd. presente, mi querido amigo, que ya no se trata de personalidades, sino de evitar la guerra civil que amenaza a nuestra patria nativa, que debemos salvar a toda costa. Yo, solo en este mundo, no tengo más interés que el general: Vd. tiene éste y el de una generación entera que crece a su vista.
El Sur arde en guerra. El general La Mar, peruano, se mantiene en Guayaquil, pretextando someterse a las leyes de una patria que insulta con su autoridad. Una división (*) existe en Riobamba pronta a batir a Guayaquil.
En lin, aquello es un laberinto en que nadie se entiende, ¿y yo solo podré calmar estas agitaciones? ¿Mi voz será oída, cuando no es respetada mi moderación? Recuerde Vd. los días de enero en Venezuela, ¿fío evité la guerra civil?
Soy de Vd. afmo. amigo.
BOLÍVAR.
(*) La copia dice "sedición", y así se ha publicado. Flores nombrado intendente y comandante militar del Guayas se situó en Riobamba a reunir tropas. Véanse carta de Flores de 3 de abril de 1827, O’Leary, IV, 18; y Restrepo, IV, 36.
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