Cartagena, 12 de julio de 1827.
AL GENERAL FRANCISCO RODRÍGUEZ DEL TORO.
Mi Querido Marqués:
A los cinco días de la navegación más cómoda y feliz que he tenido jamás llegamos a esta ciudad donde me han recibido del modo más lisonjero y más entusiasta. Montilla, aquel mismo Montilla, se ha portado como un héroe y me ha conservado la opinión de Cartagena, que me han querido arrancar Santander y sus partidarios por cuantos medios les ha sugerido la infamia y la intriga. Pero nada han podido: Cartagena me ha hecho demostraciones tan lisonjeras, que creo firmemente que en este país he encontrado una segunda Venezuela. Los asuntos del Sur van de mal en mal: la guerra civil se ha encendido allí como era de -esperarse; los partidos vagando en sus opiniones, como en sus operaciones, destruyen el país sin hacerle ningún bien. Mucho temo que mi presencia sea necesaria allí y, sin embargo, no deseo pasar más allá de Bogotá porque no puedo ni debo perder de vista a Venezuela, sobre cuyos destinos e intereses debo velar y a cuyo suelo debo consagrar mis restos. Vd. sabe, Marqués, que éste es mi más vehemente deseo, es la ambición que me domina, es la venganza que debo tomar de los que me persiguen. Todos me instan porque vaya a Bogotá; yo conozco que, aunque no es agradable para mí, es útil a la comunidad, y, desde luego, me determino a marchar dentro de pocos días. Entre tanto descansaré y me impondré de todo lo que debo saber para mi gobierno. Déle Vd. muchas expresiones a todos mis parientes y amigos. A Antonia que nada tengo que decirle porque nada ocurre, y Vd., mi querido Marqués, reciba el corazón de su afmo.
BOLÍVAR.
Adición.—Memorias a la familia y amigos.
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