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DOCUMENTO 1343. DEL ORIGINAL. O. C. B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÌVAR AL GENERAL RAFAEL URDANETA FECHADA EN CARACAS, 14 DE ABRIL DE 1827. ENVIANDO NOTICIAS SOBRE LA INSURRECCIÓN DEL EJÉRCITO COLOMBIANO EN LIMA CONTRA SUS JEFES Y OFICIALES VENEZOLANOS; PIDE MANTENGA LA MAYOR VIGILANCIA CON LOS OFICIALES Y JEFES GRANADINOS, MIENTRAS OBSERVA LO QUE DEBE HACER Y AGUARDA LAS MEDIDAS DEL CONGRESO.

Caracas, 14 de Abril de 1827.

A S. E. EL GENERAL RAFAEL URDANETA, ETC., ETC.

Mi Querido General:

Anteayer ha llegado un oficial de Bogotá, a traerme la noticia de la insurrección del ejército colombiano en Lima contra sus jefes y oficiales venezolanos acaudillado por los granadinos que pertenecían a él. Lara, Sandes y veinte y tantos jefes y oficiales han sido remitidos presos a Bogotá a disposición del gobierno. Un teniente coronel Bustamante, oficial muy obscuro, ha sido nombrado comandante general de aquel ejército. Esta ocurrencia ha trastornado todo el gobierno peruano: se han cambiado dos ministros, y, en fin, al orden y tranquilidad que allí reinaba ha sucedido el desorden y la anarquía. Yo no sé, a punto fijo, los detalles de estos acontecimientos porque no tengo más noticias que las que me ha comunicado Santander refiriéndose a los partes que le daba Bustamante. Por lo que veo del acta hecha por los oficiales granadinos, parece que todo se ha hecho bajo el pretexto de defender la constitución colombiana y sostener al poder ejecutivo.

Por todo lo que digo y lo que Vd. sabrá ya, verá Vd. que el principal móvil de esta revolución ha sido odio a los venezolanos. Así me apresuro a escribir a Vd. participándole este suceso para que tome cuantas medulas de precaución le sugieran sus cálculos y buen juicio. Desde ahora digo a Vd. que debe Vd. tener la mayor vigilancia con los oficiales y jefes granadinos, que pudieran tal vez querer imitar el ejemplo de los de Lima, y separe de su destino y aun hágalo salir del país, a todo aquel o aquéllos que Vd. crea que sean sospechosos. Tenga Vd. mucho cuidado con todo lo que venga a Mérida.

Iré comunicando a Vd. sucesivamente cuanto sepa sobre estos asuntos a la verdad desagradables; pero que hechos debemos remediar por cuantos medios estén a nuestros alcances o, por lo menos, conservar en orden y tranquilidad nuestra patria.

Haga Vd. que el batallón Carabobo vuelva a tomar todos los hombres que hayan pasado a "Vargas" y que esos dos cuerpos conserven su antigua composición, pues en las órdenes pasadas ha habido una grande equivocación. Vuelvo a decirle, mi querido general, tenga Vd. mucha vigilancia: Vd. está a la vanguardia de Venezuela y pudiera suceder que a Vd. le hicieran la misma que a Lara de cuenta de venezolano.

Conviene que Vd. se ponga en comunicación directa con los señores Padilla, Montilla y Muñoz, de Cartagena y Panamá, para que le comuniquen a Vd. las noticias que sepan. Exhórtelos Vd. a que se mantengan firmes en su puesto y no se dejen sorprender. Yo no les escribo porque temo que en estas circunstancias mis cartas sean sorprendidas. Por mi parte, aguardo con impaciencia saber cuales son las medidas del congreso; entre tanto veo lo que debo hacer en circunstancias tan difíciles. Vd. sabe que yo he tomado el mote de hombre de las dificultades. La guerra es mi elemento; los peligros mi gloria. Se ha pretendido destruirlo todo por una traición y yo no permitiré tal perfidia y una ignominia eterna. La persecución me irrita y alienta a los mayores esfuerzos. Vd. puede asegurar esto a todo el mundo. Yo espero los sucesos y la conducta de Bogotá. Entonces veremos lo que debemos hacer. En estos días se puede temer todo, pero dentro de algunos meses es de esperarse que el cálculo y los sucesos produzcan una reacción muy favorable. La Providencia misma no puede permitir que el robo, la traición y la intriga triunfen del patriotismo y de la rectitud más pura. En vano se esforzará Santander en perseguirme: el universo entero debe vengarme, porque no hay un punto donde hayan llegado las noticias de nuestros servicios y sacrificios, que no tenga partidarios de nuestra reputación y de nuestra causa. Yo juzgo así, porque mi conciencia me lo dice y yo no sé que la conciencia de esos señores esté tan tranquila como la mía. Cuando quede reducido a nada estaré satisfecho de mi propia ruina y la veré como una gloria y un martirio poco merecido. Además la destrucción del país viene de continuo a vengarme de mis ingratos persecutores y esto mismo justifica mi conducta. Si los traidores triunfan, la América meridional no será más que un caos, pero, a la verdad, yo no concibo tal triunfo. Unos viles ladrones no pueden formar masa capaz de combatirnos. Además, Venezuela es un erizo y mi nombre un talismán. Conozco las vías de la victoria y los pueblos viven satisfechos de mi justicia. Todo esto me consuela.

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