Bogotá, 14 de Septiembre de 1827.
SEÑOR GENERAL : MARIANO MONTILLA.
Mi muy Querido General y Amigo:
El 10 del corriente he llegado a esta ciudad sin novedad, pues aunque el viaje ha sido penoso, mi salud se ha mejorado bastante desde que entré en un temperamento templado. Los pueblos del tránsito todos me han recibido con entusiasmo y se han mostrado extraordinariamente contentos de mi venida, porque con ella se ha restaurado la tranquilidad que habían perdido estos departamentos, agitados de diferentes modos por el espíritu de partido.
Las noticias del Sur no son del todo desesperadas: algunos amigos me anuncian que entre los mismos que cooperan a los trastornos en Guayaquil hay hombres decididos por servir en favor del gobierno, si yo tomaba las riendas de él. Flores se ha conducido en el Ecuador bien, y este departamento, como el del Azuay, están tranquilos. Actualmente sólo me llama la atención Guayaquil; y el general Illingworth, a quien Vd. conoció en Cartagena, ha sido nombrado intendente por renuncia de Mosquera: es hombre querido de aquel pueblo, casado en él y lleno de buenas ideas.
Sabrá Vd. que se anuncia por este último correo del Sur que Santa Cruz ha sido declarado no ciudadano del Perú; que el Cuzco y Puno se han separado de aquella república y agregádose a Bolivia, que Arequipa le disputa a Lima la capitalidad y que a cuarentitrés individuos del congreso perunano que se declararon por mí los han proscripto los revolucionarios. Es de sentirse los males que van a caer sobre aquel país, y ya nos dicen que claman por un ejército colombiano que vaya a darles estabilidad y mantener el orden que desapareció desde enero de este año. Nada de esto me coge de nuevo; todas estas son consecuencias que yo había previsto, y aunque debemos aguardar la ratificación de las noticias, ellas merecen algún crédito por las personas que las comunican. Al congreso lo he reunido extraordinariamente para informarle de los asuntos de Venezuela y con el objeto de tomar algunas medidas absolutamente necesarias.
He dado orden para que el batallón Apure vuelva a Cartagena, pues con las tropas que hay aquí, en el Cauca y Sur, hay bastante número para restablecer el orden y obrar si fuere necesario. Además, no hay fondos para poder sostenerlas porque el tesoro está agotado en todas partes.
Ya habrá visto Vd. en "El Constitucional" impresa el acta del Socorro, manifestando sus sentimientos en consonancia con los nueve departamentos que me han invocado como el arbitro de las disensiones. Otro tanto han hecho los demás pueblos del departamento de Boyacá y algunos de Cundinamarca, incluso la capital. Todos los colombianos anhelan por un centro común y mi suerte quiere que sea yo. Esto sólo es lo que me estimula a consagrarme a la causa de la patria; pero para ello es necesario que mis amigos, y especialmente Vd., velen incesantemente en sus departamentos para conservar el orden y tranquilidad. A Vd. no tengo nada que advertirle porque sus luces y su patriotismo nada me dejan que desear.
Celebraré infinito que su salud sea buena. Salude Vd. a los amigos y presente Vd. mis afectos a la señora de Vd. con la sinceridad que le profesa en la amistad de todo corazón.
BOLÍVAR.
P. D.—Si Vd. lo juzga conveniente ya se puede encargar Amador de la intendencia. Carreño se va con "Apure", pero pienso mandar a éste a Maracaibo de intendente y a Espinar al Istmo.
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