Plata, 26 de noviembre de (1825).
Al Señor Don Manuel Lorenzo Vidaurre.
Mi estimado amigo:
En Potosí, la noche de San Simón, tuve el gusto de recibir la estimable carta de Vd. en que me pregunta si yo permaneceré en el Perú. Diré a Vd. francamente que mi intención es renunciar a todo mando en él, dejar a su congreso general, que se instalará el 10 de febrero, precisamente, en la más amplia libertad para sus deliberaciones, para que promulgue y sancione las leyes que quieran dar a su patria y determinen de su suerte. Sin duda que ninguno mejor que ellos pueden hacer el bien de la nación, porque ellos la representan en toda su plenitud. Estos son mis sentimientos, mi estimado amigo, y crea Vd. que yo los realizaré. He sentido infinito, que Vds. se hayan encontrado solos en el Istmo, y aun es más sensible que se dilate la instalación del gran congreso tan solo por falta de los diputados ya nombrados. No obstante a Vds. debe consolarles la idea de ser los primeros que han tenido la gloria de pisar la tierra destinada a ser recordada como la, más venturosa. He visto las noticias que Vd. me comunica sobre españoles y franceses en La Habana y Puerto Rico: yo he tomado mis medidas para todos los casos, y no olvide "Vd. que yo puedo disponer de veinte mil hombres que marcharán a donde los llame -la salud de la América y yo mismo los conduciría si el peligro fuese excesivo. Tenga Vd. la bondad de saludar al señor Pando su digno compañero.
Soy de Vd. su afectísimo amigo
Bolívar.
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