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DOCUMENTO 952. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A RAFAEL ARBOLEDA, FECHADA EN ORURO EL 26 DE SEPTIEMBRE DE 1826, NOTIFICANDO SU PRÓXIMA VISITA A COLOMBIA.

Oruro, 26 de setiembre de 1825.

Señor Rafael Arboleda.

Mi Buen Amigo:

No sabe Vd., mi querido amigo, el gusto que me ha dado al leer su carta del 20 de mayo, tan amable como Vd. mismo.

Vd. desea saber si yo permaneceré largo tiempo fuera de Colombia, ausente de mi patria, lejos de mis amigos, y, a la verdad, que no sé como agradecer los deseos que Vd. tiene de vivir en el país que ye mande. Diré a Vd., pues, con toda la franqueza de un amigo, que Vd. no necesita abandonar a Colombia para que pisemos el mismo suelo. Yo volveré a Colombia, no a mandarla, porque estoy bien resuelto a no ser hombre público, sino a obedecerla a ella misma, ya que por tanto tiempo la he gobernado. Este es un sentimiento que nadie podrá arrancarme del alma, y crea Vd. que ha llegado el día de cumplirlo. No aguardo sino el momento en que yo pueda desembarazarme de los negocios del Alto Perú, que ha librado su suerte entre mis manos, para regresar a mi querida Colombia, y, sin duda, que mi mayor placer será visitar la patria de los Mosqueras, Arroyos, Pombos, Arboledas, cuyas; virtudes, patriotismo y talentos son dignos del pueblo romano en los días de Catón.

El Alto Perú, reunido en la asamblea general de diputados, en Chuquisaca, ha manifestado sus deseos de gobernarse por sus propias leyes y magistrados; ha recompensado al ejército libertador con una generosidad sin límites; y, para excederse a si mismo en gratitud, han querido tomar mi nombre para dárselo a su república y han puesto el del Gran Mariscal de Ayacucho en mi corazón, dando el de Sucre a la capital. ¿No le parece a Vd. que este rasgo es grande, bello y hasta inimitable? Considere Vd., pues, cuales son las sagradas obligaciones que a la vez obligan al ejército libertador, al Gran Mariscal de Ayacucho y a mí, cuando nos prodigan honores dignos de los inmortales.

Tenga Vd. la bondad de saludar muy cariñosa y respetuosamente al venerable señor Mosquera; a su digno hijo Tomás expresiones, y Vd..mi querido Arboleda, escríbame con esa ingenuidad tan amable que lo distingue y crea que lo aprecio y lo estimo.

A los pies de la señora.

Bolívar.

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