La Paz, 8 de setiembre de 1825.
A S. E. EL GENERAL F. DE P. SANTANDER.
Mi Querido General:
El hermano del general Córdoba va para allá con licencia temporal, creo que con asuntos de su familia. Con este motivo me tomo la libertad de recomendar a Vd. este individuo que recibió una herida valerosamente en Ayacucho.
También aprovecho esta oportunidad para decir a Vd. que, por no tener un secretario colombiano, no mando de oficio todo lo relativo a los negocios de este ejército. Santana está interinamente, y apenas tiene tiempo para las urgencias continuas. Lo más importante de todo es que he creado un batallón con 1.400 plazas con el nombre de Junín, de puros peruanos, el cual está ya marchando al puerto de Arica, donde debe embarcarse para el del Istmo a fines de este mes. También va un escuadrón de "Granaderos" con 200 plazas y se embarcará junto con este batallón en la misma dirección. Después, cuando se tome el Callao, he dado orden al general Salom que embarque un batallón con 1.200 plazas con el nombre del Callao y una compañía de "Granaderos", todo por la misma dirección del Istmo como tantas veces he dicho a Vd. Yo creo que estos cuerpos harían muy buen efecto en Venezuela. Acá quedan nueve batallones con 6.000 hombres y cinco escuadrones con 1.000 caballos.
Diré a Vd. las noticias del momento: la asamblea del Alto Perú, ahora Bolívar, me ha pedido que le dé un código constitucional y me ha rogado interponga mi influencia para que el general Sucre quede por algunos años mandando esta república. Por supuesto que desea ser reconocida por Colombia, por la asamblea del Istmo y por el Perú. Buenos Aires la ha invitado indirectamente a su independencia, por lo que no hay la menor duda que aquel gobierno reconocerá inmediatamente aquella república. Por el próximo correo mandaré a Vd. todos los documentos sobre esto.Me han asegurado que Gual y el general Briceño han venido de plenipotenciarios al Istmo, de lo que me alegro mucho porque son admirables sujetos. Esto es mandar ángeles y no políticos: esto parece el siglo de oro, pues jamás se ha buscado la virtud para estos casos. Del lado de Buenos Aires todo va mal, pues los portugueses cada día los aprietan más. Se me pone que tendremos que auxiliar a esos malvados ingratos. El demonio de la gloria debe llevarnos hasta la Tierra del Fuego; y a la verdad ¿qué arriesgamos? Este ejército no es necesario por allá y las naciones del Sur necesitan para su reposo y para su libertad, de una parte de los vencedores de Ayacucho. Con darnos de baja pueden Vds. dar de alta las cuatro repúblicas del Sur.
Ruego a Vd. que le pida al congreso en mi nombre que me deje seguir mi destino y que me deje ir a donde el peligro de la América y la gloria de Colombia nos llama. Sucre, Córdoba y el ejército entero participan de este sentimiento conmigo.
Salud, de mi corazón.
Bolívar.
P. D.—He visto con mucho gusto que Vd. ha salido triunfante de sus enemigos sobre el negocio de los comisionados para el empréstito, y también he visto que los departamentos del Sur piensan en Vd. para vicepresidente. Si Vd. no sale reelecto no me encargo de la presidencia, porque no quiero que otro me pierda. Vd. y Sucre son los hombres de Colombia para el mando supremo. Yo no valgo nada para esto y lo digo de todo corazón. Yo soy el hombres de las dificultades y no más: no estoy bien sino en los peligros combinados con los embarazos; pero no en el tribunal ni en la tribuna; que me dejen seguir mi diabólica inclinación y al cabo habré hecho el bien que puedo. Basta de posdatas.
Soy nuevamente de Vd.
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