La Paz, 2 de setiembre de 1825.
SEÑOR GENERAL BARTOLOMÉ SALOM.
Mi querido general:
Acabo de escribir al presidente del consejo de gobierno largamente sobre todos los negocios del día. Suplico a Vd. que lo vea y se informe de él de todo.
Lo que más me importa en el día es no desprendernos de nuestros colombianos absolutamente y, sin embargo, mandar a Colombia 3.000 hombres para que mantengan en Venezuela el orden. Con esta mira deseo que Vd., luego que tome el Callao, levante un batallón con este nombre del Callao, sacando el cuadro de ocho compañías de los dos batallones Caracas y Araure; pero con los oficiales menos valientes y haciendo aquellas promociones necesarias para llenar el cuadro; los cabos y sargentos serán suranos, españoles y blancos. Toda la tropa será del Perú, la cual saldrá de los prisioneros del Callao, de los batallones de Colombia y del regimiento Número 3. Pero repito que todos los soldados deben ser peruanos, y su número no debe bajar de 1.200 hombres, sin contar las bandas, los oficiales y las clases. En lugar del escuadrón de caballería que había ordenado antes, no irá ahora más que una compañía con 100 plazas; pero toda, toda de peruanos y prisioneros, cuyo capitán será un buen oficial, sea de caballería o infantería,y los subalternos de la compañía pueden ser godos y promovidos del modo que sea preciso. El hecho es que yo quiero que dicha compañía vaya a formar la tercera del escuadrón de Granaderos montados que marcha a las órdenes de Escobar, cuyo uniforme es encarnado con cabos y pantalón celeste. Tanto la caballería como la infantería deben ir muy bien equipados. Los batallones de Caracas y Araure quedarán reducidos a seis compañías cada uno; y por supuesto, no bajará el número de tropas de 700 plazas cada uno. Lo mismo será con el regimiento Número 3 del Perú, o poco menos. No se olvide Vd. que algunos oficiales godos pueden servirnos muy bien. A mi nombre déles Vd. despachos a éstos y a los promovidos, y pida Vd. al gobierno de Colombia su confirmación. La tropa colombiana y oficialidad debe ir pagada de sus atrasos y gratificación.
Yo supongo que a Vd. no le quedarán menos de 1.500 a 1.600 colombianos en Lima después de hecha esta expedición. Si faltan algunos hombres, las bajas que las llenen peruanos. Yo quisiera que las compañías montasen a 120 plazas, tanto de infantería como de caballería. Alvarez que quede siempre mandando su escuadrón, y que lo ponga muy elegante; que a los oficiales, con sus ajustes, los uniforme muy bien; y que el que cometa la menor falta lo manden a Guayaquil sin cuerpo, y se pongan muchachos finos en dicho escuadrón para que parezca elegante y hermoso. Estos cuerpos de aquí, con sus ajustes, se han puesto magníficos: parecen tropas de Bonaparte. Así quiero yo que sea por allá.
Yo le mandaré a Vd. un excelente comandante para uno de esos batallones; y así mande el mejor a Colombia, que será bien reemplazado. Puedo mandarle a Vd. uno o dos más excelentes, para que arreglen esos cuerpos como lo están estos.
Vd. verá, por las leyes que incluyo, las cosas de por acá, y el interés que debemos tomar por este país. Los del Brasil atacan a Buenos Aires: ellos nos llaman.
A Heres que tenga esta carta por suya y vea la del señor Unanúe.
Allá va Ortega a buscar cosas para su batallón: déselas Vd. Yo quiero que todas las tropas estén calzadas y con botines negros.
La tropa peruana, con lo que se le ha dado hasta ahora, está pagada; pero no los colombianos, que en campaña tienen la ración de balde, sueldo íntegro y el vestuario de ordenanza.
Soy de Vd., mi querido general, afmo. amigo.
BOLÍVAR.
En el archivo de Salom existe un duplicado de esta carta dirigido a los generales Salom y Heres.
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