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DOCUMENTO 289 PROCLAMA DE BOLÍVAR FECHADA EN CARACAS EL 8 DE AGOSTO DE 1813, DIRIGIDA A LOS CARAQUEÑOS AL TOMAR POSESIÓN DEL MANDO EN LA CAPITAL DE VENEZUELA.*

SIMÓN BOLÍVAR,

Brigadier de la Unión y General en Jefe del Ejercito Libertador de Venezuela.

A los caraqueños:

Anonadados por la vicisitudes físicas y políticas hasta el ultimo punto de oprobio y de infortunio a que la suerte ha podido reducir a un pueblo civilizado, os veis ya libres de las calamidades espantosas que os hicieron desaparecer de la escena del mundo; y por decirlo así, hasta de la faz de la tierra; pues sepultados, muertos en los templos y vivos en las cavernas que el arte y la naturaleza han formado, estabais privados de la influencia del cielo y de los auxilios de vuestros semejantes.

En un estado tan cruel y lamentable, y a tiempo que las persecuciones habían llegado a su colmo, un ejército bienhechor compuesto de vuestros hermanos los ínclitos soldados granadinos parecen y, como ángeles tutelares, os hacen salir de las selvas y os arrancan de las horribles mazmorras donde yacíais sobrecogidos de espanto, o cargados de las cadenas tanto más pesadas cuanto más ignominiosas. Parecen, digo, vuestros libertadores, y desde las márgenes del caudaloso Magdalena hasta los floridos valles del Aragua, y recintos de esta ilustre capital, victoriosos, han surcado los ríos del Zulia, del Táchira, del Boconó, del Masparro, la Portuguesa, el Morador y Acarigua, transitando los helados páramos de Mucuchíes, Boconó y Niquitao, atravesando los desiertos y montañas de Ocaña, Mérida y Trujillo, triunfando siete veces en las campales batallas de Cúcuta, La Grita, Betijoque, Carache, Niquitao, Barquisimeto y Tinaquillo, donde han quedado vencidos cinco ejércitos que en número de diez mil hombres devastaban las hermosas Provincias de Santa Marta, Pamplona, Mérida, Trujillo, Barinas y Caracas.

Caraqueños; El ejercito de bandidos que profanaron vuestro territorio sagrado, ha desaparecido delante de las huestes granadinas y venezolanas que, animadas del sublime entusiasmo de la libertad y de la gloria, han combatido con un valor divino y han llenado de un pánico terror a los tiranos, cuya sangre regada de los campos ha expiado una parte de sus enormes crímenes. Vuestros ultrajes han sido vengados por nuestra espada libertadora, que a un solo golpe ha inmolado los verdugos, y cortado las ligaduras de las víctimas.

Los habéis visto, caraqueños, escaparse como tránsfugos de vuestra capital y puertos, temiendo vuestra justa indignación, y no temiendo la vergüenza de huir de un pueblo todavía encadenado. No esperaron, no, la clemencia del vencedor a que ellos no eran acreedores por las infracciones impías que han cometido en todas las partes del mundo americano; pero el magnánimo carácter de nuestra nación ha querido superarse a sí mismo concediendo a nuestros bárbaros enemigos tratados tan benéficos que le han asegurado sus bienes y sus vidas, únicos objetos de su codicia.

Mirad cuán pérfidos deben ser unos hombres que, entregándoos a la anarquía, os pusieron en la necesidad absoluta de existir en medio de los tumultos sin gobierno y sin orden. Mirad cuál será su carácter fementido y protervo, cuando abandonan a sus propios defensores a la merced de un vencedor y de un pueblo irritado que con razón clamaba a la venganza de tres siglos de opresión y de un año de exterminio. Mirad, en fin, con el vilipendio que ellos merecen, a esos miserables que erguidos en la prosperidad y cobardes en el infortunio, precipitan a sus hermanos al peligro y los abandonan en él.

Por fin, compatriotas míos, vuestra República acaba de renacer bajo los auspicios del Congreso de la Nueva Granada, vuestra auxiliadora, que ha enviado sus ejércitos, no a daros leyes, sino a restablecer las vuestras extinguidas por la irrupción de los bárbaros, que envolvió en el caos, la confusión y la muerte los Estados Soberanos de Venezuela, que hoy existen nuevamente libres e independientes y colocados de nuevo al rango de Nación.

Esta es, caraqueños, mi misión; aceptad con gratitud los heroicos sacrificios que han hecho por nuestra salud mis compañeros de armas, que al daros la libertad se han cubierto de una gloria inmortal.

Cuartel General de Caracas, 8 de agosto de 1813.— 3° de la In­dependencia y 1° de la Guerra.

SIMÓN BOLÍVAR.

ANTONIO MUÑOZ TEBAR,

Secretario de Estado [1].

* Archivo del Libertador, correspondencia oficial, f° 4. De una hoja suelta impresa en la Imprenta de Juan Baillío, como consta al pie del impreso. Se insertó también en Yanes-Mendoza, Documentos, I, pp. 244-246. No se conoce el original manuscrito. Debe haber sido publicado en la misma fecha que trae el documento, por cuanto que en la comunicación dirigida por Bolívar a la Comisión Político-Militar del Supremo Congreso de la Nueva Granada fechada el 8 de agosto se menciona esta proclama.

Notas

[1] Antonio Muñoz Tébar. Prócer civil venezolano (Caracas, 1792-La Puerta, 1814). Miembro prominente de la Sociedad Patriótica de Caracas durante la Primera República, fue uno de los redactores del periódico de aquella institución, El Patriota de Venezuela, Durante la Segunda República y hasta su muerte, acaecida en la batalla de La Puerta, en junio de 1814, fue Secretario de Hacienda y Relaciones Exteriores junto al Libertador, y desempeñó también, interinamente, la Secretaría de la Guerra.

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