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DOCUMENTO 6663. CARTA DE BOLÍVAR A SANTANDER, FECHADA EN POPAYAN EL 21 DE FEBRERO DE 1822, POR LA CUAL LE HABLA DE LAS ENFERMEDADES Y DESERCIONES EN EL EJERCITO.NECESIDAD DE REPONER LAS BAJAS. ESCASEZ DE VIVERES. DESPACHO A VALDES A TOMAR LOS PASTOS. ENVIE TODO LO QUE EN UN EJERCITO EN CAMPAÑA PUEDA NECESITAR.*

Cuartel general de Popayan, a 21 de febrero de 1822.

Mi querido general:

Allá va Lara a buscar 2.000 hombres y dos mil cosas que se necesitan para poder terminar la libertad de Colombia. Cada día se justifica más la exactitud de mis cálculos; tenemos tres columnas que en el día no montan a 2.500 hombres, porque cada una de ellas manda al hospital 20 o 30 hombres diarios. El general Torres, de aquí al Tambo ha perdido ciento setenta hombres entre muertos, desertores y enfermos, y no son más que dos jornadas. Los Rifles mandan todos los días treinta y tantos al hospital. El Vencedor ha dejado 140 en Neiva y la peste de viruelas se ha introducido en él, sin contar las deserciones que son diarias en ambos cuerpos, y lo peor es que desertan también los veteranos. Así es que a pesar de mi desesperación y del desaire que voy a padecer quedándome aquí indecentemente, tengo que quedarme, sin embargo, para no padecer otro desaire mayor, que será ir hasta el Juanambú y volverme a venir, como los demás que han hecho esta marcha. Lo peor es que aquí no hay con qué mantener las tropas, porque no hay ni con qué mantener cerca de 2.000 enfermos que tenemos en hospitales, no porque se deje de tomar ganado del Cauca, cuanto hay, sino porque 4.000 hombres buenos y malos, consumen mucho diariamente.

Mi resolución definitiva es, pues, que marche el general Valdés. con todas las tropas a ver si se puede tomar a Pasto, o a los Pastos, y que me espere allá hasta que yo llegue con los refuerzos que espero que me traiga Lara en hombres y en dinero. Por supuesto el primer artículo es el batallón de Artilleros con cuantos reclutas y veteranos hay en esa capital, y con treinta o cuarenta mil pesos que deben salir al segundo día de haber llegado Lara a Bogotá. Tuerto o derecho, esto debe hacerse sin remedio alguno, de cualquier modo que sea y sin esperar por nada. El segundo articulo es que tras de Lara venga el completo de 2.000 hombres y treinta mil pesos más, todo conducido velozmente y con alpargatas, con cartucheras, si las hay, cartuchos del calibre de a 18 en libra, gorras para los reclutas y un vestido siquiera de manta. Si hay buenas piedras de chispa, que vengan, porque las que han mandado no sirven para nada. Que vengan los señores tenientes Gomecito y Gaitán, que los han dejado injustamente en esa ciudad, y cuantos oficiales veteranos haya en Bogotá: obre usted, mi querido general, en la inteligencia de que cuando venga Lara ya estará consumada la derrota del general Valdés, que es tan probable como la revolución de España y la derrota de Jenoy, porque las medidas que están tomando los enemigos son las de Boves, mientras nosotros estamos imitando a don Camilo Torres. Usted me preguntará ¿que por qué mando a Valdés, si va a ser destruido? Yo responderé que por la misma razón que pasé el páramo de Pisva contra toda esperanza. Este ejército no puede vivir un mes aquí, porque se muere de enfermedad y de hambre. De hecho irían 2.000 hombres más al hospital, y 2.000 enfermos comen y gastan más que 4.000 buenos. En esta situación es mejor que el general Valdés vaya a correr la aventura o a echar dados en un país que por lo menos es sano, se entiende del otro lado del Juanambú o Cuadra. Yo me quedo para poder preparar la nueva expedición, porque cada día me convenzo más que sin mi autoridad no se hace nada, y que donde no estoy yo, todo sale tuerto. Si yo hubiera estado en el Magdalena, el batallón de Tiradores hubiera venido; el señor Clemente hubiera ido a Maracaibo a su tiempo. Si yo hubiera estado en Bogotá, los soldados no tendrían despedazados todos los pies y no marcharían ahora así despedazados, sin alpargatas, al Juanambú; hubiera traído agujetas para destapar los oídos de los fusiles, sin lo cual no hay combate, y si yo no estuviera aquí, le aseguro a usted que no se habrían podido construir las tales agujetas ni deshacer todos los cartuchos para hacerlos de nuevo, no habiendo papel a la mano, y no habiendo balero para rehacer las balas que son de a diez y seis y diez y siete; pero yo he remediado a todo con las mañas que me he dado. Si yo hubiere estado en Cartagena, Montilla no habría mandado fusiles de un calibre y municiones de otro, y aún estando yo aquí, no hallo el modo de contener la progresión del mal en un ejército que vuela a su ruina; a pesar de que no hago más que cavilar noche y día, soñando y pensando sin cesar.

Lara deberá dejar prevenido en el tránsito todo lo que necesite para la marcha de su columna, para lo cual lleva una autorización plena. También deberá recoger todos los convalecientes de los cuerpos que hayan quedado por la espalda, y todo, todo, todo cuanto encuentre por delante para formar la reserva.

Ya veo que esta carta va a molestarlo a usted mucho; pero más costaría de pena y sacrificios la llegada de Mourgeon a Bogotá, y con esto adiós.

Quien lo ama de corazón,

BOLÍVAR.

* De un impreso moderno. Simón Bolívar, "Obras Completas", tomo I, págs. 632-634.

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