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DOCUMENTO 6587. OFICIO DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ PARA EL SECRETARIO DE MARINA Y GUERRA, FECHADO EN POPAYAN EL 27 DE ENERO DE 1822, EN EL CUAL LE AVISA LA LLEGADA DEL LIBERTADOR, HORRORIZADO ESTE POR LAS INFINITAS BAJAS EN EL EJERCITO POR DESERCIÓN Y ENFERMEDADES. SE RECIBEN NOTICIAS DE MURGEON SOBRE MEDIDAS ENÉRGICAS TOMADAS EN QUITO. EL LIBERTADOR DUDA SOBRE SI VA O NO A QUITO. REITERA QUE LE ENVÍEN PERIÓDICOS. AUMENTA LA ENTRADA DE PACIENTES A LOS HOSPITALES.*

Al señor Secretario de Marina y Guerra.

Ayer llegó S.E. el Libertador a esta capital, y el día anterior los batallones Neiva y Bogotá. Aquí se reunirán y organizarán los cuerpos, que deben formar el ejército libertador de Quito. S.E. ve con horror disminuirse espantosamente cada día las fuerzas estacionadas, bien en los Valles del Cauca, bien en Popayán. Son infinitas las bajas, que sufren los cuerpos por las enfermedades de estos climas: de todos los refuerzos, auxilios y reemplazos, que se han remitido de Bogotá a la División del mando del señor General Torres, no están útiles y en pie, siquiera un tercio. Los dos batallones mencionados no tienen disponibles 800 plazas, y en los hospitales de Caloto y Cali hay más de 1.000 enfermos. S.E. no encuentra ya medios, ni preservativos suficientes, para impedir la disminución, o más bien el aniquilamiento de estos cuerpos. Ordenó una recluta en los Valles del Cauca, de 700 hombres libres y 300 esclavos, y encargó de ella a las Municipalidades. Estas, agotando sus esfrerozs, apenas han presentado 600 hombres, en un país que cuenta cerca de 90.000 habitantes. No sólo no tienen los caucanos voluntad de servir, sino que han llegado al exceso, en algunas partes, de hacer armas contra los que van a reclutarlos. Ellos, que debían llenar las bajas, porque están aclimatados, porque es de donde menos soldados se han sacado, porque son los más inmediatos al campo enemigo, y los que sufren más de sus continuas invasiones, son los más decididos a no hacer nada por su país. Si a las enfermedades, a que están sujetos cuantos pisan estos territorios, se añade la espantosa deserción, que cometen los soldados de todas las Provincias y de todas partes, verá el Gobierno que son dos causas bastantes para destruir el ejército más numeroso.

En Popayán no hay nada; todo es preciso traerlo del Cauca, caballos, muías, reses, arroz y todo género de víveres; sin embargo, esto se remedia con seguridad; pero la deserción y las enfermedades son males incurables.

Aún no ha llegado ningún cuerpo de la Guardia. El Mayor Zapata ha llegado con 400 y pico de hombres, habiendo sacado de Bogotá 555 y habiendo tomado en Neiva 100 reclutas, que le entregó el señor Gobernador de aquella Provincia: los demás se han desertado.

Dos religiosos que han llegado de Pasto, dan las noticias siguientes:

Que el General Mourgeon, después que llegó a Quito, ha tomado medidas fuertes, enérgicas y aun violentas, para poner todos los habitantes útiles sobre las armas: que se han apoderado, indistinta y absolutamente, de todas las alhajas de oro y plata de las iglesias, monasterios y capillas: que la misma operación ejecutó en Panamá, donde no dejó una sola alhaja de plata ni de oro: que las máquinas de acuñar moneda, que se llevaron de esta ciudad los pastusos, siguen a Quito, sin duda, con el objeto de amonedar el oro y plata, de que ha despojado a los templos; en fin, que no perdona medios, por extraordinarios que sean, para levantar en masa las Provincias de Quito, y ponerse en un estado de perfecta defensa.

Según los informes de estos religiosos y de algunos otros, Mourgeon toma en Quito y desenvuelve el mismo carácter, que Boves en Venezuela.

Esfuerzos de esta clase, necesitan otros de la misma para destruirlos. El Libertador me manda haga a US. esta relación exacta, para que el Gobierno, impuesto de ella, tome todas las medidas que juzgue convenientes para reforzar y aumentar este ejército, enviando hombres y dinero, sin los cuales nada puede hacerse.

S.E. el Libertador está aún vacilante, sobre si emprenderá o no, contra Quito. Sólo lo hará, cuando esté seguro de destruir al enemigo, por el convencimiento de sus fuerzas, para no exponer a la República a un golpe vergonzoso, y de fatales consecuencias.

Incluyo a US. copia de la comunicación del General Mourgeona S.E. el Libertador. Ella parece más bien contestación, a la que el Libertador dirigió, desde Bogotá al Presidente Aymerich, que a las que últimamente condujeron los señores Coroneles Obando y Castillo, que sólo se sabe, que habían llegado el 3 del presente a Pasto, y marchaba al día siguiente a Túquerres el Coronel Castillo, para esperar allí el permiso de seguir a Quito, o la orden de volverse a nuestro campo. Parece lo más probable, que haya seguido, pues S.E. no ha vuelto a recibir comunicaciones de ellos, después de la del tres.

S.E. reitera a US. sus deseos, de que se le remitan todos los papeles públicos nacionales y los extranjeros, que contengan noticias interesantes. Anhela también por saber el resultado final de la revolución de Panamá del 28 de noviembre último, y cuáles las noticias, que haya del Istmo y Portobelo, que deben influir poderosamente en el ánimo de los realistas de Quito.

Todo lo que tengo el honor de decir a US. de orden de S.E. el Libertador.

Dios etc.—Popayán, enero 27 de 1822.

JOSÉ GABRIEL PÉREZ

Adición: En este momento acaba S.E. de ser instruido, por el Jefe del E. M., de las ocurrencias de este día. En ellas se advierte, que han entrado en hospital 33 individuos, en sólo este día, y que ya existen en este hospital 146 soldados y un oficial, habiendo entrado los batallones en esta ciudad el 25 del presente; de modo que hasta hoy, sin haber habido una sola alta, han tenido los cuerpos una baja de 146 hombres, que corresponde a casi 80 individuos por día. Disminuyendo todo lo posible el cálculo de los enfermos, puede computarse 30 hombres diarios. El ejército permanecerá aquí por lo menos 30 días; otros tantos empleará en la marcha de Patía, Pasto y demás, hasta Quito: países, sobre todo el primero, más insalubres que éste. La enfermedad sola, en el tiempo necesario de estación y marcha, es suficiente para no dejar un soldado.

La marcha del Comandante Zapata, de Bogotá a esta ciudad, sin esperar la Guardia, ha producido dos males: el primero, aumentar aquí, mientras se emprenda la marcha, el número de consumidores, donde no hay nada que consumir, o al menos todo es muy difícil y escaso; traer los reclutas a este país a que se enfermen y se mueran todos, de modo que, cuando se emprenda la marcha, ya no haya uno útil; y el segundo, haberlos expuesto en la marcha, sin una gran custodia, a la deserción, como la han tenido, mientras que incorporados en la Guardia, habrían venido bien seguros, y sin peligro de deserción, como lo había dispuesto S.E. el Libertador.

Lo que añado a US. de orden de S.E.

Dios, etc.

JOSÉ GABRIEL PÉREZ

* De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias"; tomo XIX, págs. 138-141.

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