BOGOTÁ, 17 DE NOVIEMBRE DE 1826.
SEÑOR GENERAL PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ.
Mi querido Briceño:
Hace mucho tiempo que no recibo carta de Vd., al menos desde San Buenaventura. Yo esperaba encontrarlo a Vd. en esta ciudad, como se lo dije en mi última, pero según veo, parece que Vd. no la habrá recibido.
Yo saldré de esta capital dentro de ocho días. Iré por Maracaibo a Barinas y de allí a Caracas. Estoy muy determinado a ocuparme exclusivamente de la felicidad y sosiego de Venezuela que por tanto tiempo he descuidado. Para lograr esto cuento con los hombres de juicio y de bien como Vd. y, por lo mismo, quiero que Vd. no salga de Caracas por ningún motivo hasta verse conmigo, por lo menos. Mucho se puede lograr todavía en bien de nuestra patria y yo ciertamente no me detendré en rodeos, sino que haré lo que pueda producir la dicha y la tranquilidad de ese país que tanto ha sufrido por mi ausencia.
Ibarra, que conduce esta carta, le dará a Vd. todas las noticias y detalles que desee saber de todo este mundo que queda a mi espalda.
A Páez le escribo y mando a Diego que le vaya a dar cuenta de su comisión y que, al mismo tiempo, le lleve la seguridad de mi amistad y de mis deseos de libertarlo de los compromisos que, sin duda, lo molestarán hasta lo infinito. Si Vd. lo ve hágale las mismas protestas de mi parte y asegúrele que yo tengo por él el mismo afecto que antes, sin que por nada haya cambiado.
Salude a mi hermana Juanica y a ’Benigna, dígales que muy pronto las veré; y Vd., mi querido sobrino, créame siempre suyo de todo corazón. BOLIVAR.
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