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DOCUMENTO 1033. DEL BORRADOR O.C.B CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR A JOSÉ RAFAEL REVENGA. FECHADA EN MAGDALENA EL 11 DE FEBRERO DE 1826, SOBRE LOS PREPARATIVOS DEL CONGRESO ANFICTIÓNICO DE PANAMÁ.

Magdalena, 11 de febrero de 1826.

al señor josé rafael revenga.

Mi querido Revenga:

Tengo a la vista sus cartas de Vd. de 21 de octubre, 6 y 21 de noviembre del año pasado, en que Vd. me habla con bastante extensión sobre la confederación americana del Istmo y de los artículos adicionales que Colombia ha propuesto a los confederados.

Oficialmente digo al Vicepresidente, aunque sin mucha detención, lo que siento en la materia, y voy a hablarle a Vd. con más extensión.

Por ahora me parece que nos dará una grande importancia y mucha respetabilidad la alianza de la Gran Bretaña, porque bajo su sombra podremos crecer, hacernos hombres, instruirnos y fortalecernos para presentarnos entre las naciones en el grado de civilización y de poder, que son necesarios a un gran pueblo. Pero estas ventajas no disipan los temores de que esa poderosa nación sea en lo futuro soberana de los consejos y decisiones de la asamblea: que su voz sea la más penetrante, y que su voluntad y sus intereses sean el alma de la confederación, que no se atreverá a disgustarla por no buscar ni echarse encima un enemigo irresistible. Este es, en mi concepto, el mayor peligro que hay en mezclar a una nación tan fuerte con otras tan débiles.

La facultad de los plenipotenciarios de formar por si, o por personas autorizadas por ellos, tratados de alianza, aunque sea puramente defensiva, les da una facultad extraordinaria para resolver sobre negocios de una alta trascendencia, y que se extienden a toda la nación. Me parece que debería limitarse esta facultad a preliminares que serian ratificados con previa aprobación de los gobiernos respectivos. De resto, me parecen las adiciones justas y tan benéficas, como todo lo esencial del proyecto, y creo como Vd. que, adoptado éste por todo el continente americano y por la Gran Bretaña, va a presentar una masa inmensa de poder que debe necesariamente producir la estabilidad de los nuevos estados.

Diré a Vd. que no tengo ningunas esperanzas de que Chile y las Provincias Unidas del Rio de la Plata entren en la confederación, ni adopten el proyecto tal cual se ha presentado, de buena fe, por el contrario las creo perjudiciales. Estos dos países están en una situación lamentable, y casi sin gobierno, y por esta razón he sentido mucho que Vds. hayan enviado artículos adicionales a nuestros agentes en aquellos gobiernos, antes de estar seguros de que entrarían en la confederación, y de que los aprobarían. Ellos no harán más que publicarlos con apéndices burlescos, si no amargos y satíricos, aunque sean infundados. También habría querido que nada se hubiera dicho de la invitación hecha al rey de la Gran Bretaña, antes de estar bien seguros de su asentimiento, porque si no se logra, va a rebajar en mucho el crédito de la confederación esta negativa, mientras que, manejada la negociación secretamente, quedaba ileso su crédito, o recibía un grande esplendor al ver aparecer en el Istmo los diputados británicos, y esto habría apresurado a los que no hubieran entrado en la confederación a solicitar su admisión en ella.

Este gobierno ha interpuesto sus buenos oficios con Chile y Buenos Aires, pero repito que me parece todo inútil por las razones que he dicho. Con respecto a él puedo, asegurar que tiene la más perfecta deferencia por Colombia: que seguirá por mucho tiempo unido a ella, y que verá con complacencia cuanto estreche más con ella sus vínculos y relaciones.

Se reproduce este borrador por tener algunas diferencias con la carta original, que va en seguida.

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