San Carlos, junio 14 de 1821.
Al señor Gobernador Comandante General de Guayana.
He recibido los tres oficios de V.S. fechas de 1, 2 y 9 de mayo último, número dos, tres y cuatro. S.E. ha sido impuesto de todo lo que ellos contienen, y ha visto con satisfacción la generosa asistencia y cooperación que ha encontrado V.S. de parte del comercio de esa ciudad para el apresto de las fuerzas navales que deben asegurar y abrir la navegación del Orinoco contra los corsarios españoles. S.E. da a V.S. las gracias por su celo y al comercio por su patriótica liberalidad.
De Boconó comuniqué a V.S. las ventajas del ejército hasta allí. Posteriormente se han obtenido otras mucho más importantes. El enemigo se ha visto forzado a evacuar todo el Occidente que fue ocupado por el señor Coronel Carrillo, y también sus posiciones de Araure, el Pao y esta ciudad, a donde entraron nuestras armas el día dos de este mes. El día último del anterior había [mos] [1] sorprendido un destacamento de nuestros Dragones la gran guardia del enemigo en San José, una legua de aquí, tomando toda la remonta del Escuadrón de Baquianos y diez y siete prisioneros con sus armas. El resto del escuadrón y una compañía de infantería, que formaban aquel punto avanzado, se dispersaron completamente, y las divisiones enemigas que ocupaban esta ciudad se retiraron sobre Valencia precipitadamente al saber nuestra aproximación por este suceso. Por más que forzó el ejército su marcha no fue posible alcanzar al enemigo en su retirada, y S.E. se conformó con hacerlo perseguir de cerca por el Escuadrón de Dragones de La Guardia. más de diez leguas. En esta persecución se aprehendieron algunos prisioneros y muchos dispersos y desertores. Pasan de trescientos los que se han recogido, y todos unánimemente convienen en que no es ésta la mitad de la pérdida que sufrió el enemigo en su retirada. Continuamente llegan aún desertores a presentarse, y sus declaraciones convienen en que el ejército español ha sufrido y sufre una baja espantosa por la frecuencia y número de las deserciones. La moral de aquellas tropas está absolutamente perdida.
Tanto los Jefes como los soldados se suponen ya vencidos, así es que en ninguna parte se han atrevido a esperar a los más pequeños destacamentos nuestros, que se aproximan y buscan a los más fuertes cuerpos del enemigo con la plena confianza de que no los esperan.
Todas las divisiones del ejército español se han concentrado ya en Valencia, abandonando a nuestra merced todo el territorio que poseían antes en los Llanos y en el Occidente. Si se confirma la noticia que hemos recibido por nuestros espías, de haber sido rechazado Morales completamente por el señor General Bermúdez a las inmediaciones de Guatire o Guarenas, la situación del enemigo es desesperada, porque queda reducido estrechamente a Valencia y Puerto Cabello, siéndole imposible volver a destacar fuerzas sobre los Valles de Aragua para contener nuestro ejército de Oriente.
Por la copia que incluyo de la orden general del ejército el día 12, verá V.S. que está ya incorporado a La Guardia el señor General Páez con su división, y dentro de dos días lo estará también la del señor General Urdaneta. Los boletines adjuntos contienen los sucesos felices y rápidos de esta última sobre la Provincia de Coro, que ha respirado por la primera vez en libertad. Los Corianos han recibido con transportes de placer a sus libertadores: les han prestado toda especie de auxilios y se han presentado voluntariamente a tomar las armas para borrar con sus servicios las ofensas que la perfidia engañosa de los españoles les arrancó antes contra la patria.
Haga V.S. insertar en el periódico de esa capital las noticias y papeles que dirijo, y transmita los originales al señor don Guillermo White, en Trinidad, expresándole que los dirige por recomendaciones expresas mías para que haga de ellos el uso que le ha indicado S.E. el Libertador. También comunicará V.S. las mismas noticias a S.E. el Vicepresidente del Departamento para su inteligencia y satisfacción.
Dios guarde a V.S. muchos años.
[PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ]
Archivo del Libertador. O’L Vol. XVIII, primera parte, fº 327 vto. y 328 y vto.
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