A los Comisionados del Gobierno de Cumaná.
Tengo el honor de acusaros el recibo de vuestra nota oficial de 24 del corriente. Por grandes que fuesen mis cuidados y atenciones que me rodean, nunca me habrían privado de la satisfacción de dedicarme a los objetos de vuestra misión. En todos tiempos y en cualquier momento, me hubiera prestado gustosísimo a vuestras insinuaciones, para manifestaros mis sentimientos y la justa admiración que me merecen los heroicos esfuerzos de los habitantes de Cumaná. Habéis regresado a vuestra provincia sin proporcionarme la especial complacencia de haber venido a esta ciudad donde he fijado mi Cuartel General; mas cuando la celeridad de vuestra marcha ha sido solamente un efecto, o por mejor decir, una continuación del celo y energía de los cumaneses, al tratarse de la libertad de sus hermanos, se me presenta un nuevo y poderoso motivo para tributaros los elogios debidos.
Desde que llegó a Puerto Cabello esa caterva de bandidos que un gobierno agonizante ha destinado sobre Venezuela para mancharla con sus crímenes, en obsequio de unos particulares ambiciosos; y desde que la ignorancia de algunos pueblos nuestros los hizo susceptibles de la seducción y del engaño, yo no dudé un instante en los eficaces auxilios que podía prestar a Caracas la provincia de Cumaná, cuyo valor y patriotismo están suficientemente acreditados en todas las célebres jornadas que han sostenido sus actuales próceres contra los bárbaros españoles. En nuestra estrecha unión está cifrada la seguridad común e individual de estos Estados. Atentan contra ellos enemigos internos y externos. Perfidias, felonías, iniquidades, todo se pone en movimiento para subyugarnos otra vez. El venezolano, sin embargo, que ha jurado ser libre, a nada teme, a todo arrostra y no excusará sacrificio para destruir a sus tiranos. ¿Podrán resistir estos malvados las virtuosas legiones granadinas que han señalado sus pasos con victorias, unidas a las invencibles huestes del General Marino? [1] Servíos de renovarle mis consideraciones y el aprecio que me merecen sus virtudes.
La acogida que habéis tenido en Caracas por el Coronel Ribas [2] y en los demás pueblos por donde habéis transitado, acaso no habrá correspondido a las demostraciones de gratitud y amistad que desearían usar los caraqueños con respecto a sus hermanos de Cumaná.
Salud y libertad.
Valencia, setiembre 28 de 1813.
SIMÓN BOLÍVAR.
* De un impreso moderno. O’Leary, Memorias, XIII, p. 388, da el texto de este documento que dice haber tomado "del Copiador de la Secretaría". La Comisión Editora no ha podido examinar el original. Los destinatarios eran los Comisionados enviados por el General Marino a Caracas, Teniente Coronel Casimiro Isava Sucre (Cumaná, c. 1779-isla de Granada, d. 1830) y Coronel José Gabriel de Alcalá, también cumanés, quien había representado a su Provincia en el Congreso Constituyente de 1811 y había de morir en Angostura en 1833.