Ramiriquí, 24 de abril de 1821.
Excmo. Señor Simón Bolívar, Presidente Libertador y General en Jefe de los Ejércitos de Colombia.
El año de 1816 fui deportado a la Península de orden del General Morillo y desde esa época quedó absorbida mi pequeña comodidad en el insondable abismo de la rapacidad española. Nada tengo que decir a V.E. de los rigores de la prisión y de los males que sobre mí gravitaron durante mi permanencia en la España: la ingeniosa crueldad del vándalo es demasiado notoria a las almas sensibles.
La conmoción constitucional de ese Reino rompió las cadenas que yo humedecía con mi llanto, y a su consecuencia, después de haber luchado con todos los horrores de una espantosa indigencia, llegué a la República de Colombia que debe su gloriosa libertad al celo, prudencia y valor de un héroe cuyo augusto nombre se respeta ya en la Europa; pero la caprichosa suerte, inflexible en burlarse de los cálculos de la razón, aún se ostenta inexorable en sus menguas: así es que rayano a la noche de la vida me hallo sin suelo, sin piedad, sin pan, y sin agua; que pues Quito, país de mi nacimiento, gime bajo del yugo opresor y las casas de mi corporación en la Provincia de Popayán presentan en su lleno el aspecto de la miseria a que las ha reducido la depredación del godo.
No hago un mérito de mis sufrimientos, de mis sacrificios, y de la ternura con que he servido a mi Patria desde los primeros sacudimientos de su emancipación política. Todo hombre debe derramar las efusiones de su alma en el templo de la libertad, y quemar el incienso en sus aras sublimes; mas no puedo mirar con indiferencia mi funesta situación; así que la conservación es el primer deber del hombre respecto de sí mismo. Por esto, sin vacilar, en las direcciones que me presenta una imaginación melancólica, me arrojo en los brazos del Padre de la Patria, esperando de la sensibilidad que le caracteriza el más oportuno remedio en las desolaciones que me circundan. Aún arde en mi corazón el amor a la libertad, y el honor, de cuyas sendas jamás he desmentido, reside con serenidad en todas las interioridades de mi alma. El imperio del despotismo en nada ha desfigurado la brillantez de estas dos prendas que propongo a la alta consideración de V.E.
El Reverendo Padre Florido suministrará a V.E. nociones relativas a mi persona. En tanto, deseo para V.E. toda felicidad y le soy con la más respetuosa consideración su atento seguro servidor y Capellán que b.l.m. de V.E.
Excmo. Señor,
FRAY JOSÉ TALLEDO
Cuartel General en San Carlos, junio 12 de 1821.
Ocurra a sus superiores, pues el Gobierno ha ofrecido no mezclarse en estos asuntos, pero espera será atendido conforme a su mérito.
BOLÍVAR
* Acotaciones Bolivarianas. Decretos Marginales del Libertador, pp. 182-183- Fundación John Boulton. Edición conmemorativa del Sesquicentenario de la Independencia. Caracas, 1960.