San Carlos, junio 9 de 1821.
Al Ministro del Interior y Justicia.
Al participar el Gobierno de Maracaibo la llegada a aquella ciudad del batallón Rifles, ha instruido también a S.E. que el Teniente Coronel español Gómez, después de haber abandonado el servicio de nuestros enemigos y abrazado el de la República, ha desertado y manda una fuerte guerrilla en la [1]]], con la cual atacó y causó una grande pérdida al batallón Rifles en su tránsito por allí. S.E. sabía por partes del señor Coronel Montilla, que Gómez había abrazado de buena fe nuestra causa, y no halla a qué atribuir su nueva defección, sino el mal trato que se asegura había experimentado de parte del Gobernador de Río Hacha. Esta imprudente desconfianza ha privado a la República de los útiles servicios de Gómez, que por su influjo en los guajiros había ya pacificado aquel territorio, y extinguido, puede decirse, la perpetua guerra en que aquellos fieros indios han vivido siempre contra las Provincias de Maracaibo y el Hacha. Será necesario emplear tropas en guarnecer las fronteras de aquellas dos Provincias para cubrirlas de las atrevidas incursiones de los guajiros; y será necesario derramar mucha sangre para reparar el mal, irremediable por otro medio que no sea el de la fuerza, porque no será posible persuadir a aquellos guerrilleros que el Gobierno tiene mejor fe y más generosidad que el Comandante del Hacha.
S.E. me manda que exponga todo esto a V.S. para que elevándolo al conocimiento de S.E. el Vicepresidente tenga presente este reciente ejemplar para [dictar las providencias] [2] la pacificación de Ocaña. S.E. teme que si los colorados llegan a concebir desconfianza sobre el cumplimiento de las ofertas que se les han hecho, la su-blevación de Ocana es inevitable, y va a ser muy costosa a la República porque la naturaleza del país presenta mil ventajas a los facciosos. S.E. toma por muy oportuna esta ocasión para advertir que tal vez las acusaciones del Cabildo de Ocaña contra los nuevos presentados, no son fundadas, sino efecto de resentimientos particulares y deseos de venganza. No todos los hombres saben perdonar y olvidar y no es difícil que el Cabildo de Ocaña obre como el común de los hombres.
El ejército permanece aún en esta ciudad aguardando la reunión de las divisiones del señor General Urdaneta y General Páez. Este último se incorporó ya el 7 con una columna de mil caballos. El resto de su caballería y su infantería debe llegar dentro de dos días. Suponemos que el señor General Urdaneta estará ya sobre Barqui-simeto.
El enemigo no ejecuta movimiento ninguno. Últimamente se ha dicho que ha tomado posiciones en Carabobo [3] y que trata de fortificarse allí. Pronto sabremos lo cierto, porque nuestra columna de flanqueadores de la derecha que ha ocupado al Pao debe adquirir noticias exactas.
La guarnición enemiga que cubría a Barquisimeto se redro por el camino de San Felipe, donde ha hecho alto. El señor Coronel Vargas que la fue persiguiendo ha tenido algunos encuentros con ella, más bien con el objeto de entretenerla hasta que se reúnan los refuerzos que lleva el señor Coronel Gómez, que con el de batirla decisivamente. En todos estos pequeños choques hemos tenido la ventaja y tomado algunos prisioneros.
La deserción del ejército español continúa y aun se aumenta cada día. Ya ha entrado hasta en las tropas europeas. Cinco soldados del batallón Navarra se han presentado, y aseguran que vienen muchos más. De los cuerpos del país es tan frecuente la deserción, que no hay día en que no se presenten algunos que vienen voluntariamente a tomar nuestro servicio, y aunque es verdad que la mayor parte se dispersan y ocultan para volver a sus casas, por el número de los que se presentan se infiere bien que es espantosa la baja que han sufrido sus cuerpos. Veinticinco hombres al mando del oficial José María Landaeta han llegado ayer a nuestros puestos avanzados, y se han ofrecido a hacer el servicio en ellos por ser todos prácticos del país.
Del señor General Bermúdez se ha hablado con variedad; un desertor del batallón del Rey dice venir derrotado de un combate entre nuestro ejército de Oriente y la división de Morales. Añade mil detalles como testigo que fue de la acción; pero como al mismo tiempo afirman otros que el General Bermúdez se ha retirado para Guarenas atrayendo al enemigo a aquella posición, no puede darse entera fe al desertor del Rey.
Sírvase V.S. informar de todo esto a S.E. el Vicepresidente de Cundinamarca.
Dios guarde a V.S. muchos años.
PEDRO BRICEÑO MÉNDEZ
Archivo del Libertador. O’L. Vol. XVIII, primera parte, fº 315-316 y 317.
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