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DOCUMENTO 5668 CARTA PARTICULAR DE BOLÍVAR PARA DON FERNAN­DO PEÑALVER, FECHADA EN GUANARE EL 24 DE MAYO DE 1821, POR LA CUAL LAMENTA LA MISERIA EN QUE SE ENCUEN­TRA PEÑALVER Y LE ENVÍA ORDEN A SU CRIADO DIONISIO PARA QUE ENTREGUE EL EQUIPAJE DEL LIBERTADOR A DON FERNANDO PARA QUE SE SOCORRA. ESTA "RESUELTO A NO MANDAR MAS SINO EN LO MILITAR". NO DESEA SER SINO "UN GENERAL EN JEFE DEL EJERCITO DE COLOMBIA". ESPERA LA CREACIÓN DE UN GRAN DEPARTAMENTO PARA IMPEDIR CHOQUES ENTRE CUNDINAMARCA Y VENEZUELA. SITUACIÓN DE LOS ENEMIGOS Y DE LOS PATRIOTAS PARA ESE MOMENTO DE LA CAMPAÑA. POSIBLES MOVIMIENTOS DE LOS DIFERENTES CUERPOS Y JEFES. SABE QUE EL CONGRESO SE HA INSTALADO.*

Guanare, 24 de mayo de 1821. (Al señor Fernando Peñalver). Mi querido amigo:

Anoche recibí la carta de Vd. que me trajo Anacleto. He sabido, con mucho sentimiento, por el portador, que Vd. se halla en extrema miseria; y como no tengo un maravedí de qué disponer, le envío a Vd. la adjunta orden para mi criado, que tiene mi equipaje, para que se lo entregue, lo venda y se socorra. Entre otras cosas debe haber alguna plata labrada que, de cualquier modo, se puede vender de pronto.

He visto lo que Vd. me dice sobre mi renuncia: Vd. puede te­ner razón, pero yo no la concibo, porque no encuentro causa alguna para vivir siempre acusado de mis faltas, de las ajenas y aun de las de los propios acusadores. Sobre la reunión del congreso he hecho cuanto he podido, y se me acusa. No sé que sea preferible la comodidad del congreso en su marcha y estación, a la vida del ejército. Mi falta es haber creído que debíamos tener tropas y caba- líos para esta campaña; y haber creído en la virtud de los congresales, que llevarían con resignación una parte de los males que sufre once años ha el ejército.

De todos modos estoy resuelto a no mandar más que en lo mili­tar; serviré mientras dure Colombia o mi vida; pero nada más que en la guerra. Deseo que el congreso se ocupe muy particular­mente de autorizar al Vicepresidente de Colombia para que mande todo bajo su responsabilidad, exceptuando la parte militar, y sus inmediatas conexiones de que me encargaré gustoso. Si Vds. quieren que yo lleve el nombre de presidente, yo quiero no ser más que un general en jefe del ejército de Colombia, con las facultades necesarias para pedir y tomar hombres y dinero, víveres, el surtido y equipo completo para el ejército, y las facultades que se me con­cedieron en el teatro de la guerra. Terminada ésta podrán cesar mis facultades y todo lo más que se me quiera quitar, pues que mi intención es gobernar lo menos que me sea posible. Añado que mi salud está ya descalabrada, que comienzo a sentir las fla­quezas de una vejez prematura; y que, por consiguiente, nada me puede obligar ya a llevar más largo tiempo un timón, siempre combando por las olas de una borrasca continuada.

Deseo que se señale un gran departamento para el mando inme­diato del gobierno o poder ejecutivo, compuesto de las provincias de Coro, Maracaibo, Mérida, Trujillo, Barinas, Pamplona, Santa Marta, Cartagena y Río Hacha. De otro modo, el gobierno no sabrá a quién mandar y no tendrá medios y fuerzas suficientes para ha­cerse obedecer en todos los casos posibles. Será un departamento neutro entre Cundinamarca y Venezuela, que impedirá el choque de estas dos grandes masas. Si se quiere que haya Colombia es de una necesidad vital esta medida.

Por acá va bien todo: los enemigos se han concentrado entre Araure y San Carlos. Morales en Calabozo. Reyes Vargas debe es­tar en Barquisimeto y el coronel Carrillo lo seguía con 1.000 hom­bres. El general Urdaneta, después de haber tomado a Coro, debe estar hoy en Siquisique a más tardar, trae las tropas de Santa Marta que llegaron después de su salida de Maracaibo, además de los 2.000 hombres con que ha partido para Coro. Y no habiendo ne­cesidad de guarnición allí los traerá todos. El general Bermúdez debe estar ya en Caracas o en sus inmediaciones. Todas las guerri- lias del Occidente se han presentado a los coroneles Carrillo y Var­gas. El coronel Remigio Ramos ha ganado o destruido las que se hallaban en el flanco derecho de esta ciudad. De lo demás no digo nada, porque el correo lo dirá; y si mis cuentas no me engañan, el quince de junio estamos en Caracas celebrando el aniversario de la guerra a muerte, que es la que nos ha dado patria, libertad y vida.

Recomiendo a Vd. mucho al Obispo de Maracaibo para que lo traten bien, pues es un santo hombre lleno de eminentes cualida­des y que aborrece ya más a los liberales que a los patriotas, porque aquéllos se han declarado contra las instituciones eclesiásticas, cuando nosotros las protegemos. Al señor Nariño que tenga ésta por suya, que no le escribo por separado porque estoy siempre muy ocupado, y que de oficio le digo cuanto creo más conveniente.

A propósito, o sin propósito, se me olvidaba decir a Vd. que he sabido que hay algunas quejas contra algunos funcionarios públicos. Para el gobierno nada será más útil ni más satisfactorio que corregir los abusos de la administración, porque nada desea tanto el gobierno que el verse apoyado por los legisladores para rectifi­car la marcha de los negocios. Que se acuse a cuantos cometan fal­tas y todos se corregirán. Yo, el primero.

No sé qué preferencia haya tenido el segundo congreso al tercero: lo único que sé, es que en Cundinamarca le han dado doscientos pesos a cada miembro y en Venezuela, dice el Vicepresidente, que lo han arruinado los miembros del Congreso; por lo que no tenía un trapo que darle a los que van a enseñar sus vergüenzas en Cara­cas. Un solo miembro ha costado más de mil duros.

Nuestro ejército, por esta parte, está situado desde Ospino hasta Boconó; y el de Apure se nos incorporará muy pronto, y en se­guida el general Urdaneta. Esto no lo dije en su lugar, porque ha­bía un padre muy pesado que oía lo que estaba dictando al fin de la relación, y por eso dije el correo lo dérá, y añadí la fanfarronada del 15 de junio.

Soy de Vd. su mejor amigo.

Bolívar

P.D. Nada sabía hasta anoche de la instalación del congreso ni de la llegada del general Nariño a Cúcuta. Sin duda, algunos correos se han perdido en la provincia de Mérida, donde todo se hace de muy mala voluntad, y donde hay más bribones y egoístas que cuanto Vd. puede pensar. Esta es la causa por que hay tanto reclamo contra y Hasta que no se robe allí cuanto da la provincia no estará todo bueno. Y esto de robo lo digo porque lo puedo probar con cuanto se la he con­ fiado a dicho es otro ladrón y un egoísta inepto. De estos dos árboles penden todas las ramas de Yo deseo que el Vicepresidente tome inmediatamente bajo su man­do dicha provincia para que examine si esto es verdad.

Los puntos suspensivos corresponden a nombres propios borrados ex profeso posteriormente con tinta fuerte. El nombre de Mérida también está borrado pero se puede percibir. Véase el oficio de 19 de mayo. O’Leary, XVIII, pág. 256.

* Archivo del Libertador. O’L. VoL XVIII, f°.72-73 y vto. Fundación Lecuna. Vol. III, pp. 67-70.

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