BOLETÍN del Ejército Libertador de Venezuela N° 9.
La impotencia y cobardía de nuestros enemigos en esta Plaza no nos presenta ocasiones bastantes de manifestar a nuestros conciudadanos el valor de las tropas de la República y el entusiasmo que las anima cuando luchan por la libertad del mundo colombiano; mas los implacables y feroces españoles nos dan a menudo motivos para comprobar con sus hechos nuestra generosidad y desprendimiento; los que nuestra clemencia ha perdonado, nos han correspondido inicuamente, pues en estos últimos días han puesto en combustión todos los pueblos pacíficos de Paracotos, Tuy, Santa Lucía, Santa Teresa, San Francisco de Yare, Ocumare, Cúa, Tácata y Charallave [1] donde, reuniendo las esclavitudes y demás vecinos ignorantes, han formado grupos de bandidos de más de dos mil hombres que han cometido excesos capaces de conmover al más inmoral y corrompido. Mujeres, niños, ancianos, todos ha sido víctima [sic] de estos antropófagos; por todos los campos y pueblos donde han transitado, han llevado la muerte, el incendio y el pillaje, dejándolos sembrados de cadáveres mutilados y de escombros espantosos.
¡Desgraciada Venezuela, si en tan críticas circunstancias no hubiera tenido en su seno Jefes activos y valientes que con la mayor celeridad han dictado medidas que han contenido la rebelión, logrando castigar a los malvados!
El Comandante General de la Provincia, Ciudadano Coronel José Félix Ribas [2] , despachó inmediatamente divisiones bien armadas, que persiguiesen y aniquilasen los facciosos; el bravo Comandante Elias [Vicente Campo Elias. Véase la nota 6 del doc. N° 192, de la correspondencia oficial.[]] marchó al frente de una de ellas, y la victoria coronó sus fatigas; en el pueblo de Cúa derrotó al inmenso número de insurgentes que tuvieron la osadía de esperarlo.
El Capitán Ciudadano Marcelino Plaza arrolló y exterminó a los forajidos en Ocumare, como dijimos en el Boletín número 7. El ciudadano Coronel Manuel Villapol [3] dispersó a los que, guarecidos en Paracotos y Tácata, desolaban aquellas poblaciones, y el Comandante de Escuadrón ciudadano Luis María Rivas Dávila [4] , hizo poner en fuga a los asesinos que en Charallave han hecho estremecer con sus hechos a la humanidad; de modo que por todas partes son perseguidos y ahuyentados, y los pueblos vuelven ya a disfrutar de la quietud y libertad, que hicieron desaparecer los hombres más bárbaros y desenfrenados.
El infame Arizurrieta, caudillo de los sublevados, ha sido pasado por las armas con otros muchos de sus compañeros.
Las miserables reliquias de estos bandidos han fugado al Llano; pero el ciudadano José Francisco Montilla, que salió con tropas de La Victoria [5] , marcha a cortarlos por San Casimiro de Güiripa [6] , con órdenes estrechas de perseguir de muerte a los conspiradores.
Cuartel General de Puerto Cabello, 8 de septiembre de 1813, Tercero y Primero.
RAFAEL DE URDANETA,
Mayor General.
* De un impreso de época coetánea. Se publicó en hoja suelta en Valencia, por Juan Baillío, como impresor del Gobierno. Se conserva un ejemplar de tan raro impreso, en la Hemeroteca Nacional de Madrid’ Se reprodujo el facsímil en La Forja de un Ejército. Documentos de Historia Militar, 1810-1814. Caracas, 1967, pág. 194.