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DOCUMENTO 1920. DEL ORIGINAL. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL GENERAL EN JEFE RAFAEL URDANETA, FECHADA EN LA PLATA EL 13 DE ENERO DE 1829, INFORMA SOBRE ACONTECIMIENTOS EN EL SUR Y LE DA INTRUCCIONES MILITARES, ASIMISMO, LE PIDE QUE CANCELE LA DEUDA AL DOCTOR DOMINGO BRUZUAL DE BEAUMONT.

La Plata, 13 de enero de 1829.

A S. E. EL GENERAL EN JEFE RAFAEL URDANETA.

Mi querido general y amigo:

Ayer he recibido comunicaciones de Popayán del general Córdoba y coronel Mosquera fechadas el 10. El primero me dice particularmente que "López se ha disipado con el nombre de la división; hemos obtenido un triunfo en los Pastos, y en el orden regular Pasto a la fecha debe estar ocupado por aquellas tropas (del Sur). Illingworth ha despedazado la escuadra peruana; y nuestro ejército debe estar bien cuando nada nos dicen de desgracias Obando ni López".

El segundo dice, entre otras cosas, que el coronel Demarquet ha marchado por Quindío; que ha comunicado a Popayán la noticia de un rechazo que se dio a la escuadra peruana en el río de Guayaquil. Continúa: "Las noticias que tenemos del Sur son favorables, pero ninguna es indudable, como sería de desearse para obrar". A esta fecha supongo a Vd. mejor instruido que yo en las ocurrencias del Sur, pues que Demarquet habrá anticipado a su llegada alguna comunicación al gobierno. Por consiguiente, conocerá Vd, que estando para terminarse pronta y felizmente la guerra civil provocada por la facción patiana, y debiendo prometernos un buen suceso del ejército que manda el general Flores, pueden ser bastantes las medidas militares dictadas, hasta hoy para obtener los felices resultados que nos prometemos en obsequio de la pobre Colombia. No tenga, Vd., pues, mucho cuidado por los negocios del Sur; ocúpese exclusivamente de los que tiene por su espalda.

La carta del Dr. Muñoz, que incluyo a Vd., le instruirá de la predisposición de los habitantes del cantón de Chiriguaná en favor de los españoles; la del cantón del Valle y la de la provincia entera de Santa Marta. Quizá es la segunda vez que ha dicho la verdad el Dr. Muñoz: yo doy crédito a su declaración; y Vd. debe dar al general Montilla los informes convenientes y las órdenes correspondientes, a fin de que ponga en completa seguridad a aquella provincia, pues es de temer que los promotores de una guerra de colores y los antiguos partidarios de los españoles trabajen de concierto por destruir la pequeña opinión que sostiene a Colombia en el día. Mucho, mucho cuidado demandan hoy los partidos que pueden exaltarse en el Magdalena.

No son para mí de menos entidad las fundadas sospechas del coronel Vanegas. Ellas han adquirido un grado de certidumbre indudable. Desde luego merecen mi aprobación las medidas que Vd. ha tomado a prevención para impedir que en el Socorro estalle una revolución funesta Además, opino que el coronel Lacroix debe ir en persona formando una columna volante compuesta de los granaderos y dragones y demás veteranos que quedaron en el hospital de Tunja y en todo el departamento de Boyacá, los que, con algunos milicianos escogidos, pueden componer una fuerza regular capaz de contener cualquier desorden, mientras llega la compañía de granaderos que el general Carreño debe remitir luego que el batallón Callao entre en el Zulia. Si a estas medidas se agrega la de separar de aquel país todos los desafectos, y en particular los que se han distinguido recientemente por sus opiniones exageradas; si se confinan a Venezuela al ex-comandante Gómez y los demás socios de la conspiración de Cartagena que están allí relegados; si el gobierne militar de aquel departamento obra con la energía y la entereza necesaria, podrá contenerse el germen de la insurrección y economizarse los inmensos sacrificios que costaría la pacificación de aquella provincia Si, en seguida continúa su marcha hacia la capital el batallón Callao, según lo ha prevenido Vd. al general Carreño, y sucesivamente se ponen en movimiento los cuerpos pedidos a Venezuela, es probable que lleguen a enfrenarse los turbulentos.

En nada necesita Vd. de más tino que en la formación que intenta de numerosos cuerpos de milicias, y, sobre todo, en la saca de reclutas. Por más suaves que sean las medidas del gobierno, los encargados de su ejecución las hacen tan odiosas a los pueblos que a veces, y aun frecuentemente, es peor el remedio que el mal a que se aplica. Los pueblos se exasperan infinitamente con las conscripciones ¡cuanto más con una medida de arrancarlos violentamente de las milicias para el ejército permanente! Es un paso que, en mi concepto, no deberá darse, porque sólo en caso desesperado podría tener lugar, y yo juzgo muy distante este evento, según el buen aspecto que presentan los negocios del Sur. Conviene, pues, repito, que Vd. dé toda su atención a los pueblos de retaguardia, y que, empleando a la vez la severidad con los delincuentes y la dulzura y la política con los pacíficos ciudadanos, se concilien los ánimos, y se calme y conjure la tempestad que amaga a Colombia. Ruego a Vd. que mi prevención anterior la entienda, como emanada de un deseo del acierto y de ahorrar a Vd. extraordinarios compromisos y aun infructuosos en nuestra actual posición; y no como dirigido a improbar abiertamente las medidas que, con el mejor ánimo, me propone Vd. prudentemente. Convendrá de todos modos que el batallón Callao venga, y que sea reemplazado por alguno de los otros que lleguen después.

Las buenas noticias que haya del Sur: los triunfos que se hayan obtenido o se obtuvieren sobre el ejército peruano, etc., convendrá publicarlos con alguna exageración por medio de la imprenta, para reanimar a los amigos del gobierno y de Colombia, y para hacer desmayar a los que obran y piensan en sentido contrario.

Yo he tenido que estacionarme aquí por falta de bagajes. Entre tanto he dado dirección a todo el cargamento que existía atrasado, detenido y en marcha, perteneciente a la división Córdoba. Probablemente esperaré aquí el correo de Bogotá que llegará el 16.

Me aprovecho especialmente de mi demora en esta ciudad, para saber más inmediata y prontamente del estado del Norte y centro de la república, de la marcha de las tropas y de las ocurrencias que merezcan alguna importancia. Me impacienta el no saberse positivamente el tiempo en que deban llegar a Honda las tropas del Magdalena.

El Dr. Domingo Bruzual de Beaumont me escribe de Caracas reclamando las medias dietas del tiempo que estuvo en la convención. Es preciso que se le manden pagar.

Incluyo a Vd. una carta del Sr. Juan Carpió, cuñado del difunto coronel José Bolívar, en la que reclama los bienes de éste. Entiéndase Vd. con dicho señor. Abónele Vd. por mi cuenta cuarenta pesos valor de una muía que yo tomé. Las charreteras nuevas del coronel Bolívar las tomó el coronel Crofton con mi consentimiento y quedó a pagar su importe: cóbreselo Vd. y remítasele a Carpió. La espada debe estar en poder de mi mayordomo José Palacios: él podrá dar razón de algunos o de los demás bienes del finado.

Me olvidaba decir a Vd. que entre las razones que tengo para no apetecer más gente de los departamentos de Boyacá y Cundinamarca hay la de que se enferma prontamente y se muere en gran número luego que pasan por estos climas.

Quedo impuesto de las apreciables de Vd. de 5 y 6 del que rige. Soy de Vd., mi querido general, su amigo de corazón.

BOLÍVAR.

Vd. debe y puede echar mano de las tropas que vengan para el Sur, en el caso de alguna novedad, pues tengo fundamentos para temer las delaciones de Muñoz y del Socorro.

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