.
Portada del sitio > 21) Período (03JUL AL 31DIC 1822) Correspondencia Oficial > DOCUMENTO 6967. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN GUAYAQUIL EL (...)

DOCUMENTO 6967. CARTA DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FECHADA EN GUAYAQUIL EL 21 DE AGOSTO DE 1822, EN LA CUAL SE REFIE­RE A TÓPICOS RELACIONADOS CON LA SITUACIÓN POLÍTICA Y ECONÓMICA DEL PAÍS, A LA RENUNCIA DE SALOM DE SEGUIR SIENDO INTENDENTE DE GUAYAQUIL, AL POSIBLE RECONOCI­MIENTO DE COLOMBIA POR INGLATERRA, A SU RESOLUCIÓN DE NO ACEPTAR EL CARGO DE PRESIDENTE Y A OTROS POR­MENORES MAS."

Guayaquil, 21 de agosto de 1822.

Mi querido general:

En este momento van a parar para allá el coronel García, Pulido y otros varios que van todos retirados del servicio.

Como el primero va a Bogotá puede necesitar de usted para alguna cosa y lo recomiendo por esta causa y por sus buenos servi­cios. Creo que no necesita de recomendación porque se va a su casa, aunque su casa está arruinada.

Por acá va todo bien aunque también todo está muy angustiado por los enormes gastos que ha habido que hacer con los prisio­neros, con los expedicionarios del Perú y de Colombia y con el equipo y paga de tropas que han quedado. Cerca de quinientos mil pesos se han gastado ya, y otros quinientos mil pesos más hay que pagar de deudas atrasadas, y otros quinientos mil pesos más valen los sueldos de los militares del sur. Usted debe saber lo que da el resto de la república y por esta proporción debe calcular si estas provincias podrán dar para cubrir tantas atenciones. No puede usted imaginar la carestía que hay en todo el sur. En Quito las tropas compran los víveres muy caros y aquí es todo como en el Perú, excepto el arroz y los plátanos, que por fortuna son bara­tos. En Quito la ropa de los oficiales cuesta un sentido y aquí cada paso se paga a precio de oro. Yo no he tenido gastos extraordina­rios, a excepción de la comida dada a San Martín, y he gastado ocho mil pesos. Todo esto lo digo para que tenga usted entendido que de aquí no se puede mandar nada, a menos que se saquen las tropas que están en Quito y Cuenca: las de esta ciudad no se pue­den sacar absolutamente porque no alcanzan 600 hombres para cubrir el servicio de su guarnición.

El general Salom está loco con el destino de intendente de Gua­yaquil, yo no tengo confianza en otro para este destino; le reco­miendo pues a usted un buen intendente para este departamento y si es posible, que sea paisano porque aquí poco se gusta del espíritu marcial. Salom dice que primero moriría que continuar en este destino y así recomiendo a usted de nuevo un hombre que tenga las prendas de Salom para que lo reemplace y que ven­ga pronto porque él se quiere ir conmigo. Entienda usted que sólo Sucre y Salom son capaces de gobernar por esta parte estos de­partamentos; quiero decir, de los que conozco por acá. Este des­tino es muy agradable para cualquiera y sólo Salom lo dejará. El país es agradable, alegre, rico y bueno, no tiene un defecto; para mí, es la mejor provincia de Colombia comparado todo; Caracas misma tiene más defectos que Guayaquil porque los temblores allí son terribles y la populación más terrible aún; aquí las casas son de madera y no se caen y la gente excesivamente buena.

El 1º de este mes que viene me voy para Cuenca y dentro de cuarenta días estaré de vuelta aquí por Loja y Tumbes y de aquí seguiré a Quito. Ayer vino un buque de Lima y dice que no hay novedad ninguna; que todo ha quedado tranquilo después de la caída del Ministro Monteagudo; que los enemigos no se mueven y que San Martín no había llegado todavía.

He visto en una miscelánea de Panamá el pedimento hecho al gobierno británico sobre nuestros buques y la respuesta del ministro con algunas expresiones del Marqués de Londonderry sobre el reconocimiento de América, todo indica que seremos reconocídos por la Inglaterra, más o menos pronto. Mucho me gusta el modo con que ha respondido aquel ministro, lo que indica claramente que reconocen nuestro gobierno de hecho para después reconocerlo de derecho; que en buena lógica quiere decir lo mismo con diferentes palabras. Lo mismo digo de España; podemos dar por reconocida la independencia desde que nos dan los títu­los de gobierno; antes decían las colonias rebeldes y eso era otro cantar.

Repito a usted que no me voy del sur hasta que no sepa el resultado favorable de la campaña del Perú y que cuando vaya no voy a hacerme cargo del poder ejecutivo; esto lo repito para que tome usted sus medidas y para que se lo diga al congreso cuando se reúna; haga usted más, persuada usted a todos sus miembros que tampoco voy a Bogotá si se empeñan en que permanezca de presidente; y que aunque me llamen, no los obedezco. Usted sepa para sí que yo no he aceptado la presidencia sino por instar a usted a que fuese vicepresidente, y como no sabía la resolución de usted, tomé el partido de ir a Cúcuta para allanarlo todo. Si esos señores del congreso quieren que usted sea el presidente, que lo nombren, y si no quieren que usted mande, que nombren otro presidente porque yo jamás iré a encargarme del mando.

Digo más, que no me encargo del mando porque esta constitución y muchas de las leyes que tenemos no me parecen buenas; pero si se reforman la constitución y las leyes, tampoco me en­cargo del mando porque no se crea que es por ambición y porque quiero descansar después de doce años de tempestad. Los dos ter­cios de mi vida se han pasado ya y el tercio que falta lo quiero emplear en cuidar mi alma y mi reputación; porque yo tengo que dar cuenta a Dios y al mundo de mi vida pasada; y no quiero morir sin dejar antes mis cuentas corrientes. Que cada ciudadano sirva doce años a su patria y entonces deberé yo entrar de nuevo en turno para volverle a servir; antes no, porque yo no he naci­do esclavo y he dicho que quiero ser ciudadano para ser libre.

Soy de usted con el mayor afecto de mi corazón.

BOLÍVAR

* De un impreso moderno. "Correspondencia dirigida al General Santander", volumen II, págs. 320-322.

| | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0