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DOCUMENTO 6954. COMUNICACIÓN DE BOLÍVAR PARA SANTANDER, FE­CHADA EN GUAYAQUIL EL 14 DE AGOSTO DE 1822, EN LA CUAL LE ACUSA RECIBO DE UNA CARTA Y LE SEÑALA SU IMPOSIBI­LIDAD DE IR AL NORTE HASTA NO RESOLVER LOS ASUNTOS DEL PERÚ.*

Guayaquil, agosto 14 de 1822.

Excmo. señor general F. de P. Santander.

Ayer recibí la comunicación de V.E. de 5 de julio último en Bogotá, y me contraigo a los tres puntos cardinales que contiene.

Si durante mi permanencia en el sur las considerables fuerzas del norte no hubieren destruido los enemigos de Venezuela, y los esfuerzos del brigadier Morales se reanimasen con los auxilios que se teme vengan de la Península, yo mismo marcharé al norte con 2.000 veteranos, que conduciré por el Istmo y llevaré a donde se necesiten. Pero esta operación no puede tener lugar mientras no sepa el resultado de la suerte del Perú que debe, si no decidirse, al menos presentar el verdadero estado de aquel país en la campaña que debe haberse abierto ya, y debe hacerse con doble acti­vidad con los auxilios que Colombia ha prestado y que estarán muy cerca de Lima. Antes, ni puedo disponer de estas fuerzas, ni sería prudente alejarme de la frontera, dejándola expuesta a ser invadida por un ejército poderoso del Perú y todas las divisiones que podrían sembrar los realistas en el departamento recién liber­tado, distante del centro, cercado de provincias inexpugnables y relativamente muy poblado. La importancia del sur y la necesidad de conservarlo en actitud respetable, es un hecho claro que no merece se encarezca.

Las fragatas de la escuadra de Chile que V.E. desea se negocien para reforzar el bloqueo de Puerto Cabello, harían tantos gastos en su viaje desde Valparaíso a Puerto Cabello, que saldrían tan caras como compradas en los mares del norte. Además, Chile las ocupa en su propia defensa y no es probable las ceda a otro Estado cuando él las necesita. Yo creo que los bergantines y go­letas que bloquean a Puerto Cabello, bien armados, son suficientes para estrechar aquella plaza e impedir toda comunicación externa. Las fragatas aumentarían el número y los gastos y los consumi­dores; pero desconfío mucho que la situación de la plaza se haga más penosa. En el mar del sur la escuadra chilena ha hecho pro­digios, menos por su fuerza numérica de hombres, cañones y ca­lidad de buques, que por la audacia e intrepidez que ha distinguido a sus marinos. Un pailebot, el Araucano, ha abordado la Prueba que es la fragata mayor que se conoce.

Para pagar las tropas auxiliares del Perú que vinieron a Quito y que estipularon el goce íntegro de sus pagos conforme a la ordenanza de aquel Estado, ha empleado el general Sucre arbitrios y recursos extraordinarios. El pago de La Guardia y de los emplea­dos civiles de Quito, cuesta infinito. Guayaquil y Colombia habían contraído una deuda considerable, que es necesario pagar porque sería un origen perpetuo de desafección y uno de los temores que habían infundido a estos pueblos los enemigos de Colombia. Yo no sé cómo pueda cubrir este departamento sus gastos necesarios y sus deudas, ni Quito los suyos. Guayaquil es tan caro como el Perú y los empleados no pueden vivir sino con sus sueldos completos: esto es un nuevo embarazo. Es preciso esperar del tiempo la me­jora de unos países arruinados.

La situación actual del sur creo que exige mi permanencia en él por algún tiempo, sobre todo mientras se decida la suerte del Perú. Alejarme antes sería dejar vacilante un territorio salvado a tanta costa. Encargado V.E. del poder ejecutivo, goza el pueblo de la beneficencia de las leyes, mientras yo en la frontera más expuesta o peligrosa, espero las circunstancias de obrar conforme ellas lo exijan.

Esta determinación, fundada sobre tan sólido principio, se apoya también en mi resolución decidida y manifestada francamente al congreso, de no ejercer el poder ejecutivo y de servir a mi patria mientras tenga enemigos, sin mezclarme jamás en la administración.

BOLÍVAR

* De un impreso moderno. "Correspondencia dirigida al General Santander", volumen II, págs. 318-320.

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