Guasdualito, 30 de enero de 1820.
Al General Páez.
[Comisión que se le ha dado al Alférez Villegas] [1]
El Alférez Villegas está autorizado.
Este oficial no ha dejado aquí más que 40 inválidos y bribones que se han desertado. No dio cumplimiento a ninguna de mis órdenes verbales y por escrito que ha recibido, ha visto con el más soberano desprecio mis órdenes, y las de V.S., y por consiguiente ha perjudicado infinito la República y así es que de modo alguno quiero que mande más en este Departamento. Mientras tanto que viene el Comandante Burgos [2] que manda uno de los Escuadrones de la Muerte, y que me parece el mejor Comandante para esta ciudad, dejo aquí los Coroneles Rangel y Paredes para que cumplan las órdenes que voy a dejarles para auxiliar el ejército y manden ganados a Cúcuta, donde hay una escasez tan grande que nuestro ejército ha tenido que retrogradar desde Bailadores por falta de víveres. Voy a emplear doce mil pesos en recompensa a los que cojan el ganado, y a los que lo lleven a Cúcuta. Envíe V.S. la orden al Comandante Burgos para que venga a hacerse cargo de la comandancia de esta ciudad, yo no lo hago directamente porque no sé si V.S. tiene algún inconveniente para ello.
Guasdualito es la llave de la Nueva Granada y necesita de un hombre de inteligencia, de actividad, de celo; y no de un guapo como el señor Comandante Aramendi [3] que mejor está en el campo de batalla que en otra parte.
Aquí no se necesita del Regimiento de la Muerte para nada, destínelo V.S. donde tenga por conveniente, o por lo menos que amanse potros donde los haya, pero de ningún modo que venga aquí para nada, con la gente de Casanare y la gente de este pueblo se puede hacer el servicio. Pedraza podría muy bien ser ocupado por este Regimiento y molestar el enemigo por aquella parte, porque ya es tiempo de estrechar a los barineses, y de ensanchar el teatro de nuestras operaciones. El Coronel Aramendi tiene muchas bestias y además puede llevar dos mil potros para amansarlos en el servicio.
BOLIVAR
* Del copiador de la Secretaría. Archivo del Libertador, tomo XVII, primera parte, folio 33 y vto.