Potosí, a 17 de octubre de 1825.
[Al Señor Fernando Peñalver]
Mí querido Peñalver: He leído las dos últimas cartas de Vd. de Valencia [1], en que me habla de las minas de Aroa [2], y he visto la carta que a súplica de Vd. le escribe Cochrane [3] a Uslar [4] sobre este mismo negocio.
Aunque yo estoy muy satisfecho de la contrata que ha celebrado María Antonia [5], me ha parecido más útil para mí vender a los mismos arrendatarios, o a quienes me hagan propuestas más ventajosas, la posesión de Aroa toda entera. Vd. no dejará de conocer, mi querido Peñalver, que en mi situación, más cuenta me tiene contar en Inglaterra con una mina de cuatrocientos o quinientos mil pesos sonantes, que una mina que yo ni mis parientes hemos de poder trabajar. El valor de ellos puede servirnos para vivir, muy particularmente a mí, que muy pronto debo retirarme de los negocios públicos a una vida retirada y privada. En consideración a esto, le mando a Vd. una carta para Cochrane abierta, para que Vd. se imponga de ella, y se la entregue. También mando copia de mi carta a Cochrane a varios amigos para que ellos la hagan circular y me dirijan las posturas de los compradores, a fin de poder yo escoger el que más ventajas me ofrezca, y Vd. podrá por su parte hacer lo mismo por allá y asegurando a Mr. Cochrane y compañía que en dos posturas iguales, en él y otro, ellos obtendrán la preferencia.
Yo espero que Vd. verá este negocio como suyo propio y desearía que Vd. se interesara con Antonia para proceder con más acierto.
Dígale Vd. mil cosas de mi parte al marqués del Toro [6]; que por qué no me escribe y me dice sus cosas; dígale que he leído su manifiesto y que me ha parecido muy bueno. Es ciertamente el último dolor que un hombre como el Marqués tenga que emplear su pluma contra un malvado como Mérida [7].
Adiós, mi querido Peñalver, escríbame; hábleme Vd. de su familia, de nuestra patria y contésteme sobre la venta de Aroa.
Soy su amigo de corazón.
[BOLIVAR.]
P. D.—Convendría que Vd. escribiese a Inglaterra directamente sobre la venta de Aroa, allí es donde mejor se puede vender; porque minas es lo que ocupa actualmente la atención de los capitalistas ingleses que no saben que hacerse con sus tesoros.
Dígame Vd. en qué estado se halla la hacienda de Chirgua [8]; yo nada sé de ella y creo que está perdida, por lo menos no recibo un real. Llame Vd. al arrendatario de mi parte; y que le dé cuenta de todo, porque hace muchos años que no rinde nada. Mejor sería venderla para salir del arrendatario y del tío Chano [9], que todose lo coge de cuenta de gracioso. También deseo saber del estado de Suata [10] que está en el mismo caso que Chirgua; y ahora podríamos hacer buen negocio con aquella magnífica posesión. Déle Vd. parte a Antonia de todo, pues ella tiene mi poder [11].
Vale.
BOLÍVAR.
* Archivo del Libertador, vol. 172, folio 484-486. De una copia posterior, de mano de don Arístides Rojas. El destinatario, el procer venezolano Fernando de Peñalver (1765-1837), ocupaba en aquella época la Gobernación de la Provincia de Carabobo, cuya capital era la ciudad de Valencia. (Véase: doc. N° 92, nota 1).