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DOCUMENTO 9241 OFICIO DE JOSÉ GABRIEL PÉREZ AL SECRETARIO DE LA GUERRA DE COLOMBIA, FECHADO EN TRUJILLO EL 31 DE MARZO DE 1824. LE DICE QUE EL LIBERTADOR DEPLORA LA FALTA DE LOS AUXILIOS PEDIDOS AL GOBIERNO DE COLOMBIA. INSTA A QUE LE LLEGUEN URGENTEMENTE LOS AUXILIOS, PUES SI SE PIERDE EL PERÚ SE PERDERÁ EL SUR DE COLOMBIA. LE COMENTA QUE LA TRAICIÓN Y LA DESMORALIZACIÓN DOMINAN EL PERÚ.*

Trujillo, marzo 31 de 1824.

Al señor Secretario de la Guerra de Colombia.

Por un mismo correo he recibido antes de ayer de las comunicaciones de Vs. del 19 de septiembre del año pasado, marcados con los números 88, 89 y 90, y las copias que contienen las noticias de Maracaibo. S. E. el Libertador queda impuesto de cuanto Vs. comunica en dichas comunicaciones. El Capitán Jurado no ha llegado aún a este cuartel general, ni el de igual clase Pinzón.

Las de 21 de noviembre marcadas con los números 107 y 108, cuyo contenido también he puesto en conocimiento de S. E. el Libertador con las noticias relativas a la misión dirigida por S. E. el general Soublette al Conde Douzelot y contestación de éste y demás noticias que V. S. comunica en su nota 108.

Y las de 6 de diciembre marcadas con los números 109, 110, 111, 112, 113, 114 y 115, que también he elevado al conocimiento de S. E. el Libertador.

Permítame Vs. que conteste en una sola nota las últimas de Vs. y que tenga la honra de decirle que S. E. queda impuesto de que vendrá a Guayaquil el capitán de navío Barbará, y dos o tres subalternos: que la marcada con el número 115 ha causado en el ánimo de S. E. la más melancólica impresión por las infinitas dificultades y obstáculos en que se encuentra el gobierno para enviar los auxilios que ha pedido desde el año pasado en mayo, y que volvió a pedir con más urgencia en octubre; porque las circunstancias se empeoraban cada día más y más. Los medios que el gobierno espera para poder llenar las demandas del Libertador son tan lentos y están tan distantes, que quizá cuando vengan los auxilios el mal será irremediable; porque hay cosas que no tienen espera, exigen un remedio pronto y activo y de este género es la enfermedad del Perú que amenaza contagiar a toda Colombia, o inminentemente al Sur. No queda a S. E. otro consuelo que el triste y bien estéril de haber predicho bien anticipadamente todo el mal que nos esperaba, si no obraba con una rápida actividad. Si para estas horas la legislatura de este año ha dado al Ejecutivo todos los medios de poder para auxiliar al Libertador y al Perú, está cierto S. E. que para estas horas estarán en marcha los refuerzos que ha pedido; porque S. E. sabe muy bien que el gobierno conoce su posición crítica, difícil y peligrosa, y sabe muy bien que el gobierno tiene en su corazón los intereses de Colombia ligados íntimamente por ahora con los del Perú, y libradas a la suerte próspera o adversa de las armas aliadas confiadas al Libertador.

En la situación de S. E. y en la del gobierno sólo queda al Libertador el de pedir con el mismo tesón, con la misma instancia, los auxilios prontos y poderosos de hombres, armas, municiones y cuanto tiene pedido, añadiendo para completar el horrible cuadro que tantas veces ha bosquejado, la noticia de la traición del Marqués de Torre Tagle, Presidente del Perú, y la de casi todos los empleados en la administración, y la defección abominable de varios jefes, que después de evacuada la capital por nosotros, han vuelto a ella arrastrando consigo pequeñas partidas de tropa de las que estaban a sus órdenes: la desmorali­zación de los pueblos por las exacciones que han sufrido de las admi­nistraciones anteriores, perversas y viciosas; y por los ejemplos conti­nuos de traición y de crimen de sus más respetables funcionarios. Ejemplo capaz de alterar la moral de un pueblo virtuoso, y de devorar al pueblo peruano. Los traidores y los españoles se han ligado para hacer causa común y hacer creer al pueblo ignorante que la guerra con el Perú ha cesado; que en este país no quedan más enemigos que los colombianos: que es preciso unirse para destruirlos. Estos son los prin­cipios que propagan por todas partes. Si a la preponderancia numérica del enemigo se añade la moral que va a darles y que les ha dado ya esa nueva seducción en favor de los españoles, se verá que la superioridad por parte de aquella está bien marcada.

Si S. E. el Libertador no estuviera tan penetrado de la verdad de que perdido el Perú se pierde el sur de Colombia y de la imposibilidad de salvar nuestro ejército retirándonos, ya lo habría hecho; es imposible que no sea lo primero, y es imposible ejecutar lo segundo. La suerte, pues de S. E. y del ejército de su mando es invariable: morir o triunfar en el Perú.

Dios, etc.

[J. GABRIEL PÉREZ]

* De un copiador de Secretaría. Archivo del Libertador, Sección O’Leary, Tomo 36, folios 233 Vto. al 235 recto.

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