Guayaquil, 4 de septiembre de 1829.
SEÑOR GENERAL DANIEL FLORENCIO O’LEARY.
Por el correo que acaba de llegar he recibido juntas las dos apreciables de Vd. de 22 y 29 de julio, en que me habla Vd. a consecuencia de la mía de Samborondon y de las noticias que ya tenían vds de nosotros hasta la Barranca.
Celebro que hallamos podido dar a vds tan buenos ratos con aquellos sucesos y noticias, y supongo que las posteriores que les habrán ido llegando, como la toma de Guayaquil y buenos resultados de la Comisión de Demarquet habrán completado el contento. Las de Vd han tenido de todo, es decir, de bueno y de malo, pero todo es bueno que lo sepamos, y yo le doy las gracias por su exactitud e ingenuidad. De todo quedo enterado e iré haciendo el uso que permitan las circunstancias.
Estoy también de acuerdo con Vd en la medida que me aconseja de visitar a Venezuela con el objeto que me indica, pues lo que Vd dice sobre esto es exacto.
Aún no ha llegado el comisionado del Perú, para los tratados. Se dice que el Congreso se formaría el 28 de Agosto próximo pasado y como esto era lo que detenía a este comisionado, es natural que esté ya navegando para acá.
Vd tiene razón en lo que me aconseja para asegurar lo que pactemos con los Peruanos. Yo lo querría también así: pero ¿Que quiere Vd, sí estas malditas fragatas no acaban de llegar, si la miseria nos desespera, y el tiempo no da tiempo? En fin ahí veremos lo que se pueda, para asegurarnos.
Nada particular ha ocurrido después de mis anteriores. Una que otra carta que he recibido de los amigos del Perú, nos confirma del aspecto favorable a nosotros que tiene aquello, y de que ellos están cada vez más en el aire.
Yo me hallo ya disfrutando de regular salud en mi casa de campo a una milla de la ciudad, pero sin poder hacer el ejercicio que apetezco, porque el lugar, que es una pequeña isla, no lo permite. Sin embargo, me va muy bien en ella y voy convaleciendo mucho.
Saludo afectuosamente a su mujer y cuñada, y soy su amigo de corazón.
BOLÍVAR.
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