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DOCUMENTO 2107. DEL ORIGINAL, O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL SEÑOR ESTANISLAO VERGARA, FECHADA EN GUAYAQUIL, 31 DE AGOSTO DE 1829, LO FELICITA POR EL TRATADO CON LOS PAÍSES BAJOS Y EL BUEN ESTADO DE LAS RELACIONES EXTERIORES.

Guayaquil, 31 de agosto de 1829.

AL SEÑOR ESTANISLAO VERGARA:

Mí Querido Amigo:

En el último correo del 27 me llegó la apreciable de Vd. de 22 de julio, que no me fue posible contestar en el mismo, porque regresó al día siguiente por la mañana en que nos hallábamos de mudanza al campo donde me hallo convaleciendo muy bien y desde donde le es­cribo hoy.

Muchos e interesantes particulares contiene su carta, y sería no aca­bar contestarla con toda la prolijidad que quisiera. Lo haré, sin embar­go, con la extensión que me permite mi situación y ocupaciones.

Celebro que haya Vd. ya recibido el tratado con los Países Bajos y cuanto sobre él me dice. Procuraremos despacharlo inmediatamente que llegue como Vd. encarga. Me es también sumamente satisfactorio el ventajoso estado de nuestras relaciones exteriores. Yo doy a Vd. las gracias por el acierto y eficacia con que las ha dirigido; y puede Vd. confiar en que no será relevado del Ministerio hasta pasado el año para que recoja el fruto de su trabajo.

Están efectivamente muy buenas las elecciones del centro, pues aun de los tres malos que Vd. indica, el último no es de lo peor. Las del Sur hasta hoy han sido excelentes como habrán visto Vds. y las de Caracas serán lo mismo indudablemente; de modo que tendremos un Congreso Selecto.

Me dice Vd. que ansia por mi vuelta a Bogotá para que componga­mos una constitución que debiera yo presentar al Congreso Constitu­yente ¡Ay! mi amigo, estoy ya desengañado de Constituciones, y aunque están de moda en el día, todavía están en más rigor sus derrotas. Yo he compuesto dos, y en menos de diez años; la primera sufrió muchas alteraciones fundamentales, y últimamente ha sido abolida con fracaso; la segunda apenas duró dos o tres años; y aunque últimamente se ha vuelto a levantar de su caída, no durará más que una cuchara de pan. Por consiguiente, estoy demasiado desengañado para mezclarme nuevamente en semejantes obras. Yo no me excuso de contribuir con mis servicios, o por mejor decir, con mis opiniones, a lo que yo creo que es más conveniente a la república y en prueba de ello he mostrado mis opiniones pública y solemnemente en todas ocasiones. Si se quieren consultar no hay necesidad de que yo las repita, pues se pueden encontrar en los documentos de mi vida pública.

Aparte de esto, yo he convocado ese Congreso y le he dado atribu­ciones y facultades para nombrar al Jefe del Gobierno. Sería, pues, repugnante y aun deshonroso para mí, que yo le dictase un código y que admitiese su nombramiento: tanto más que veinte revoluciones suce­sivas han atacado mis constituciones y mi autoridad. Este es un testi­monio de que mis ideas están en oposición con las inclinaciones del pueblo, y que mi administración lo desespera hasta hacerle cometer los mayores atentados para librarse de mí. Me engañaban mis amigos; o más bien, ellos se engañaban creyendo que todos los actos hostiles contra mi gobierno eran efecto de las maniobras clandestinas de mis enemigos particulares. Cedí yo entonces a sus instancias porque me dejaba alucinar, mas, desengañado ahora, y bien desengañado, no me es posible creerlos otra vez ni ceder de nuevo.

Veo todo lo que Vd. me dice sobre el asunto de Elbers. Ahora, pues, dígame Vd. ¿puede sufrirse todo eso? y de las personas que más debieran interesarse en la felicidad del país, de su gobierno y de su gloria? Pues todo esto y cuánto no podría decirse en muchos pliegos, es más que bastante para desesperar a un santo. Sin embargo, yo sostendré mi revocatoria, porque no es dable convenir en semejante abominación, y porque son de mucho peso las razones que Vd. me indica en su posdata.

Volvamos a sus relaciones exteriores: quedo instruido de los tér­minos en que ha reclamado Vd. el relevo de Torrens, y está bueno así.

No hay que pensar en el General Carabaño para la legación de Holanda, porque no es a propósito. Tampoco en Torices para secre­tario, aunque lo desee el Señor Castillo, porque ese joven ha sido uno de mis enemigos, no se sabe que haya cambiado y podríamos llevar el chasco que con Vélez, Madiedo y Michelena. Cuando yo falte del gobier­no tendrán lugar los protectores de mis enemigos para hacer lo que les parezca, mientras, no es posible que yo me deje burlar.

Saludo afectuosamente a su Señora.

De Vd. de corazón.

BOLÍVAR.

¿Qué quiere Vd. que yo haga yéndome a Bogotá, cuando no puedo encontrar favorable al gobierno o más bien a su jefe, ni aun los ministros y grandes jueces? Vd. ha visto lo que ha pasado con Elbers!" Primero Elbers que Bolívar, y la justicia y la utilidad y todo junto!!!

4 de septiembre. —Cuando se cerraba ésta me llegó su apreciable de 29 de julio, que contestaré por el siguiente correo. Ahora le envío de oficio una idea para con el Gobierno de Haití. He ofrecido a mi edecán Demarquet mandarlo de secretario de la Legación de Holanda. El Señor Gual está malo, pero no de cuidado.

Párrafo de la carta de Vergara:

’’Muy incómodos están los Señores Castillo y Restrepo con la revocación que V. E. ha hecho del privilegio de Elbers, sin considerar que esta medida ha sido necesaria para la libertad de navegación del Magdalena y para que aquel extran­jero no se burle más del gobierno". En seguida Vergara expone las faltas come­tidas por Elbers como contratista de la navegación a vapor en el Magdalena, y la sin razón de los Ministros nombrados. O’Leary, VII, 202.

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