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DOCUMENTO 2089. DE UNA COPIA. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL SEÑOR JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID, FECHADA EN GUAYAQUIL, 16 DE AGOSTO DE 1829, LE COMUNICA LAS NOVEDADES DEL PERÚ Y LE PIDE LE ESCRIBA AL SEÑOR LARREGUI, NOTIFICÁNDOLE QUE CUANDO EN BOGOTÁ HUBO LA NEGOCIACIÓN ENTRE UN AGENTE DE HAITÍ Y EL MINISTRO DE ESTADO, ÉL NO EJERCÍA NINGUNA AUTORIDAD EN COLOMBIA.*

Guayaquil, 22 de julio de 1829.

AL SEÑOR JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID:

Mí Querido Amigo:

He recibido la apreciable de Vd. del 18 de abril. En efecto, ha sucedido todo lo que Vd. ha deseado y previsto sobre estar ya en Gua­yaquil después de haber desbaratado el Ejército y el Gobierno de La Mar, y después de haber forzado a nuestros enemigos a reconocer que somos más justos que ellos. Aquí está el Señor Gual esperando al negociador del Perú para entrar en negociaciones, que probablemente producirán la paz, porque ambos estados la necesitamos con urgencia.

Celebraré mucho que Vd. me escriba, como me ofrece, sobre dife­rentes puntos de gobierno y mis Decretos de justicia.

Escriba Vd. a ese Señor Larregui diciéndole, de mi parte, que cuando hubo en Bogotá una negociación entre un agente de Haití y el Ministro de Estado, yo estaba en el Perú, y no supe de la negociación hasta después de finalizada, y que entonces yo no ejercía ninguna autoridad en Colombia porque la Constitución y el Congreso me la habían quitado; y que después que he tomado el mando, yo no he oído hablar una sola vez que se haya tratado de renovar la negociación. Protesto que no tengo la menor idea de semejante cosa y que, en afirmar lo contrario, creo que hay error, o mala inteligencia por lo menos. Por mi parte, soy incapaz de negarme a tratar con el Gobierno de Haití, porque le debo demasiado para ello. Añádale Vd. a ese señor que puede comunicarlo así al Presidente de Haití.

Con respecto a lo que Vd. me dice sobre la carta de Olmedo, sepa Vd. que es falsa, y él lo ha probado públicamente con datos que son incontestables. Siento mucho los males que han afligido a Vd. durante la época de que se queja. Yo también he sufrido un poco en estos días y empiezo a restablecerme.

Me alegro que vaya Vd. adelantando sus trabajos con esas potencial del Norte.

Doy a Vd. las gracias por la carta que Vd. dirigió el 11 de abril al "Times", y rogara a Vd. que fuese más extenso en mis defensas, que serán bien necesarias ahora que han suelto a Santander, el que no dejará de inundar de calumnias la Europa y los Estados Unidos. Mis enemigos son muchos y escriben con gran calor en tanto que mis de­fensas son bien tenues y frías. El pobre Abate, que ha muerto, sabia alabarme pero no defenderme. Todos me dicen que sirva a Colombia para cargarme de nuevas difamaciones; y, sin embargo, nadie se ocupa en defenderme sino por accidente y fríamente. Yo no quiero encargar a Vd. de este penoso trabajo; pero deseara que instase, de mi parte, entre otros, al joven Wilson, que está bien instruido de todo.

Aseguro a Vd. que estoy desesperado con el mando y que no sé qué hacer con esta Colombia y con esta América tan desgraciada y tan trabajosa. Mucho será que yo no me vaya con Dios después de la insta­lación del congreso en enero, pues mi salud está aniquilada, y ya no me quedan fuerzas físicas para hacer el servicio que he hecho hasta ahora. Por otra parte, la ingratitud me tiene aniquilado el espíritu habiéndole privado de todos los resortes de acción. Quedan muy pocos ciudadanos por los cuales yo me quisiera sacrificar; y aun este sacri­ficio debiera ser pronto, pues no estoy en estado de sufrirlo lento. Si quieren mí vida, aquí la tienen, pero no mis servicias, pues ya no tengo valor para sacrificar mi nombre como lo tenía antes: éste es el primer efecto de la ingratitud.

Adiós, mi querido amigo. Si Vd. me viera en este momento ¡parezco un viejo de 60 años! Tal me ha dejado el último ataque que he sufrido, y tal me tienen los libelos con que me regalan diariamente. Adiós, mi querido amigo, reciba Vd. el corazón de quien le ama más.

BOLÍVAR.

(*)No se puede leer sin emoción esta carta en que cree uno ver el lacerado cuanto noble corazón del Libertador, pero la queja que exhala, o más bien que insinúa respecto de las publicaciones que el Doctor Madrid hacía para vindicar la repu­tación de su ilustre amigo, parece demandar aquí una explicación, y será el mismo Doctor Madrid quien la dará.

Escribiendo al Libertador con fecha 6 de enero de 1830 después de haber discurrido largamente sobre los primeros movimientos revolucionarios ocurridos en Venezuela a fines de octubre del año anterior decía el Doctor Madrid en otra parte de la misma carta:

"En este momento llega el correo que me trae comunicaciones de Bogotá del 14 de octubre y de Cartagena de 3 de noviembre; con ellas he tenido la satisfac­ción de recibir la de Vd. de 16 de agosto por la cual veo que Vd. estaba entera­mente libre de la enfermedad que había sufrido. Es preciso, mi respetado amigo, que Vd. se cuide mucho. El alma de fuego de Vd., la vehemencia de sus sentimientos, devoran su físico. Perdóneme Vd. que le diga que Vd. es demasiado " sensible a la maledicencia, olvidando que la verdad y la virtud siempre han triunfado de ella: que los hombres más grandes, los más ilustres benefactores de la humanidad, han tenido en todos tiempos enemigos y detractores; que el mismo Washington fue acusado de arbitrariedad, despotismo y aun de robos!!!

"Vd. se queja de la tibieza con que lo defienden sus amigos en Europa. Por mi parte ofrezco a Vd. enmendarme. Permítame Vd., sin embargo, hacerle algunas indicaciones: 1ª Los hechos de Vd., la existencia de tres naciones y las notorias circunstancias en que Vd. se ha hallado y se halla, son su mejor defensa. 2ª Cuanto más imparciales y, por supuesto, menos acaladorados se muestren los defensores de Vd. en sus escritos, mejor efecto producen éstos. 3ª Yo me encuentro a veces embarazado por falta de datos y no hay en Londres un solo indi­viduo que pueda proporcionármelos; he estado mucho tiempo fuera de Colombia y lo mismo ha sucedido a los pocos compatriotas que hay aquí. Además he tenido la desgracia de estar siempre enfermo. Continuaré valiéndome de los medios que me parecen más adecuados. Las cartas particulares que se suponen venidas de Colombia y los artículos editoriales que se tienen como escritos por ciudadanos ingleses, hacen más impresión que las cartas o discursos que se atribuyen a los agentes del Gobierno de Colombia o a los amigos de Vd. En la "Star" encontrara Vd. algunos pequeños artículos editoriales extendidos por mí como el que sirvió de introducción a las cartas de García del Río, y el que precede al discurso que pronunció el Ministro Americano, Mr. Moore al entregar sus credenciales. En fin, cuente Vd. con que cumpliré con el deber sagrado de defender a mi jefe injustamente calumniado, y con el dulce deber de emplear mis débiles fuerzas en servicio de mi glorioso amigo y defensor.

"Ya he remitido a la "Star" una carta en que extracto las importantes noticias de la paz con el Perú, derrota y muerte de Córdoba, restablecimiento del orden en Antioquia, restablecimiento de la salud de Vd. y su regreso para la capital, que me anuncia Juan de Francisco Martín: mañana se publicará dicha carta, pero no podrá alcanzar al correo.

’’ He comenzado a escribir unas cartas sobre los negocios de la América española en general y sobre la cuestión de Cuba y Puerto Rico en particular, que iré publicando sucesivamente. Desgraciadamente mis enfermedades me hacen caer la pluma de la mano con demasiada frecuencia".

Esas enfermedades eran tan graves que pocos meses después de haber trazado las líneas preinsertas, el Doctor Madrid descendió al sepulcro a la temprana edad de cuarenta y tres años. —Serrezuela, 1870. P. Fernández Madrid.

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