.
Portada del sitio > 35) Período (01ENE AL 27DIC 1829) O.C.B. > DOCUMENTO 2018. BLANCO Y AZPURUA, XIII, 524. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR (...)

DOCUMENTO 2018. BLANCO Y AZPURUA, XIII, 524. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL DOCTOR JOSÉ MARÍA DEL CASTILLO RADA, FECHADA EN RIOBAMBA EL 1 DE JUNIO DE 1829, LE COMUNICA SU ESTADO DE ÁNIMO POR LAS INGRATITUDES A LAS QUE SE HA VISTO SOMETIDO.

RIOBAMBA, 1 DE JUNIO DE 1829.

AL SEÑOR DOCTOR JOSÉ MARlA DEL CASTILLO, ETC., ETC., ETC.

Mí querido amigo:

He tenido el gusto de recibir la apreciable carta de Vd. de 29 de abril, en la cual me habla Vd. de las cosas más interesantes; pero responderé, ante todo, al artículo del sentimiento que le ha causado mi replica sobre el papel de "La Luna". Aseguro a Vd., bajo mi palabra de honor, que no he dicho ni he pensado decir que Vd. llegara a pensar que yo tuviera parte en dicho papel. Me había indicado Vd. que había personas que lo imaginaban; y yo he debido contestar que solamente unas almas viles podían tener tal idea, y de ninguna manera era posi­ble que yo invectivase a Vd. en estos términos. Vd. no es digno de tales improperios; y tan lejos de merecerlos, creo que ya es demasiado entrar siquiera en esta explicación. Persuádase Vd., querido amigo, de que cuando yo doy mi confianza la doy entera, y aunque algunas veces me he chasqueado, no es siquiera posible que con Vd. me suceda otro tanto. Estoy plenamente satisfecho de que Vd. no tiene más defecto que el de su excesiva bondad; y confieso con franqueza que este es mi único recelo en todo el carácter de Vd.; y como la bondad es la exclu­sión de todos los defectos y de todas las maldades, aunque yo quisiera, no podría equivocarme.

Yo deseo con sinceridad que Vd. me diga siempre lo que sabe y lo que piensa; en esto me hará Vd. un servicio singular.

No tema Vd. por mi salud que es bastante buena.

El señor Gual ha tenido permiso para venirse a nuestro territorio; él será nuestro negociador con el Perú.

La pérdida de la "Prueba" debe desalentar mucho a nuestros ene­migos, los que serán expulsados de Guayaquil en todo este mes de junio a más tardar.

Estoy desesperado por ver el proyecto y el dictamen del consejo sobre el traspaso de nuestra deuda a los nuevos emprendedores. Vd. me dice que las ventajas son inmensas y esto me basta para desear la realización.

Vd., desea mi marcha al Norte, y yo también; pero no se qué día se hará la paz. Un día después de concluida me voy para el Norte; y si fuere preciso, me iré antes para hacer todo lo que sea útil y contribuir con lo que pueda; pero desengáñese Vd. y desengáñese Colombia de que yo no vuelvo a mandar más. Este partido lo he abrazado muchos años ha; mas la gratitud de los pueblos me encadenaba a su servicio; pero los asesinos, los ingratos, los maldicientes y los traidores, han rebosado la medida de mi sufrimiento.

No hay día, no hay hora, en que estos abominables no me hagan beber la hez de la calumnia. No quiero ser más la victima de mi consa­gración al más infame pueblo que ha tenido la tierra: la América, que después que la he librado de sus enemigos y la he dado una libertad que no merece, me despedaza diariamente de un extremo a otro con todas las furias de sus viles pasiones. No, amigo, no seré más mártir, y aunque mucho me cuesta abandonar a mis amigos, me es imposible soportar el escarnio de todos los liberales del mundo que prefieren los crímenes de la anarquía al bienestar del reposo. Me han llamado tirano, y los hijos de nuestra capital han tratado de castigarme como a tal. Por otra parte, a mí nadie me quiere en la Nueva Granada, y casi todos sus militares me detestan. Un centenar de hombres de bien me juzga necesario para la conservación de la república, considerándome más bien como un mal necesario, que como un bien positivo. Esto es lo cierto, lo evidente, lo infalible. ¿Por qué he de hacer yo servicios a quien no los ha de agradecer? ¿Por qué me he de sacrificar por pue­blos enemigos, que ha sido preciso obligar por la fuerza a defender sus derechos, y es precisa también la fuerza para que hagan su deber? En semejantes países no puede levantarse un libertador sino un tirano. Por consiguiente, cualquiera puede serlo mejor que yo, pues bien a mi pesar he tenido que degradarme algunas veces a este execrable oficio. Esto es hecho, mi querido amigo, y es preciso tomar un partido a conse­cuencia de esta resolución. Yo autorizo a Vd. para que haga uso de estas ideas como tenga por conveniente; en la inteligencia de que no las mudaré por nada. Añadiré que no me ha sido posible darle seme­jante idea al pobre general Urdaneta, porque juzgo que su suerte es la más desgraciada con mi ausencia. Si vendo las minas de Aroa, podré partir con él lo que me quede para que salga de Colombia. Yo deseara que Vd. le comunicase esta carta para su inteligencia y gobierno.

Vd. es granadino y es adorado en Cartagena; además, su bondad V sus talentos le harán siempre un gran lugar en ese país.

Póngame Vd. a los pies de su señora, y ofrezco a Vd. con toda since­ridad mi corazón.

BOLÍVAR.

| | Mapa del sitio | Seguir la vida del sitio RSS 2.0