Quito, 13 de mayo de 1829.
Al señor general Diego Ibarra.
Mi querido Diego:
He recibido tu carta que me trajo el general Silva y quedo enterado de cuanto en ella me dices.
Siento en mi corazón la ruina de tu salud y quisiera que entrases en un régimen muy estricto de curación y sosiego para ver si logramos reponerla. Eres joven todavía y acaso no será difícil conseguirlo. Bastante deseo tenerte a mi lado, pero más quiero no perderte. Cúrate, pues, y no te afanes por reunírteme todavía.
Si todos piensan como tú, el general Urdaneta y demás hombres de juicio, como me aseguras, allá lo veremos en agosto, cuando regresaré a esa capital. Hagan Vds. lo que les parezca conveniente, mientras que yo me ocupo aquí de asegurar estas cosas de los señores peruanos por medio del señor Gual, que se halla en Guayaquil, o por el de las armas.
Flores con su ejército reunido sigue bien, y por el general Urdaneta oirás todo lo más que pudiera decirte de noticias; pues no tengo ni tiempo ni manos para más.
Tu amigo de corazón.
Bolívar.