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DOCUMENTO 1992. DE UNA COPIA. O.C.B. CARTA DEL LIBERTADOR SIMÓN BOLÍVAR AL SEÑOR JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID FECHADA EN QUITO EL 27 DE ABRIL DE 1829. LE PIDE QUE AUXILIE AL SEÑOR ANDRÉS BELLO Y QUE LO PERSUADA PARA QUE REGRESE A SU PAÍS.*

QUITO, 27 DE ABRIL DE 1829.

AL SEÑOR JOSÉ FERNÁNDEZ MADRID.

Mi estimado amigo:

He recibido diferentes cartas de Vd. con gusto y con dolor: unas me anuncian cosas y opiniones agradables; otras me hablan de males de Vd. y de aflicciones paternas.También me indica Vd. de cuando en cuando la miserable situación pecuniaria de esa legación, que obliga al amigo y digno Bello a salir de ella a fuerza de hambre.Yo no sé cómo es esto, pues -siempre se trata en el ministerio de hacienda de envíos y de libranzas para Londres. Siempre me aseguran que está Vd. pagado: en fin, esto es muy desagradable y aún deshonroso.

Últimamente se le han mandado tres mil pesos a Bello para que pase a Francia; y yo ruego a Vd. encarecidamente que no deje perder a ese ilustrado amigo en el país de la anarquía. Persuada Vd. a Bello que lo menos malo que tiene la América es Colombia, y que si quiere ser empleado en este país, que lo diga y se le dará un buen destino. Su patria debe ser preferida a todo; y él digno de ocupar un puesto muy Importante en ella. Yo conozco la superioridad de este caraqueño con­temporáneo mío: fue mi maestro cuando teníamos la misma edad; y yo le amaba con respeto. Su esquivez nos ha tenido separados en cierto modo, y, por lo mismo, deseo reconciliarme: es decir, ganarlo para Colombia.

¿Qué puedo decir a Vd. de la pérdida dolorosa de su tierna hija? Apenas se me ocurren dos o tres ideas para consolarle: tiene Vd. toda­vía a su mujer, que es la felicidad misma. Ella ha salido de una tierra de llanto y maldición y se ha colocado entre los que no sufren o están gozando de una dicha inefable. Vd. es filósofo; Vd. conoce la suerte de las mujeres; Vd. sabe cuál es la miseria de la humanidad ¿qué mal hay en salir de ella? Consuélese Vd., pues, con que el menor mal es el mayor bien posible.

Doy a Vd. la enhorabuena por la buena acogida que tiene esa lega­ción cerca de las otras de Europa; y que haya Vd. logrado entablar tratados con todas esas potencias; de lo que me alegro infinitamente por Vd., por Colombia y por mí.

El Ministerio de Relaciones Exteriores informará a Vd. el éxito de nuestras victorias y de nuestros convenios con el Perú. Triunfamos completamente fuimos generosos con los vecinos, y sin poner intervalo entre nuestra magnanimidad y su perfidia, de nuevo nos hacen la guerra, el mismo La Mar ha venido a Guayaquil con el resto de su ejército, según se nos anuncia. Nos ha ultrajado de una manera chocante por escrito y por obras. Yo he contestado a todo con nobleza y generosidad. Nunca he sido más moderado ni pienso serlo. Esto será del gusto de Vd., también lo es del mío y aún de todo Colombia, más no sabemos todavía que los mártires gocen de la beatitud.¡Ojalá sea así para que triunfemos de los ingratos y no nos abandone la gloria! Yo la cultivo con bastante esmero por Colombia, por Vd. y por mí. Si, digo por Vd., pues se interesa tanto en que no la pierda y me aconseja como verdadero sabio.

Tenga la bondad de acercarse al señor Cockburn, ministro que fue de Colombia, y déle Vd. las gracias de mi parte por los buenos oficios que ha hecho cerca del gobierno inglés en favor de Colombia y de mi administración. Recuérdele Vd., o más bien que se recuerde él, de lo que le dije cuando tuve el honor de tratarle con franqueza. Exa­mine Vd. con él el estado de la América para que se vea que Colombia necesita de alguna protección para salir de este inmenso caos de anar­quía que la envuelve y la sumerge en la perdición. ¿Cómo vamos noso­tros a poder solos contra todo el Norte y el Sur de la América? En este inmenso continente flota el desorden como las olas en el océano, ¿y podrá un hombre solo poner diques a tan furiosas tempestades? No, amigo: vea Vd. lo que hace para obtener alguna garantía de vida para este país. Yo no sé cómo la obtendrá Vd., ni cuál puede ser, mas yo pienso que necesitamos de un fuerte apoyo para no sucumbir en medio de este laberinto de pasiones, de ambiciones, de usurpaciones y de violaciones.

Digo a Vd. francamente que estoy espantado de la situación de la América. No hay un solo estado que deje de sufrir al año algunas mu­danzas más o menos crueles. Esto no se puede mantener o, a lo menos, yo no puedo, y Vd. debe ayudarme o yo deserto.

De corazón.

Bolívar.

(*)¡Admirable carta!.

Después de la muerte de Madrid, que había ejercido durante tres años la lega­ción en Londres, la república le quedaba debiendo más de las dos terceras partes de su haber.

Sus moderadas insinuaciones, hechas a un amigo que, por estar a la cabeza de la administración, podía remediar el mal, no eran pues infundadas ni impertinentes. Véase, en efecto, como el señor Bello tuvo que abandonar la legación y asilarse en el "país de la anarquía" por no morir de hambre en Londres.

En realidad Chile era entonces presa de la anarquía; pero el Libertador había previsto y anunciado desde 1815, en en célebre carta de la isla de Jamaica, lo que esa república es hoy.

El honrosísimo capitulo que el Libertador consagró al señor Bello en la presente carta, fue motivado por otro en que Madrid le decía:

“No pudiendo subsistir en Europa el señor Bello se va, no sé si a Chile o a Colombia porque no está enteramente decidido con el objeto de suministrarle lo que se le debe de sueldos atrasados, los mil pesos a cuenta de su asignación y la cantidad necesaria para el viaje a Paris, he hecho yo y el señor Bello por su parte las más activas diligencias para conseguir algunos fondos a cambio de mis letras, pero hasta ahora han sido en vano.

Bello tiene familia, la falta de sueldos por el espacio de un año ha puesto sus negocios en tal estado, que no puede menos, según me ha repetido, que tomar el violento partido que le exige la necesidad. Yo he hecho cuanto ha estado en mi poder por impedir o evitar la resolución que al fin ha tomado el señor Bello de retirarse de Europa y del servicio de la república, resolución que me consta le ha sido en extremo dolorosa.”

En vista de la contestación del Libertador, Madrid tornó a decirle:

"Ya sabrá Vd. por mis anteriores que, a pesar de todos mis esfuerzos se nos fue el señor Bello a Chile. Le escribiré inmediatamente y le trascribiré el capí­tulo de la carta de Vd. que se refiere a él. Por bien que le vaya en Chile, estoy seguro de que, si está en su poder, pasará inmediatamente a Colombia. El rece­laba que algún enemigo suyo hubiese informado a Vd. contra él. Yo mil veces me empeñé en despreocuparlo y aun le ofrecí que escribiría a Vd. sobre el asunto, pero él nunca se decidió a esto.

Mucho me alegro que Vd. conozca todo el mérito de este excelente sujeto. Yo lo amo de corazón y creo que, por sus conocimientos, igualmente que por su honradez, será utilísimo en Colombia.

Lo será aún más allí que empleado en la carrera diplomática, pues él es demasiado tímido y dema­siado modesto para habérselas con cortesanos de Europa, bien que en lo subs­tancial el señor Bello es, en mi concepto, bueno para todo".

Esta nota no necesita excusa. El nombre fiel señor Bello la justifica.

Serrézuela, 1870. —Pedro Fernández Madrid.

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