Bogotá, noviembre 18 de 1821.
Al Excelentísimo Señor Vicepresidente.
Desde la revolución del 19 de abril de 1810 ha manifestado el ciudadano Rafael Diego Mérida [1] una conducta contraria al orden y a la tranquilidad pública. Díscolo por carácter, intrigante y aun perverso, ha querido envolver la República en males horrorosos cuantas veces ha podido. No sólo ha publicado papeles escandalosos, sino que de hecho ha procurado disolver los proyectos más laudables concebidos para la salvación de Colombia. Dentro y fuera de nuestro territorio ha sido perjudicial. En los Cayos de San Luis [2] estuvo casi disuelta la expedición que conduje a la Costa Firme el año 1816, sólo por los manejos y tramas de Mérida. Separó y dividió a los Jefes que la componían, y fueron necesarios esfuerzos inauditos, para lograr salir e ir a Margarita.
La República debe desconfiar de este mal Ciudadano. Deseo que el Poder Ejecutivo tome las medidas convenientes con respecto a él. Nada sería más útil que enviarlo al ejército del Sur. Allí quizás podría servir sin perjuicio de la Patria.
Dios guarde, &.,&.
[BOLIVAR]
* Archivo del Libertador. O’L. Vol. XVIII, 2º fº 238 al 239. Archivo Santander, VII, 222.