Rosario, octubre 13 de 1821.
Al Comandante de las tropas de Ocaña, Capitán Domingo Jácome. Autorizado por S.M. el Congreso General para deliberar lo más conveniente a la pacificación de esa ciudad y su territorio, he tenido la satisfacción de ver las [cuatro oficios] [1] exposiciones que Vd. elevó a S.M. con fechas de 13 de septiembre y 2 y 6 del corriente en vindicación de la conducta de esas tropas.
[El Gobierno de la República más inclinado siempre a perdonar que a castigar, ha celebrado hallar] [2] .
Aunque los fundamentos en que Vd. apoya la escandalosa insurrección de esa ciudad, no son bastantes para excusarla, el Gobierno celebra hallarla fundada más bien en quejas que en desafección a la causa de la República, porque aquéllas pueden remediarse, oyéndose sin necesidad de emplear castigos ejemplares siempre dolorosos, cuando se aplican contra hijos de la Patria. Siendo tal el origen de la insurrección yo me lisonjeo que desaparecerá de una vez luego que entrados Vd. y sus compañeros en la subordinación oiga el Gobierno las acusaciones que proponen y las decida legalmente. Pero como esto no puede tener lugar mientras esa ciudad permanezca armada, y como por otra parte S.E. el Libertador Presidente al ofrecer a Vd. y a sus tropas el Indulto el 5 de este mes exigió que depusiesen las armas, [que he creído conveniente destin] [3] he destinado al Señor Coronel Cruz Carrillo [4] para que con un destacamento de la división, que se preparaba a marchar contra Vd. pase a recibir el armamento y municiones que tengan esas tropas y el que haya sobrante en la ciudad. Si de buena fe desea Vd. reincorporarse a la República, este es el primer paso que debe dar para ser admitido. El Señor Coronel Carrillo señalará a Vd. el punto y día en que ha de recibirlas, y Vd. las enviará todas en carga, licenciando las tropas para que se restituyan a sus casas tranquilamente. Con las armas no vendrán sino los oficiales y arrieros que Vd. juzgue necesarios para que impidan todo desorden y que se entreguen con cuenta.
Vd. sabe que las ofertas de S.E. el Libertador Presidente son sagradas e inviolables. Yo las renuevo y certifico sin embargo, y puede Vd. estar seguro de que se cumplirán religiosamente. Ni Vd. ni sus compañeros tienen que temer, y por el contrario serán tratados con la consideración y respeto que gozaban antes de los nuevos disturbios.
No espero que sea necesario renovar los desastres de una infeliz ciudad con una loca resistencia de parte de Vd., y sentiría verme forzado a hacer marchar toda la división que estaba preparada. El Gobierno de Colombia, siempre clemente y generoso, se complace más en perdonar que en castigar; pero castiga severamente la obstinación de los que desprecian su bondad. Evite Vd. pues la ruina de su país, y sea otra vez el conservador de tantas vidas que pueden ser preciosas, si se consagran a la Patria.
Dios guarde, &, &.
[PEDRO BRICEÑO MENDEZ]
* Archivo del Libertador. O’L Vol. XVIII, 2° f°223 al 224.
Nota: Aun cuando el Libertador había marchado ya con destino a Bogotá y quedaba Santander encargado de la Presidencia, incluimos estos documentos como emanados de su Secretaría por el espíritu que los anima y porque totavía quedaban algunos negocios pendientes cuando el Líbertador se ausentó de Villa del Rosario para ir a la Capital a preparar su expedición para el Sur.
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