Pativilca, febrero 3 de 1824.
Al señor General Antonio José de Sucre.
Se han recibido las apreciables comunicaciones de V.S. datadas en Huá-nuco del 22 al 24 de enero próximo pasado, y de ellas he tenido la honra de dar cuenta a S.E. el Libertador.
Reflexione V.S. por un momento el que el Perú libre se compone de cuatro Departamentos no cabales, y aunque sus productos líquidos se han puesto a disposición de S.E. el Libertador, éstos escasamente podrán alcanzar a las más pequeñas atenciones de un numeroso ejército.
El Departamento de la capital, casi circunscrito a los muros de Lima, tiene que atender al inmenso número de empleados civiles, al sostenimiento de la plaza fuerte del Callao, y a los cuerpos que la guarnecen. Sin embargo, no deja de hacer algunas erogaciones para proveer al ejército de algunos artículos de maestranza y otros elementos de guerra; y así muy poco o nada es lo que debe esperarse de parte de la capital, al menos mientras no llegue a tener efecto la capitación impuesta sobre sus vecinos, y de cuyo resultado carecemos hasta ahora.
El Departamento de la Costa está reducido a una absoluta nulidad. Sus productos (que ascendían a cuatro o cinco mil pesos) dimanaban de una contribución impuesta y que ha cesado. No sabemos que pueda producir bajo un nuevo sistema de rentas, cuyas bases ignoramos totalmente.
El Departamento de Trujillo tiene sobre sí las atenciones del actual ejército del Perú, su acrecentamiento, su subsistencia y movilidad; tiene además el acopio de todo lo necesario para subvenir a las precisas atenciones de las tropas de Colombia que han de venir del Istmo o de Guayaquil, por consiguiente no será mucho que gravite sobre el Departamento de Huánuco la manutención y equipo de la segunda División del Ejército, mucho más, cuando ese Departamento ha sido más fecundo y rico que el de Trujillo y la Costa.
Así es que V.S. puede encargarse de manifestar a los pueblos del Departamento de Huánuco la necesidad que tiene de hacer grandes, poderosos y enérgicos esfuerzos para sostener un Ejército al cual está librada la suerte del país. V.S. les manifestará que por medio de los sacrificios que hagan actualmente no sólo asegurarán la Independencia de aquel suelo, sino que quedarán exonerados de otras contribuciones cuantiosas que habría que exigir a los mismos pueblos si por su falta fuese destruido el Ejército Libertador. Por último, V.S. les pintará cuan grandes y costosos sacrificios se verían forzados a hacer, si por desgracia los españoles llegasen a dominarlos.
S.E. el Libertador, espera que V.S. emplee esfuerzos extraordinarios para extraer los medios de subsistencia, movilidad, equipo, etc., por todos los resortes que su prudencia le dicte. Con todo S.E. no quiere que los pañetes se tomen por cuenta de los cupos señalados, según V.S. reflexiona muy bien sobre el particular; sí quiere que además de los cupos que deben exhibir los pueblos en metálico, V.S. se proporcione los pañetes de cualquiera otro modo o por cuenta de una futura contribución.
Dios, etc.
[JOSÉ D. ESPINAR]
* De un copiador del Archivo del Libertador. Sección O’Leary, Tº XXI, 2ª parte, Fº 130 al 131 y vuelto.
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