Pativilca, enero 7 de 1824.
A los señores Diputados Secretarios del Congreso.
Desde la llegada de S.E. el Libertador a Huáraz se propuso organizar aquel Departamento de un modo tal, que así el Prefecto como los Intendentes de Provincia y Gobernadores de distritos fueran hombres capaces de proporcionar al ejército los auxilios necesarios para su subsistencia, y que al paso que mirasen con un interés decidido a las tropas, tratasen a los pueblos de su jurisdicción con toda lenidad y dulzura, y no con el orgullo despótico que caracteriza al militar. Y como el Gobierno de Cajatambo [1] estuviese servido por un hombre intruso que a imitación de la .mayor parte de los mandatarios de Provincia oprimía a los pueblos, y los estafaba inicuamente, S.E., consultándose con el Vicario de la Provincia de Cajatambo, que por su adhesión al Congreso se hallaba desterrado por el Gobierno disidente, confirió la Intendencia de aquella Provincia a don José María Montenegro, el cual, además de su honradez y patriotismo notorios, manifestó su repugnancia en la admisión del destino, con fondo de probidad poco común. Sin embargo, a instancias de S.E. el Libertador, admitió la Intendencia. En este estado, se presentó el Teniente Coronel Delgado, antiguo Gobernador de Cajatambo: y S.E. creyendo que un militar de las aptitudes de éste, podría ser muy útil en el ejército, y que nada es más conforme al espíritu de las instituciones liberales que el que los pueblos sean mandados por autoridades elegidas por ellos mismos: S.E. confirió el nombramiento de Intendente a aquel de los dos nombrados a quien se adhiriese la voluntad de la Provincia. El Libertador ignora el resultado de esta providencia. Pero la queja interpuesta por el mismo Montenegro da lugar a sospechar que el Soberano Congreso haya sido sorprendido por Delgado, del cual se dice ha obtenido título, según se deja ver por la nota original que tengo la honra de acompañar a USS., para el conocimiento del Soberano cuerpo de Representantes. Puede ser falsa esta exposición, porque a S.E. nada se ha dicho oficialmente, ni es de creer que el Soberano Congreso anulase las disposiciones de S.E. el Libertador que ningunas miras ha tenido en la provisión de los destinos de los Departamentos del Norte sino el alivio de los pueblos, y la mejor asistencia del ejército libertador.
Con todo S.E. me manda trasmitir al Soberano Congreso esta sencilla exposición.
Dios, etc
J. GABRIEL PÉREZ
*De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias", Tº XXI, págs. 259-260.
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