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DOCUMENTO 8458 OFICIO DE J. GABRIEL PÉREZ A LOS DIPUTADOS SECRETARIOS DEL CONGRESO, FECHADO EN PATIVILCA EL 7 DE ENERO DE 1824, LE PIDE, DE PARTE DEL LIBERTADOR, APOYO PARA EL EJERCITO LIBERTADOR QUE ESTA DESASISTIDO.*

Pativilca, enero 7 de 1824.

A los señores Diputados Secretarios del Congreso.

Uno de los principales objetos que se propia S.E. el Libertador a su regreso a la capital, era excitar al Soberano Congreso y al Gobierno a que hiciesen por su parte los mayores esfuerzos a fin de obtener de las Provincias libres del Perú y del pueblo mismo de Lima, todos los recursos que poseen y que son tan indispensables al sostenimiento del ejército, a cuyas armas se ha encargado la independencia y libertad del Perú. Pero una enfermedad penosa interrumpió la marcha de S.E., y aun libre de aquella, necesita de ocho días por lo menos, para repararse de la debilidad consiguiente. Entretanto, pues, que S.E. verifica su restablecimiento me ordena exponer al Soberano Congreso, por el conducto de USS., lo siguiente:

El Perú, cuya libertad estuvo a punto de fracasar ahora poco, aún cuenta con un enemigo poderoso que atenta directamente contra su independencia, y a pesar de que ésta se halla defendida por un ejército respetable, de nada se cuida menos que de su conservación. Este se halla desnudo, algunas veces desprovisto de la subsistencia diaria o mal asistido, a cada paso se tocan mil dificultades para proporcionar a la oficialidad siquiera una media paga. Todos estos sufrimientos recaen sobre las tropas de Colombia y Buenos Aires, es decir, de unas naciones aliadas y amigas del Perú, por el cual han hecho los más grandes y costosos sacrificios a expensas de las propiedades de sus beneméritos ciudadanos. Privaciones tanto más sensibles para el ejército, cuanto se hallan a una inmensa distancia de su suelo patrio y en un país que aún posee bastantes proporciones y recursos.

Venezuela, esa sección de la República de Colombia, que por espacio de once años ha sostenido una lucha gloriosa contra los españoles, y que por entre desgracias y victorias ha tremolado el pendón de la libertad desde el Orinoco [1] al Macará, [2] es la sección más pobre que se ha conocido en América y sus vecinos estaban reducidos a sacar su sustento con las fatigas de la labranza; y a pesar de esto y de no haber contado jamás con los auxilios que ha recibido el Perú libre, ni con más de 600.000 habitantes que reposan bajo la égida de las instituciones de esa República, ha sostenido un numeroso ejército y ha prestado sus elementos para emprender la guerra del Perú contra sus opresores.

El Perú todavía no tiene cuatro años de guerra interior, cuenta además de sus ricas minas, con grandes y muchos propietarios; tiene un comercio más extendido; posee recursos numerosos, que ni las depredaciones de los enemigos, ni la dilapidación de las administraciones pasadas han podido agotar. S.E. el Libertador conoce bastante el país, y por donde quiera encuentra que hay bastantes medios y elementos con que exterminar a las huestes españolas, pero al mismo tiempo aquéllos parecen destinados a emplearse únicamente contra los intereses de esta nación. Así, es que el enemigo exige de los pueblos que subyuga cuanto necesita, mientras que nosotros nada hemos obtenido de los mismos pueblos, bien sea por el miserable apego que tienen a sus intereses, bien por la falta de energía de parte del Gobierno para exaltar su patriotismo y obligarlos a coadyuvar al sostenimiento de un ejército, único autemural de las ins­tituciones sociales.

El Soberano Congreso debe estar persuadido que la parte libre del Perú abunda en recursos para sostener el actual ejército que lo defiende, no sólo por cuatro meses como únicamente propuso S.E. el Libertador sino por ocho y un año si fuese conveniente, aún aumentando aquel con 12.000 hombres más que pidió S.E. el Libertador Presidente al Ejecutivo de Colombia, de los que 4.000 están desembarcando ya en estas playas y los 8.000 restantes vendrán sucesivamente.

¿Cómo podrá ser responsable de la suerte del Perú S.E. el Libertador, si al paso que se le encarga de la dirección de la guerra se le mezquinan los medios de sostener el ejército, y de prepararlo para la próxima campaña? La libertad cuesta grandes sacrificios; y los padres de la patria, los magisdos a quienes está encomendada la suerte de los pueblos, las primeras autoridades en cuyas manos están las riendas del Gobierno, no deben omitir medida alguna de las que estén a su alcance por salvar a la patria. Grande es la confianza que los pueblos hacen de sus representantes, y mucho más grande será el augusto deber que les impone su sagrado carácter.

Sometidas que sean por USS. estas reflexiones al juicio y discernimiento del Soberano Congreso, S.E. el Libertador espera que el Cuerpo Representante extienda la vista sobre la serie de males que amenazan a la nación, y sobre la multitud de recursos de que puede disponer para subvenir a las presentes necesidades de un ejército que cada día se hace más numeroso, y cuya deplorable situación de desnudez y de miseria excede al sufrimiento que ha acreditado. S.E. se lisonjea de que no habrá medida, por dolorosa y enérgica que sea, que el Soberano Congreso y el Gobierno no pongan en uso para pedir y obtener de sus mismos ciudadanos el último, el más importante, el más fructuoso de los sacrificios que han podido hacer, y de los cuales dependen los progresos que son de esperar en favor de la causa pública.

Repito, señores, que la República de Colombia, pobre, y desolada por las más grandes devastaciones de que suministra ejemplo la historia moderna, no perdonó medio alguno para obtener su absoluta independencia. La logró al cabo de mil y mil sacrificios; y libre ya de españoles, ha hecho nuevos y repetidos esfuerzos, se ha prestado en obsequio del Perú, y está pronta a contribuir con los últimos restos de su fortuna y con la sangre de sus hijos, por contribuir a la libertad de sus hermanos del Perú.

No duden USS. que esta República camina a su última ruina, y que los restos de su antigua grandeza, que de nada sirven ahora y en nada contribuyen a la salvación del país, son los mismos que se verán convertidos después en otros tantos instrumentos de destrucción y en elementos destinados a hacer la guerra a las mismas libertades nacionales.

En fin, S.E. me manda decir a USS. que su máxima constante por espacio de catorce años ha sido emplear en beneficio de la patria todos los medios que el enemigo debería aprovechar en su daño por no servirnos nosotros de ellos, y que en su concepto lo que ha de ser siempre sacrificado debe a lo menos serlo por la causa de la justicia, de la huma­nidad y de las leyes y no por la de los opresores.

Dios etc.

*De un impreso moderno. O’Leary, "Memorias", T° XXI, págs. 256-259.

Notas

[1] Orinoco, río de Venezuela. Fue descubierta su desembocadura en 1500 y lo remontó por primera vez Diego de Ordas en 1531.

[2] Macará, río de Ecuador que pasa por la depresión Hoya de Macará, situada entre Ecuador y Perú, al sur de Loja y al sureste del Puerto de Tumbes.

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